lunes, noviembre 06, 2006

Sexo entre amigos

Para ti, para ustedes dos. (Disculpen los demás lectores que escriba en segunda persona, a veces del singular y a veces del plural, pero ellos me entenderán).

El tema de sexo entre amigos siempre ha sido motivo de tabú. De una u otra manera, la mayoría de personas se imagina que si algunos (buenos) amigos terminan en la cama, la amistad se tornará extraña o en el peor de los casos podría simplemente terminar. Eso no debe ser necesariamente cierto, aunque es verdad que a menudo sucede así.

Yo ya había dejado entrever que me gustaste un buen aunque tal vez no te imaginabas que hablaba de ti (¿o sí?) y obviamente sé poner las cosas en su lugar (sí, a pesar de mi naturaleza cachonda) por lo que todo debía estar en donde pertenecía y nuestra cada vez más creciente amistad se fortaleció hasta el punto de que simplemente dejé de fantasear con algo más... hasta hace algunos días.

Sucedió de manera muy natural: nos vimos después de algunas semanas de no hacerlo, pasamos una tarde genial; comida sabrosa, muchas risas y la promesa de continuar divirtiéndonos al lugar que fuéramos. Nos arrepentimos del primer destino elegido y terminamos en ese apartado y acogedor rincón en el cual seguramente han sucedido tantas historias para contar pero que estaba a punto de ser testigo mudo de una nueva aventura entre cuatro.

Un poco de alcohol obtenido de manera cuasi desesperada en ese lejano lugar ayudó a empezar a poner el ambiente. Vídeos viejos y absurdos, muchas risas, anécdotas y recuerdos hicieron que las horas pasaran y que los cuatro amigos continuáramos tan cómodos como estábamos. Entre más tarde se hacía, más calor nos daba (a pesar de que la temperatura ambiental fuera descendiendo poco a poco) hasta llegar al punto de que alguien comentara lo bueno que sería que nos metiéramos a la alberca.

Ahí fuimos los cuatro. Primero de manera casi tímida a sacarnos la ropa. Claro está: ninguno llevaba traje de baño así que la opción era nadar en calzoncillos o desnudos. Nadie tomaba la iniciativa. Lo hiciste tú, A.M. (sí, ya tienes nombre oficial en este blog, imagínate) y yo te seguí. Quien estaba un poco reticente y tímido para hacerlo fue mi O. pero terminó cediendo y al final te uniste tú, I.L. y así los cuatro estuvimos retozando alegremente en la alberca. Algunos "deportes acuáticos" (no, no de ESOS que algunos imaginarán), más risas y una conversación amena. Miradas furtivas ahí y allá que dieron pie a iniciar la fantasía de lo que sucedería después.

El frío fue el pretexto ideal. Estábamos muy cerca los cuatro hasta que I.L. tomó la iniciativa y pegó su cuerpo junto al mío. Yo abrazaba a O. y él abrazaba a A.M. y así continuamos conversando. Ya no había más frío aunque estuviéramos dentro de la piscina en esa noche de hermosa luna llena. En algún momento salimos de la piscina, desnudos y ya sin ningún tipo de pudor y nos entregamos a los placeres etílicos. Un vino que no se dejaba destapar (pero que O. logró hacerlo, ¡eres mi héroe!), búsqueda desesperada de más alcohol y la propuesta de un pueril "juego de la botella" en el que todos adivinamos en el acto en qué terminaría.

Por las posiciones en que quedamos, siempre la botella giraba y terminaba apuntándome hacia A.M. (o viceversa) y a I.L. con O., sin excepción. Lo primero en "verdad y castigo" fue una verdad. ESTA verdad, aunque la pregunta no se hizo y la respuesta de mi parte fue "sí, ya lo sabes" y todos supimos de qué hablábamos. Así se rompió esa incómoda tensión que existía entre A.M. y yo porque nunca habíamos hablado sobre esto. La segunda ocasión fue "castigo" y claro, el castigo fue un tremendo beso que nos dimos sin pudor alguno.

A ese beso sucedieron varios más, entre A.M. y yo y entre I.L. y O. hasta que "cambiamos de pared" y por tanto de pareja. Me confieso: me puse nervioso unos segundos antes del primer inevitable beso... ¡y es que es mi amigo! ¿y si la amistad se hubiera arruinado? ¿y si todo no hubiera resultado bien y el beso hubiera sido fatal?. No fue nada de eso; fue cachondísimo y me agradó mil. La botella giró pocas veces más porque ya no fue necesario hacerlo; los cuatro en el sofá dejamos de lado los preámbulos y nos dedicamos a dar rienda suelta a las pasiones.

Lo que en ese momento me susurraste al oído me prendió por completo (¡gracias, qué obsequio!) y el calor no me bajó por muchas horas más; ni cuando estuvimos en la sala y mucho menos (sino por el contrario: aumentó) cuando los cuatro fuimos a la habitación. Vaya que A.M. te había hecho justicia cuando utilizó esos adjetivos prohibidos por ti para describir tu (viene aquí la guarrez) delicioso (¡y grueso!) miembro. Él tampoco canta nada mal las rancheras y qué delicia fue que los cuatro departiéramos así.

No sé cuánto tiempo pasó, pero fueron horas realizando toda suerte de posiciones en donde los besos y el sexo oral predominaron. Me habría encantado que hubiera sido toda la noche pero en algún momento exploté (me temo que de manera casi literal) y después caí rendido mientras ustedes tres continuaban disfrutando. En algún momento desperté sobresaltado para presenciar tremendo acto en donde penetrabas a A.M. y eso me volvió a prender como no tienes idea, pues soy casi por completo vouyerista (lo he confesado antes ya) y tener mi propio "show en vivo" me encanta. Otra vez dormité y cuando desperté fue para ver el "gran final" del acto en donde tanto tú como O. se vinieron sobre A.M., quien hizo lo propio un poco después pero para entonces yo ya estaba entregado a otro hombre: Morfeo.

Tuve sueños extraños pero ciertamente apacibles. Supe que por O. y por mí no habría problema por lo que sucedió, al contrario, nuestra amistad se habría fortalecido y hoy me enteré por ti que por ustedes tampoco lo habría, así que ahora puedo estar tranquilo. A la mañana siguiente, cuando se marcharon y O. y yo regresamos a casa, nos acordamos de lo que sucedió y volvimos a prendernos, terminando invariablemente en lo que todos pueden imaginar.

El sexo entre amigos no es bueno... ¡es genial!. Y con ustedes fue increíble; atesoraré ese recuerdo conmigo siempre.

lunes, octubre 23, 2006

El regreso del Navegante Vagabundo

Así, sin más, simplemente estoy de regreso.

La "depresión" terminó poco antes de que siquiera anunciara que la padecía, aunque los momentos posteriores a ésta, los de "recuperación" fueron casi tan difíciles como los que transcurrieron mientras me sentía tan mal, por eso me mantuve alejado.

