lunes, noviembre 06, 2006

Sexo entre amigos

Para ti, para ustedes dos. (Disculpen los demás lectores que escriba en segunda persona, a veces del singular y a veces del plural, pero ellos me entenderán).

El tema de sexo entre amigos siempre ha sido motivo de tabú. De una u otra manera, la mayoría de personas se imagina que si algunos (buenos) amigos terminan en la cama, la amistad se tornará extraña o en el peor de los casos podría simplemente terminar. Eso no debe ser necesariamente cierto, aunque es verdad que a menudo sucede así.

Yo ya había dejado entrever que me gustaste un buen aunque tal vez no te imaginabas que hablaba de ti (¿o sí?) y obviamente sé poner las cosas en su lugar (sí, a pesar de mi naturaleza cachonda) por lo que todo debía estar en donde pertenecía y nuestra cada vez más creciente amistad se fortaleció hasta el punto de que simplemente dejé de fantasear con algo más... hasta hace algunos días.

Sucedió de manera muy natural: nos vimos después de algunas semanas de no hacerlo, pasamos una tarde genial; comida sabrosa, muchas risas y la promesa de continuar divirtiéndonos al lugar que fuéramos. Nos arrepentimos del primer destino elegido y terminamos en ese apartado y acogedor rincón en el cual seguramente han sucedido tantas historias para contar pero que estaba a punto de ser testigo mudo de una nueva aventura entre cuatro.

Un poco de alcohol obtenido de manera cuasi desesperada en ese lejano lugar ayudó a empezar a poner el ambiente. Vídeos viejos y absurdos, muchas risas, anécdotas y recuerdos hicieron que las horas pasaran y que los cuatro amigos continuáramos tan cómodos como estábamos. Entre más tarde se hacía, más calor nos daba (a pesar de que la temperatura ambiental fuera descendiendo poco a poco) hasta llegar al punto de que alguien comentara lo bueno que sería que nos metiéramos a la alberca.

Ahí fuimos los cuatro. Primero de manera casi tímida a sacarnos la ropa. Claro está: ninguno llevaba traje de baño así que la opción era nadar en calzoncillos o desnudos. Nadie tomaba la iniciativa. Lo hiciste tú, A.M. (sí, ya tienes nombre oficial en este blog, imagínate) y yo te seguí. Quien estaba un poco reticente y tímido para hacerlo fue mi O. pero terminó cediendo y al final te uniste tú, I.L. y así los cuatro estuvimos retozando alegremente en la alberca. Algunos "deportes acuáticos" (no, no de ESOS que algunos imaginarán), más risas y una conversación amena. Miradas furtivas ahí y allá que dieron pie a iniciar la fantasía de lo que sucedería después.

El frío fue el pretexto ideal. Estábamos muy cerca los cuatro hasta que I.L. tomó la iniciativa y pegó su cuerpo junto al mío. Yo abrazaba a O. y él abrazaba a A.M. y así continuamos conversando. Ya no había más frío aunque estuviéramos dentro de la piscina en esa noche de hermosa luna llena. En algún momento salimos de la piscina, desnudos y ya sin ningún tipo de pudor y nos entregamos a los placeres etílicos. Un vino que no se dejaba destapar (pero que O. logró hacerlo, ¡eres mi héroe!), búsqueda desesperada de más alcohol y la propuesta de un pueril "juego de la botella" en el que todos adivinamos en el acto en qué terminaría.

Por las posiciones en que quedamos, siempre la botella giraba y terminaba apuntándome hacia A.M. (o viceversa) y a I.L. con O., sin excepción. Lo primero en "verdad y castigo" fue una verdad. ESTA verdad, aunque la pregunta no se hizo y la respuesta de mi parte fue "sí, ya lo sabes" y todos supimos de qué hablábamos. Así se rompió esa incómoda tensión que existía entre A.M. y yo porque nunca habíamos hablado sobre esto. La segunda ocasión fue "castigo" y claro, el castigo fue un tremendo beso que nos dimos sin pudor alguno.

A ese beso sucedieron varios más, entre A.M. y yo y entre I.L. y O. hasta que "cambiamos de pared" y por tanto de pareja. Me confieso: me puse nervioso unos segundos antes del primer inevitable beso... ¡y es que es mi amigo! ¿y si la amistad se hubiera arruinado? ¿y si todo no hubiera resultado bien y el beso hubiera sido fatal?. No fue nada de eso; fue cachondísimo y me agradó mil. La botella giró pocas veces más porque ya no fue necesario hacerlo; los cuatro en el sofá dejamos de lado los preámbulos y nos dedicamos a dar rienda suelta a las pasiones.

Lo que en ese momento me susurraste al oído me prendió por completo (¡gracias, qué obsequio!) y el calor no me bajó por muchas horas más; ni cuando estuvimos en la sala y mucho menos (sino por el contrario: aumentó) cuando los cuatro fuimos a la habitación. Vaya que A.M. te había hecho justicia cuando utilizó esos adjetivos prohibidos por ti para describir tu (viene aquí la guarrez) delicioso (¡y grueso!) miembro. Él tampoco canta nada mal las rancheras y qué delicia fue que los cuatro departiéramos así.

No sé cuánto tiempo pasó, pero fueron horas realizando toda suerte de posiciones en donde los besos y el sexo oral predominaron. Me habría encantado que hubiera sido toda la noche pero en algún momento exploté (me temo que de manera casi literal) y después caí rendido mientras ustedes tres continuaban disfrutando. En algún momento desperté sobresaltado para presenciar tremendo acto en donde penetrabas a A.M. y eso me volvió a prender como no tienes idea, pues soy casi por completo vouyerista (lo he confesado antes ya) y tener mi propio "show en vivo" me encanta. Otra vez dormité y cuando desperté fue para ver el "gran final" del acto en donde tanto tú como O. se vinieron sobre A.M., quien hizo lo propio un poco después pero para entonces yo ya estaba entregado a otro hombre: Morfeo.

Tuve sueños extraños pero ciertamente apacibles. Supe que por O. y por mí no habría problema por lo que sucedió, al contrario, nuestra amistad se habría fortalecido y hoy me enteré por ti que por ustedes tampoco lo habría, así que ahora puedo estar tranquilo. A la mañana siguiente, cuando se marcharon y O. y yo regresamos a casa, nos acordamos de lo que sucedió y volvimos a prendernos, terminando invariablemente en lo que todos pueden imaginar.

El sexo entre amigos no es bueno... ¡es genial!. Y con ustedes fue increíble; atesoraré ese recuerdo conmigo siempre.