No pretendo hacer un recuento de lo que sucedió (que por demás puede resultar largo, tedioso y sin sentido) pero sí me gustaría destacar algunos puntos; entre ellos, que llegué a sentirme tan mal que en algunos momentos llegó a pasarme por la cabeza el abandonar a O., ese hombre tan maravilloso que tengo al lado, tan sólo para sentir que podía sufrir más de lo que estaba sufriendo. Afortunadamente él se mantuvo firme a mi lado durante todo el tiempo y fue en gran parte su inagotable amor lo que me permitió salir de ese "agujero mental" en el que me encontraba.

Tal y como cualquier lector se pueda imaginar, por supuesto que J. estuvo involucrado en este proceso también. Para bien o para mal, ya no lo sé. Sucedió un día de esos en los que el cielo era negro para mí: llamó por teléfono, apareciendo "de la nada" y me preguntó cómo estaba. Le dije que no muy bien, tan sólo "regular" y me dijo que "tenía ganas de verme". No lo consideré conveniente en ese momento y le hice saber que después hablábamos para vernos. Fue una serie de llamadas las que sucedieron a ésa pero finalmente llegó el día de nuestro encuentro. Solicité que fuera en un lugar público para evitar cualquier tentación (me conozco) y así fue.

Volverlo a ver después de algún tiempo me produjo toda suerte de reacciones físicas y psicológicas. Las físicas está por demás describirlas aquí, pues lo he hecho a menudo con anterioridad (¡DIOS! ¡es tan bello!) pero a nivel psicológico me sucedió algo que jamás imaginé que llegaría a pasar: me di cuenta instantáneamente que a pesar de ser una maravilla de la creación, no valía la pena echar a perder muchas de las cosas que tengo en la vida tan sólo por él. Sé que en un mundo ideal no deberían ser así las cosas, pero vamos, no vivo en mi mundo de sueños (al menos no siempre) y sé que es un hecho el que O. y él no sienten lo mismo entre ellos que lo que yo siento por cada uno de ellos (y que ellos sienten por mí) así que mi fantasía de "los tres vivieron felices por siempre" simplemente no sucederá jamás.

A partir de ese día (en el que sí, hubo en algún momento un anhelado, largo y apasionado beso) J. comenzó a escribirme mensajes SMS más o menos frecuentemente, insistiendo en vernos "pronto". Como yo le había hecho saber a O. de mi encuentro con J. y no lo había tomado tan bien como antes, preferí guardar un poco la distancia y es ahí cuando empezó a experimentarse el cambio. J. insistía cada vez más, casi vehementemente que nos viéramos y yo empecé a ser cada vez más elusivo. Llegó un punto en que sus mensajes ya eran bastante explícitos, haciéndome saber que quería "estar conmigo" (en más de un sentido). Después de eso, me dijo que me quería. Posteriormente, me hizo saber que me amaba y terminó diciéndome que "no podía vivir sin mí", que "se dio cuenta de lo tonto que fue al habernos rechazado el año pasado" y bla bla bla. Sin embargo, entre más mensajes de ese tipo recibía (creo que el colmo fue una serie de mensajes durante cierta madrugada, cuando el niño estaba más borracho que una cuba) más me daba cuenta de que no era eso lo que yo quería, aunque llevaba más de un año pensando que así era.

No. No quiero un "amor a medias" de una persona que ya nos rechazó a O. y a mí anteriormente por quedarse a vivir con un maldito viejo horrible quien le compró un coche nuevo y una casa nueva. No quiero estar, compartir mi vida, con alguien quien se vende al mejor postor. No lo sé, tal vez muchas personas dirán que todos en nuestra vida llegamos a vendernos al mejor postor. Eso puede ser cierto en muchos aspectos (el laboral es indudable) pero a nivel personal, definir "el mejor postor" en términos de quién te puede dar más dinero y no de a quién te puedas entregar por completo, puede marcar una gran diferencia. Yo prefiero que "el mejor postor" pueda ser alguien a quien ame y me ame incondicionalmente. Con O. es así y ahora más que nunca estoy seguro de ello. Con el pobre de J., dudo que algún día pueda serlo.

Retomando lo que sucedió, después de que J. recibió una serie de abiertos rechazos de mi parte y tras un poco más de dos semanas de insistencia, se dio por vencido finalmente. Me dijo que "estaba bien, que lo entendía y que qué bueno que lo rechazara", que "iba a vivir pensando siempre en que fue un tonto por no haberse quedado a nuestro lado" y que "fuera siempre feliz con O.".

Dudo que lo anterior marque un punto final a la complicada historia de mi (¡nuestra!) relación con J., pero sí marcó una época importante, tal y como lo fueron nuestros mejores tiempos o el amargo abandono.

No estoy diciendo que fue lo que sucedió con J. lo que hizo que saliera de mi estado depresivo. Como lo mencioné al inicio, eso sucedió antes de que se diera todo esto con J., mientras yo tenía en la cabeza mil y un tonterías, pero sí sé que de alguna manera mi "Mr. Hyde" interno pudo sentirse complacido al "haber hecho sufrir" a quien me ha hecho "cachetear la banqueta" durante tanto tiempo. Qué cosas, Navegante Vagabundo se ha dado cuenta de que también tiene "un lado obscuro" (al menos uno más de los que ya conoce).

Por lo demás, pronto vendrán los acostumbrados relatos de las retomadas andanzas (no tan) secretas.

jueves, septiembre 07, 2006

Ma vie (sans) rose

Se supone que éste sería un "blog cachondo" (le disguste a quien le disguste el término) y sin embargo, creo que mi vida ha adolecido últimamente de dicha "cachondez". No es que me haya mantenido célibe (¡dios (sic) me libre!) sino que, me temo, he caído estrepitosamente casi al fondo, en una especie de depresión.

Pocas cosas me interesan y menos aún me satisfacen. Me encuentro en un estado cuasi permamente de tristeza e indiferencia. No "soy yo" y por lo mismo creo que tengo poco, o casi nada, qué aportar.

Sin embargo, en el fondo (muy en el fondo) albergo la esperanza de algún día volver a ser el alegre y juguetón Navegante Vagabundo. Tal vez... sólo tal vez.

¡Hasta entonces!

lunes, julio 31, 2006

Desastroso

Por supuesto que esto no podía más que terminar en desastre.

Nos volvimos a ver. Estuvimos tanto tiempo juntos... nos acariciamos, nos abrazamos, nos besamos... "hicimos el amor" por más cliché que eso suene (hubo muy poco de sexo en eso, ja) y... la bomba estalló.

O. se puso como loco de celos, creo que no había sucedido antes (al menos desde hace casi un año que conocimos a J.). Discutimos. Peleamos. Nos reconciliamos.

Ahora J. se fue (otra vez) para siempre. Dice que lo mejor es que ya no nos volvamos a ver.

Qué dramas, dios, qué dramas... ¿será siempre así?.

(Posdata: Hoy, hace un año, fue la primera vez que escribí aquí, por lo que éste es mi primer aniversario. ¿Cómo es que pasa tan rápidamente el tiempo?. Cada día me hago más viejo...)

martes, julio 25, 2006

Mi niño bonito

Caí otra vez, como sé que caeré ad nauseam mientras no ponga tierra de por medio.

J., es que eres irresistible para mí. No haberte visto en tanto tiempo (en realidad creo que fueron tan sólo pocos meses) no hizo más que exacerbar el deseo de hacerte mío otra vez.

Estuvimos juntos. Reímos. Nos tomamos de la mano. Nos abrazamos. Nos besamos. Cachondeamos.

¡Cuanto te extrañé, mi niño bonito!. Y ahora has regresado (otra vez) para joderme la vida (otra vez).

jueves, julio 13, 2006

¿Será posible?

El "chico" (ni tan chico, ¡la tenía bastante grande y gruesa!) de anteayer dijo que, a sus 32 años, nunca había hecho un trío. Al principio me pidió que sólo mirara mientras O. y él hacían sus "cositas" (y a mí que casi no me gusta mirar, ¿verdad?), pero después de un par de vodkas ya estaba todo desinhibido y terminamos los tres en la cama, claro está.

¿En dónde había vivido la mitad de su vida? ¿Será posible que alguien, a los 32 años, jamás haya participado en un ménage à trois?. Qué tiempos tan extraños estos en los que vivimos...

(Disculpen ustedes la sobriedad y ausencia de posts cachondos últimamente. Debe ser un reflejo de algo que traigo en la cabeza).

jueves, junio 29, 2006

Enamoramiento y amor

Ayer que O. y yo estuvimos esperando a que llegara cierta hora, en una plaza pública y viendo chicos lindos pasar aquí y allá, llegamos a una conclusión después de que estuve viendo a un chico (de unos 19 años, lindísimo, delgado pero con unos brazos envidiables) que se detuvo junto a nosotros por más de 5 minutos, esperando a "su novia", aunque sin poder dejar de vernos de manera non sancta: el decir que alguien "está enamorado" no es más que un eufemismo que realmente significa que alguien está muy cachondo por otra persona. Tan cachondo que termina obsesionado por esa persona (ergo, se la pasa pensando en ella todo el tiempo, siente "mariposas" en el estómago y todos esos síntomas que seguro hemos sentido en más de una ocasión) y a final de cuentas piensa que la ama, aunque lo que realmente desea es llevarla a la cama.

El amor es una cosa muy diferente: ése no "nace" de un día para otro y es un sentimiento que se va construyendo con el conocimiento de la persona, la cotidianeidad, el tiempo y las experiencias vividas. Es un sentimiento que, si bien no es cachondo, al menos sí es fuerte, real y duradero.

Yo amo a O., pero ayer "me enamoré" de ese chico durante al menos 5 minutos. Qué cosas...

viernes, junio 23, 2006

Ni "muy muy" ni "tan tan"

Acabo de descubrir el hilo negro.

No, en realidad es algo que ya sabía desde hace mucho pero que probablemente no había querido aceptar: ahora entiendo a la perfección que para no sufrir de "males del corazón" y no caer irremediablemente enamorado de los chicos lindísimos que se atraviesan por el camino debemos encontrar a alguien quien ni sea "muy muy" guapísimo ni "tan tan" feo y sin embargo que sea todo cachondo y rico en la cama.

Creo que M. es así, aunque claro que con el tiempo y cuando lo tratemos más lo sabré con certeza. Al menos las dos veces que hemos estado con él ya han sido muy buenas y sin embargo, al momento del "adiós" de la mañana siguiente no siento ninguna opresión en el corazón ni me la paso pensando en él. ¿Será porque él no es tan lindo como S., A. o J.?.

Quién sabe, el tiempo lo dirá, pero creo que un nuevo capítulo de la historia está a punto de ser escrito. Ya os lo haré saber.

lunes, junio 12, 2006

No sé si ponerme al día

Hay tantas cosas qué contar:

  • El "noviecito" de O. quien pintaba muy bien a pesar de sus supuestos 19 años y que terminó teniendo 17 pero que al final de cuentas se puso un tanto freak.
  • El que fuera inevitable que volviera a tener contacto con J., aunque "no quería volver a hablar con él jamás en la vida". Recuerdo el famoso "Never say never again" de James Bond.
  • El chico del fin de semana quien, sin ser tan lindo ni tan joven, sí fue extraordinario en la cama. ¿Verdad que los de 24 años también te pueden dar sorpresas?. En cuanto lo vimos O. y yo supimos que terminaríamos "durmiendo" con él y así fue.

Sí, hay tantas cosas qué contar pero tan poco tiempo para hacerlo... (Tal vez algún día).

lunes, mayo 29, 2006

Tan sólo momentos

19 años. Indescriptiblemente precioso. 5 "venidas" a lo largo de toda la noche sin dormir, incluyendo la de la mañana antes de que lo lleváramos de regreso a la realidad.

¿Lo volvería a hacer? ¡Oh, sí! ¿Valió la pena? ¡Con creces! ¿Nos romperá el corazón?. No, él no lo hará. No habrá historia, tan sólo momentos.

viernes, mayo 19, 2006

"No quiero volver a verte"

El alcohol. De por sí tengo un lado dramático pero a menudo el alcohol lo exacerba. Hace un par de semanas coincidí con J. en una fiesta. Pocas horas antes, durante el día, me lo había encontrado casualmente y me había pedido que lo acompañara a varios lugares a hacer algunas cosas pendientes. Accedí a su petición, pensando en que todo iba a estar bien pero no lo estuvo. Pasar un tiempo con él, platicar, reír o tan sólo percibir su suave pero excitante aroma me trajo muchos recuerdos y desató (otra vez) algo en mí que no me gustó nada. Pensé que pasaría, pero al reencontrarnos en la fiesta por la noche y al volver a tener ese tropel de sensaciones me sentí alentado por el alcohol para decirle lo que me rondó por la cabeza desde muy temprano ese día: "Ya no quiero volver a verte". Fue breve nuestra conversación, preferí dejar la elocuencia para otra ocasión y decírselo directamente y sin más ni más. El chico quería decir algo pero no se lo permití. Me di la vuelta y me fui y él hizo lo propio. Desde ese día no he vuelto a saber de él.

No puedo negar que a la vez me siento liberado porque ya no ha despertado esos extraños sentimientos en mí, pero también me siento cada día más culpable por haber hecho eso. Se supone que yo soy "el grande", al menos tengo varios años más que él. También siempre he supuesto que soy "el maduro" pues en numerosas ocasiones J. ha comprobado actuar como un niño de corta edad a pesar de no serlo y sin embargo, eso de "no quiero volver a verte" fue algo tan infantil, tal vez sin sentido, tal vez no...

jueves, mayo 11, 2006

I. L.

He is SO CUTE that it almost hurts...

viernes, abril 28, 2006

(No tan) secretas

Sabía que era inevitable que un día sucediera: dejé algunas pistas evidentes para que fuera así pero de todas maneras me cayó como una cubetada de agua fría el enterarme de que al menos tres personas quienes me conocen en la vida real han dado con este blog y lo han leído. Digo que "al menos" porque en este mundo virtual es muy fácil comentar "el hallazgo" con alguien de confianza, quien a su vez lo comentará con alguien de confianza y así, hasta que sea totalmente público.

Me dio muchas vueltas por la cabeza la idea de poner un mensaje de despedida y dejarlo por la paz y esa idea tuve durante toda la semana. Posteriormente pensé: ¿por qué tiene que ser tan malo? finalmente yo sabía que existía un riesgo (y tal vez hice mucho para que lo encontraran) al publicar cualquier información en Interent y sólo sucedió lo que debía suceder. ¿Y para qué cerrarlo? Creo que difícilmente me podrán suceder cosas más escandalosas y sórdidas de las que ya he relatado aquí, y si ya todo eso lo han leído entonces no puede ser tan malo, eso ya no se puede cambiar.

Y no es que me avergüence de mi vida; todo lo contrario: creo que puedo decir sin ningún empacho que vivo como se me pega la gana y disfruto de lo que hago. No tengo remordimiento por las cosas que he hecho, aunque a otras personas les parezcan "escandalosas". ES PARTE DE MI VIDA, SOY YO. Lo que escribo aquí no es todo lo que me define, pero sí es una muy íntima e importante parte de mí también.

Lo que sí me preocupa es que he escrito cosas de otras personas también, empezando por O. e incluyendo a S., J. y A. pues para estas personas es fácil deducir quiénes son ellos. Ni modo, sólo apelo a su sentido común para no cometer ninguna indiscreción con respecto a estos hombres tan especiales para mí. Afortunadamente a ustedes, ya saben quiénes son, los puedo considerar mis amigos y sé que puedo contar con su complicidad al respecto.

Voy a tratar de hacer el experimento de continuar con el blog como si nada sucediera: de relatar lo próximo que me suceda que no lo pueda contar en ningún otro lugar. Si me es posible hacerlo, continuaré con esta aventura y si no, será un capítulo más en mi historia.

Ya veremos qué nos depara el futuro...

lunes, abril 24, 2006

Love Generation (Epílogo de la Semana Santa)

En mi narración anterior omití contar un detalle que puede ser mínimo, pero que ahora me da tantas vueltas en la cabeza que ya no puedo sino gritarlo a los cuatro vientos:

El "sábado de gloria" por la noche que salimos con los amigos a bailar, como ya lo narré, estaba algo cansado por lo que decidí hacer algo que nunca había hecho antes: me tomé un famoso "Red Bull" antes de entrar al antro para ver si era cierto que surtía algún efecto en mí. Debo confesar que, a pesar de lo intrépidas que puedan parecerles a más de uno nuestras aventurillas sexuales, en el terreno de las drogas nunca hemos incursionado O. ni yo, y realmente no se nos antoja. Puesto que la famosa bebida energética es una especie de droga, aunque sea legal (me parece que ya han prohibido su venta en algunos países) puedo imaginar que fue mi primera incursión ahí, y que sí surtió efecto: no tuve sueño durante toda la noche y sentí mucha energía. Combinado con un poco de vodka fue mejor aún, aunque no me excedí con la bebida.

Pues bien, lo anterior era el preámbulo para contar lo que no se me puede salir de la cabeza: después de haber bailado toda la noche, dándome a desear con más de uno, como ya lo relaté, a eso de las seis de la mañana (cuando la mayoría de la gente ya se había ido o iban a salir, pues estaban a punto de cerrar el lugar) pusieron una vieja canción llamada "Love Generation" de Bob Sinclair y a pesar de que O. es fanático de la misma desde hace algún tiempo, yo nunca la había escuchado con atención, o nunca la había disfrutado bailando entre "borracho y energizado" y así lo hicimos: todo mi mundo se centró y giró alrededor de O. viéndome y bailando conmigo, a la mitad de la pista (que era prácticamente para nosotros), con los brazos extendidos y soñando despiertos al pegajoso ritmo del "bom, ba, bo, boom", en éxtasis, como si solamente existiéramos nosotros dos en el universo. Juro que fue una experiencia cercana al Nirvana que salió de manera espontánea pero que me dejó profundamente marcado.

Encontré el vídeo en este enlace por si alguien quiere verlo. Sé que no tiene nada de especial pero gracias a lo que sucedió para mí ahora cobra un gran significado y no me lo puedo sacar de la cabeza. Así me gusta. Así soy feliz.

(Epílogo del epílogo: J. nos llamó, que ya regresó a la ciudad y que nos quiere ver. Como decimos los mexicanos: ¡otra vez la burra al trigo!).

lunes, abril 17, 2006

Santa semana

A pesar de que tradicionalmente se dice que Semana Santa son días "de recogimiento", la realidad es que para muchos (me incluyo) terminan siendo más días de re-cogimiento (chiste local mexicano). Este año fue un poco diferente, y aunque sucedieron muchas cosas, nada sexual sucedió.

Yo creo que me quedé con la idea de la llamada de J. y el hecho de que llamó un par de veces más para insistir en que fuéramos a visitarlo contribuyó a que hiciera la tontería que hice el viernes por la noche/sábado por la madrugada. Sí, ya lo sé, merezco los regaños que vendrán.

Salimos a bailar O. y yo al lugar a donde se va tradicionalmente los viernes. Estábamos acompañados de algunos queridos amigos y estábamos muy contentos. Yo decidí tomar sin medida ese día y así lo hice. Por alguna extraña razón me sentía extremadamente bien, me arreglé un poco más de lo que suelo hacerlo (no que vaya por la vida desarreglado) y estaba realmente radiante. Pudo ser la moral, pudo ser cualquier otra cosa pero esa noche a pesar de que el antro estaba a reventar (muchos chicos que vinieron desde otras ciudades, de vacaciones) fui todo un éxito pues los chicos que me gustaron eran quienes me estuvieron viendo durante la noche y yo, a diferencia de otras ocasiones en las que me muestro "amigable" (por decirlo de alguna sutil manera), en esta ocasión jugué al poser y no hice mucho caso de nadie. Si acaso alguna sonrisa aquí y allá, pero ningún coqueteo descarado.

¿Y cuál fue la estupidez que hice alrededor de las cuatro de la mañana? Coger mi móvil y, tal y como hace algunos meses, enviar un par de mensajes escritos a J., los cuales decían:

I miss you so much that you can't understand, not even imagine...

Y el otro:

But that's all right. We aren't meant to be together. Not in this life, anyway.

¿Por qué hago eso? ¿Por qué cuando he tomado más de lo debido reacciono de esa manera? Claro está: no le puedo echar la culpa al alcohol. Si hago eso es porque insconscientemente aún no puedo dejar ir a J. del todo. ¡Pero ya han pasado tantos meses! no debería ser así.

Al día siguiente ya había olvidado del todo los mensajes enviados y continuó el ánimo festivo con los amigos. Por la noche volvimos a salir a bailar, en esta ocasión al lugar a donde se va los sábados, y otra vez me sentía (y me veía, ciertamente) radiante. El sentimiento de la noche anterior fue superior aún y el lugar estaba (contrariamente a lo normal) a reventar de chicos guapos. Los dos que más me gustaron de todo el lugar se pusieron a bailar cerca de donde estaba con O. y con nuestros amigos.

Uno de los chicos medía como 1.85 m., se veía delgado aunque no "flaco", con cara de niño bueno (¿de qué otra manera me podría gustar?) aunque al mismo tiempo con una mirada pícara, de quien ya ha vivido algo. Le calculé unos 21 años, aunque probablemente tenía 19, ¿o tal vez 23?. No lo sé; lo que sí sé es que se movía como los mismos ángeles mientras bailaba y me costó mucho trabajo no dejarme llevar al cielo por el ritmo de sus caderas y ceder a sus coqueteos para bailar con él. Yo creo que fue lo que O. me susurró al oído que me hizo reaccionar: "Problemas. Este niño sólo nos va a traer problemas. Cómo nos gusta meternos en líos.". ¿Y cómo no? Si eso es lo único que aparentemente sabemos hacer con ellos: caer ante los encantos de una sonrisa irresistible, y al final de cuentas, invariablemente, sufrir.

El otro chico, de quien podría quedar realmente prendado, se veía un poco más grande aunque después me enteré que tenía 21 años (¡como me lo recetó el doctor!). Él era algo bajito, como de 1.70 m., muy blanco y con una barbita de candado que lo hacían ver súper sexy. Todo un angelito. Muy atractivo, yo creo que la mayoría de la gente del lugar lo estuvo viendo al menos un rato. Yo lo empecé a ver disimuladamente y a partir de que él se me quedó viendo de manera abierta y directa yo hice lo mismo, aunque ninguno de los dos nos acercamos a saludar al otro.

Así pasó algo de tiempo y yo me sentía en el paraíso: del lado derecho el primer chico descrito y del lado izquierdo el segundo. Si a eso sumamos que estaba bailando con O. y con nuestros amigos, fue un gran momento que duró varias horas. Pero como dije al inicio de esta narración: nada sucedió porque así quise que fueran las cosas. No me acerqué a saludar a nadie y nadie se acercó a saludarme. Todo fue un juego de miradas, de esas que te dicen más que mil palabras pero de ahí no pasó.

Un poco más tarde, uno de nuestros amigos (quien vive en otra ciudad, casualmente en la misma de donde es el segundo chico) empezó a platicar con éste y después de eso estuvieron juntos durante el resto de la noche. Un poco más tarde nos lo presentó y el chico no pudo evitar sonrojarse cuando me estrechó la mano y lo vi a los ojos, con una amplia y amable sonrisa francamente cachonda. Ya estaba con mi amigo y no soy de las personas que les arruinan la noche a otros. Probablemente no pasaría de "un acostón de una noche" pero de todas maneras, mi amigo es soltero y estaba algo ilusionado con el chico. Al final de la noche éste se puso tan borracho que terminó vomitando en el baño. Nada sexy el panorama. Cuando fue momento de irnos, cada quién se fue a su casa y el anhelado "acostón" no se dio.

Ahora me revolotea por la cabeza pedirle el número de teléfono de este chico a mi amigo, ¿pero para qué? Le llamaré, le diré que sí me gustó, como evidentemente se dio cuenta, y que sé que yo también le gusté (como también fue obvio) pero, ¿y después qué?. Saldremos O. y yo con él, sucederá lo que deba suceder ¿y al final de cuentas nos romperá el corazón, como todos?. No sé, sé que estoy tomando las cosas de manera muy negativa pero no puedo evitar pensar que es una constante con estos chicos y que deberíamos de alejarnos de ellos.

Ayer domingo por la tarde llamó J. y me dijo que nos ha extrañado, que ya casi regresa. Después de un rato de charla me preguntó por los mensajes que le envié, de los cuales me había olvidado por completo y le dije (tratando de aparentar calma) que lo olvidara, que estaba borracho y que no significaban nada. El chico no sabe francés y tampoco inglés, por lo que no entendió (otra vez) lo que decían. Qué fortuna. Me pidió que se los tradujera, le dije que no lo haría, que los borrara y ya. Me dijo que le preguntaría a alguien más y le recordé que no significaba nada y que si me volvía a preguntar fingiría demencia.

Estas cosas sólo me suceden a mí. Al menos este año la "Semana Santa" sí fue santa. Nada de sexo y pocos líos.

domingo, abril 09, 2006

¿Brokeback J.? No, gracias.

Con lo que acaba de ocurrir, O. piensa que J. quiere tener su versión mexicana y bizarra de "Brokeback Mountain" con nosotros, pero me parece que no caeremos en el jueguito.

Resulta que, ahora aprovechando las vacaciones de semana santa, J. regresó al lugar en donde pasamos unos días realmente de ensueño hace algunos meses, alejados de la ciudad y camuflados por la bondad del campo. Ni tarda ni perezosa, llevaba apenas un par de días allá cuando nos llamó antier por teléfono "para que fuéramos con él". Fue O. quien contestó la primera llamada y por poco lo convence de que tomáramos el carro y manejáramos hasta allá, pero O. fue fuerte y se resistió a la vocecita (de niño tierno, pero a la vez tan varonil) de J. con su verdaderamente atractiva invitación. Al otro día, J. volvió a llamar y en esta ocasión yo contesté pero le dije lo mismo que O. le dijo: que no iríamos.

No es que nos moleste pasar unos extraordinarios días en la compañía de J., teniendo sexo en los lugares más insospechados y viviendo nuestra propia fantasía. El problema es que no lo vamos a hacer cada que J. quiera, en sus propias condiciones y después pasar tanto tiempo en la misma ciudad, fingiendo que no sucede nada; él con su (ridícula) pareja y simulando que tan sólo somos buenos amigos. Amén de que aún me mueve algunas cosas el chico y prefiero por ahora dejarlo así. No lo sé, tal vez en algún futuro (¿meses? ¿años?) pueda aceptar una relación de ese tipo: que lo veamos cuando se le antoje y simplemente disfrutarlo pero por ahora no puedo y no lo haremos.

Ni modo, J., tendrás que conseguir a tu(s) propio(s) vaquerito(s) para que vivas tu "Brokeback". Nosotros no, gracias.

martes, abril 04, 2006

Bendita primavera

(¿O debo decir "maldita"?).

Con este calor, la frase "como burro en primavera" nunca ha cobrado más sentido que ahora.

Estoy todo caliente y así llevo varios días. Tengo ganas de cogerme a un hermoso chico veinteañero, hasta que grite "¡ya no más, papi!".

Qué soez, lo siento, pero siempre lo he sido, ¿qué no?.

Espero que aparezca alguno por aquí...

viernes, marzo 31, 2006

Tolerancia y Respeto (¡Perdón, O.!)

El fin de semana pasado ocurrió un incidente que, si bien no había ocurrido antes y dudo que se repita, me hizo sentir muy triste: O. y yo salimos a bailar y en algún momento de la noche (en que yo había tomado mucho, pero eso no es justificación de todas maneras) le hablé muy fuerte, le dije palabras que nunca había empleado (me referí a él como "este güey", que si bien puede no sonar "fuerte" no es la manera en que nos hablabamos ni ahora ni nunca) y él se sintió muy triste.

Al siguiente día aclaramos el hecho y ya estamos bien, claro está, pero no concibo cómo pude hablarle así al hombre de mi vida.

Tolerancia y respeto son ingredientes BÁSICOS en una relación. Claro que si posteriormente le agregas amistad, cariño, amor, sexo, excelente convivencia y muchos más ingredientes probablemente encuentres LA RELACIÓN de tu vida pero por algo se debe empezar y los dos primeros que mencioné son básicos.

Perdóname, O., no volverá a ocurrir.

jueves, marzo 23, 2006

Se fue A.

Ya lo presentía, lo veía venir aunque quería negarme al hecho y pensar que tan sólo se estaba adaptando. Por elección propia, y por segunda vez, A. decidió dar un paso fuera de nuestras vidas. Así, de manera drástica y repentina, sin avisarnos nada ni conversar con nosotros cara a cara sino por correo electrónico.

Él ha argumentado que, aunque lo intentó, no se puede integrar a nuestra relación y que O. y yo estamos tan unidos que él nunca se sentirá como parte de nosotros. Está bien, puedo entender y aceptar eso pero me duele que no haya hablado con nosotros mientras estuvo aquí en casa, por casi una semana, que la pasamos maravilloso y que haya decidido irse sin volvernos a ver.

Pensé que el chico había madurado pero hizo lo mismo que había hecho el año pasado: desaparecer nada más así, sin dar muchas explicaciones y sin intención de volver a vernos nunca más. Claro, no dudo que en un futuro suceda otra vez pero de algo estoy seguro: no volveremos a caer en un jueguito de intentar algo con él, es desgastante.

¿Qué le pasa a estos chicos? ¿Por qué se van? ¿Por qué no pueden hablar con nosotros? ¿Por qué no muestran madurez? Es evidente que el problema es nuestro y no de ellos (ya tres en poco menos de dos años es demasiado, ¿qué no?) pero aún así pienso que se deberían hablar las cosas antes de actuar tan drásticamente.

Afortunadamente en esta ocasión salí bien librado sentimentalmente: no le entregué mi corazón en bandeja de plata pues lo quiero, lo estimo y me encanta pero no me permití enamorarme completa y locamente de él. Es un lujo que no puedo darme ya: entregarle el corazón a cualquiera.

Adiós, A., que tengas una buena vida.

jueves, marzo 16, 2006

Resistiendo la tentación

Soy un héroe. Creo que merezco una medalla. Claro, creo que nunca se ha otorgado la medalla a "resistirse al chico más lindo que existe en el universo, semidesnudo (sólo en calzoncillos) y acostado en tu cama" pero nunca es tarde para que la otorguen, ¿o sí?. Las cosas sucedieron como lo relato a continuación:

El viernes pasado J. nos llamó a O. y a mí para preguntarnos qué haríamos, pues tenía ganas de "salir con nosotros". Claro está, sabíamos a qué se refería y en qué terminaría dicha salida por lo que declinamos a su invitación dándole "largas", diciéndole que estábamos ocupados. Llamó un par de veces más por la noche pero le dijimos que francamente estábamos cansados y que no saldríamos. Pensamos que el chico se olvidaría del asunto y nos dormimos. A las cuatro de la mañana en punto sonó el teléfono de la casa. Era él. Nos dijo que "no quería llegar a dormir a su casa" (con su pareja, "el enano rencoroso", ¿quién querría?) y que si podíamos recibirlo en la nuestra. No había mucha opción más que aceptar pero de todas maneras pensé que no sucedería nada.

Llegó unos minutos después. Venía del antro, con aliento alcohólico. Le dije que podía dormir en otra habitación pero no con nosotros. Le dije que se pusiera cómodo, que ya conocía la casa y posteriormente me fui a acostar con O. pero nos aseguramos de cerrar la puerta para que él entendiera que no queríamos que sucediera nada con él (bueno, sí queríamos, siempre queremos, pero no con SUS condiciones y cuando A ÉL se le antoje) y realmente no sucedió nada.

Nos dormimos y algunas horas después, cuando amaneció, me levanté al baño (iba tan sólo en calzoncillos) y cuando pasé junto a donde J. dormía advertí que se encontraba despierto y observándome. Empezó a conversar conmigo. Me sentí un tanto incómodo, no porque él no me haya visto en calzoncillos antes (me ha visto muchísimas veces totalmente desnudo) sino por el hecho de que podía tener una reacción física que fuera evidente para él al verlo. De todas maneras me arriesgué y me senté junto a él en la cama para conversar.

Platicamos de cosas sin sentido, pero él me coqueteaba de una manera supuestamente accidental pero presiento que era bien planeada. Mientras hablábamos se acariciaba ese fabuloso cuerpo que tiene con su tersa y completamente antojable piel blanca. También me mostraba esa sonrisa angelical que desarma a cualquier ser vivo (y presiento que a uno que otro inanimado) que pise este planeta. Él sólo tenía calzoncillos también y yo trataba de hacer todo lo posible por despegar los ojos de su enorme (realmente es ENORME, no estoy exagerando) bulto entre las piernas. Dios, ese niño SABE lo que tiene y SABE cómo usarlo pero por fortuna ya conozco su juego y no volveré a caer.

No sucedió nada. Después de un rato de "conversar" de nada (¿de qué otra cosa se conversa con él?) regresé a mi habitación con O. para dormir por un rato más. Horas después J. se fue y yo me sentí orgulloso de haber resistido a la tentación por segunda vez. Supongo que será cada vez más fácil hacerlo.

jueves, marzo 09, 2006

El sueño de O.

Me queda claro que entre O. y yo no hay secretos, o los que puede llegar a haber son prácticamente insignificantes, pues siempre hemos acordado hablar clara y directamente de las cosas y así nos ha funcionado nuestra relación. Si deseo algo, por más extraño que esto pudiera ser se lo digo y viceversa. Hemos aprendido a tolerarnos, a querernos, a amarnos y aceptarnos tal y como somos a sabiendas de que nuestra relación no es exclusiva y los seres humanos podemos llegar a querer (y a veces a amar) a más de una persona incluso simultáneamente. Amén de tener una relación física con ellos.

Recientemente O. me hizo "una confesión" que me dejó pensando mucho pero al final de cuentas pensé que era algo romántico y la magia o lo sobrenatural aún existen, a pesar de que somos ambos tan racionales y escépticos de todo lo que no se pueda probar científicamente. Lo que me dijo O. fue que hace muchos años, cuando nos conocimos, él se quedó impactado al verme por primera vez porque de niño siempre soñaba conque jugaba con un amiguito y ese amiguito era físicamente idéntico a mí. Dice que ni siquiera nos parecíamos mucho ni nada, que era ni más ni menos yo y que no lo pudo creer la primera vez que me vio.

Se reservó todo eso por muchos años pues yo lo habría tildado de loco o que había inventado la historia pero cree que ahora hay suficiente confianza como para decírmelo y que yo sepa que es verdad. Dice, también, que cuando vio fotos mías de niño quedó totalmente sorprendido, no salía de su estupor.

No sé, a pesar de que puedo sonar algo frío y racional la mayor parte del tiempo, por supuesto que creo que O. me dice la verdad y por alguna razón aún no explicada él tuvo una imagen mía durante el tiempo en que fue niño. No nos pudimos haber conocido en ese entonces porque vivíamos en ciudades diferentes.

La "magia" o "lo inexplicable" existe. Sí, señores, aunque si me preguntan abiertamente (es la ventaja de escribir en un blog anónimo) lo negaré, pero muy dentro de mí sé que hay cosas en este mundo que la ciencia aún no logra explicar. El sueño de O. fue una de ellas.

viernes, marzo 03, 2006

¿Equilibrándonos?

CREO que poco a poco vamos llegando al punto del equilibrio. Todas las piezas siguen en el tablero, pero ya (casi) todas parecen estar ocupando su lugar.

Empezaré por lo más sórdido pero que a la vez me llena de orgullo: "resistí a la tentación" de J. y por primera vez, por decisión propia, dije "no" cuando él quería y estaba completamente dispuesto a hacer algo. Fue durante el fin de semana pasado, precisamente el viernes. Como ya tenía algunas semanas que no nos veíamos por las cuestiones que había relatado anteriormente, seguramente el chico andaba caliente y llamó por teléfono a O. para decirle que iría a nuestra casa. Cuando regresé de trabajar ya estaba ahí, en la sala tomando con O. unas cervezas. "Bueno" -pensé- "será cosa de un par de horas y listo". Lo que no sabía, es que además de las cervezas había una botella de tequila (muy fino, por cierto, el chico se lució) y la conversación estaba muy animada. Yo me hice el desinteresado, aunque les estaba acompañando. Participaba en las conversaciones triviales pero por dentro estaba pensando: "¡por favor! que no pase nada, no quiero volver a caer en el jueguito". Después de algún tiempo se me antojó tomar a mí también, pero como no me llevo muy bien con el tequila, me dispuse a acompañarlos con mi siempre bienvenido vodka. Para no hacer el cuento largo, las horas pasaron y tuvimos una convivencia muy agradable, pero ya muy cerca de la madrugada (¡ya habían pasado unas seis horas!) me di cuenta que J. tenía "esa mirada" de cuando está cachondo y preferí amablemente despedirme e irme a la habitación a dormir mi borrachera. Seguramente tanto O. (quien sabe perfectamente cuánto me gusta J.) como J. quedaron sorprendidos con mi reacción pero era lo que quería en ese momento y me alegra haber actuado así. Por supuesto, al otro día me enteré por O. que sí tuvieron sexo ellos dos, pero mientras ambos se sientan cómodos por eso por mí no hay ningún problema, en verdad. Era YO quien tenía conflicto por tener sexo con J. y mejor lo evité. Asunto arreglado, no hubo sentimientos raros ni mucho menos.

Desde ese día J. me ha llamado de vez en cuando, en tono muy amigable y todo pero he mantenido mi distancia. Sí, no dudo que en un futuro cercano podamos ser amigos, incluso "amigos cariñosos" y todo eso pero ahora no. Me causa conflicto el hecho de que de repente J. actúe con ganas de estar con nosotros y después de que termina el sexo se sienta culpable y nos deje de hablar por algunas semanas. Eso no va conmigo: prefiero que disfrutemos todos de lo que hacemos sin ningún sentimiento de culpa. Si va a ir por la vida "poniéndole el cuerno" a su pareja, que lo haga pero que no nos involucre en sus culpas posteriores. Si no lo quiere que lo deje, pero no voy a regresar a lo mismo. Creo que, al respecto, todo está dicho.

Por otro lado, esta semana llegó de manera inesperada S. y dijo que se iba a quedar en casa por algunos días. Ya lo había dicho antes y lo confirmo: me siento cómodo de estar junto a él, sin tener sentimientos negativos en su contra por lo que alguna vez nos hizo. Lo quiero, sí, pero tan sólo como un amigo y ya. Evidentemente no durmió con nosotros ni sucedió nada. Él ha quedado en el pasado y perfectamente acomodado en el tablero, aunque hace un año hayamos tenido sentimientos y experiencias tan fuertes respecto a él.

Quien aún no se logra acomodar del todo es A., pues aunque la semana pasada ya estaba decidido a escribir algo así como: "Hablaremos con A. y le diremos que sólo lo queremos como amigo, que no se ilusione que puede suceder algo más con nosotros" ahora ya no estoy tan seguro. Lo queremos, sí. Nos quiere, sí. Sólo que hay "algo" que todavía no termina de hacer "clic" para que una relación plena entre los tres se dé. No estoy arrebatadoramente enamorado de él. Creo que O. tampoco lo está. Nos gusta, sí, mucho. Es muy guapo, también. Tenemos sexo increíble los tres juntos, eso es indudable. Pero hay algo, algo que todavía no logro descifrar qué sea. No sé si se trate del hecho que el año pasado tuvimos fuertes sentimientos hacia él y luego nos dejó sin más ni más. Pero creo que eso ya lo habíamos superado. Tal vez no del todo. No sé, presiento que terminaremos siendo muy buenos amigos, teniendo sexo si así lo deseamos pero sin un involucramiento más profundo.

Ésa es la única pieza que no parece todavía totalmente acomodada. El tiempo dirá, seguiremos viviendo.

viernes, febrero 24, 2006

Recuerdos

El buen Leo me pidió que contestara ésto y he aquí mis respuestas (siempre siguiendo el estilo de este blog):

10 años atrás yo...

... recién había aceptado mis preferencias homosexuales un par de años antes, y prácticamente no tenía ninguna experiencia sexual más que con un tipo con quien tuve algo leve y con mi pareja (describí mi primera vez con él). Pensaba que tenía comprada la vida y que duraría por siempre con él aunque sólo duramos algunos años. No se me había ocurrido siquiera hacer algo sexual con alguien más, a esa edad aún no se me antojaba.

5 años atrás yo...

... ya llevaba algún tiempo con O. y habíamos participado de varios tríos sexuales. Desde entonces estábamos bien como pareja y nos gustaba estar juntos como hasta entonces. Algunos meses después conoceríamos al primer chico de quien nos enamoraríamos ambos, pero esa historia aún no la he relatado. Tal vez lo haga posteriormente.

1 año atrás yo...

... estaba deshecho aún porque S. nos había dejado y no nos podíamos recuperar del todo. Fue la primera vez que un chico nos rompió el corazón a O. y a mí como pareja, aunque por ese entonces A. ya había aparecido y el coqueteo era evidente, aunque aún no sucedía nada con él.

Ayer yo...

... tuve un día tranquilo y normal junto a O. y en todo el día no pensé en J.; tal vez en parte porque A. estuvo con nosotros en casa y O. tuvo una conversación harto interesante con él, que será tema de un nuevo post en este blog en cuanto tenga oportunidad de hacerlo. Por la noche O. y yo no tuvimos sexo, pero en la mañana estuvimos abrazados una hora y media en la cama, antes de levantarnos.


Espero que no haya inconveniente en que pase el resto de las preguntas pues no vienen mucho al caso con este blog.

Tampoco quisiera pedirle a nadie que lo conteste, mejor que lo haga quien así desee hacerlo, aunque sería interesante conocer esto de Castee, Kine y los pocos lectores asiduos de este sitio quienes aún no lo han escrito (a los que ya lo han hecho, los he leído).

¡Gracias, Leo, por hacerme recordar!

martes, febrero 21, 2006

No se rinde, pero no caeremos otra vez. (Adiós, J.)

Era tan predecible que sucedería, que por esa razón O. y yo lo hemos sabido llevar muy bien. Como conté en días anteriores, las llamadas de J. comenzaron a menguar hasta tender a cero. Hemos estado bien con esa situación: poner tierra de por medio ha sido bueno para nosotros y espero que también haya sido bueno para él. Pero todo cambió la semana pasada.

Como ya he contado anteriormente, en esta maldita "ciudad" (más pueblo chico que otra cosa) todos nos encontramos si acudimos a sitios públicos "de moda" y así, sin siquiera imaginarnos, sucedió lo que pensamos O. y yo que pasaría, aunque no teníamos idea de cuándo: conocimos a la pareja de J., que iba acompañándolo. La primera reacción que tuvimos fue de una insana y exacerbada maldad: reírnos a carcajadas por ver "la poca cosa" que es el tipo ése. Claro está, debimos contenernos y poco después hasta nos sentimos culpables por habernos burlado interiormente, pero aunque es difícil describir el sentimiento, trataré de hacerlo. Es como si en ese momento, al ver que físicamente no es nada agraciado, nos diéramos cuenta que no estábamos "compitiendo" con él porque realmente él no es competencia para nosotros, y que si a final de cuentas J. regresó con él fue por lo que ya sabíamos de sobra: por lo que le puede dar materialmente, aunque ni le guste y mucho menos lo ame. No sé si eso sea bueno o sea malo, finalmente J. está con él y eso es innegable, pero a partir de ese día he tenido un peso menos en mi alma, como si el hecho de imaginarme a la pareja de J. me hiciera sentir menos, porque pensé que era alguien arrebatadoramente guapo (aunque J. me había dicho que no lo era) o extremadamente atractivo (igual, me había dicho que no le gustaba). No es así, es un pobre diablo chaparro y sin ningún chiste; alguien totalmente olvidable dos segundos después de que lo has visto. Y no, por favor no me malinterpreten: no tengo nada en contra de la gente baja de estatura, a algunos les sienta bien ser así sólo que él para nada que es atractivo, "falso enano caprichoso que no tiene corazón".

Después de ese día y estando mucho más tranquilos, O. y yo pensamos que J. nos olvidaría y nos dejaría por la paz, pues evidentemente se dio cuenta del desprecio conque vimos a su pareja y de paso, el "desaire" que le hicimos a él cuando fue a saludarnos y nos portamos lo más fríos e indiferentes que pudimos. Internamente tenía ganas de saltarle encima en un apretado abrazo, de decirle que ya se dejara de tonterías y reflexionara -por última vez- sobre su vida y regresara con nosotros, pero por supuesto que no lo haría y no lo haré, jamás de los jamases. En esas estábamos cuando el viernes se nos ocurrió salir a bailar "al lugar de moda" y puesto que ya estábamos un tanto borrachos (¿he mencionado cuánto me gusta el vodka?) andábamos con ánimo "festivo".

Ahí estaba él: ahí estaba J., justo afuera del baño y cuando me dirigí hacia ahí me jaló suavemente a un lado, me abrazó y me preguntó qué sucedía con nosotros: que si "ya no queríamos ser sus amigos", que "por qué lo tratábamos mal", que "nos extrañaba" y toda esa sarta de cosas que salen de la boca de J. cuando está borracho y que las olvida al momento en que el tipejo le compra algún juguetito nuevo. Le dije que nada de eso, que era su imaginación (no lo era) y que lo queríamos "igual que siempre". El resto de la noche, después de que J. saludó a O. se la pasó a cierta distancia, con su amigo (sí, ese infame amigo del que comenté cuando conocí a J.) viéndonos en todo momento, y sucedió lo que queríamos que sucediera desde hace mucho, otra vez en plan todo malsano: que J. nos viera "en acción" con alguien más y éste fulano llegó como caído del cielo. Era gringo, de unos 32 años, bastante bien de cuerpo y muy atractivo de cara. Me atrevo a decir que era "lo mejorcito" del antro y en cuanto nos vio inmediatamente hubo clic. Después del intercambio de sonrisas de rigor se nos acercó a hacernos conversación. A los 15 minutos ya departíamos amenamente. A los 30 minutos ya nos había invitado un par de tragos y en menos de una hora ya bailábamos y cachondeábamos en la pista de baile. En algún momento de la noche J. desapareció, asumimos que simplemente se fue enojado y lo que sucedió esa noche lo relataré en algún momento posterior, pues está para un "relato cachondo con el gringo del antro", pero por ahora continuaré el asunto que me ocupa.

El sábado recibió O. una amarga llamada de J., otra vez con los reclamos de que "ya no queríamos ser sus amigos" y bla bla bla. No estuve presente por lo que no sé todos los detalles, pero al parecer O. fue muy claro con J. en el sentido de que le dijo que sí podíamos ser sus amigos, pero que las cosas no podían ser como J. estaba acostumbrado que fueran: que siempre estuviéramos en sus manos, subyugados a sus perennes caprichos. Al siguiente día, domingo, J. fue a visitarnos a la casa "para que le ayudara con una investigación de la escuela" (más pretexto que otra cosa) y por primera vez desde que lo conocí me sentí completamente cómodo a su lado, sin desear que fuera algo que no es. Si acaso, durante un rato cerré los ojos y recordé los excelentes días que pasamos con él el mes antepasado pero creo que todo eso no será más que un recuerdo agradable en mi memoria.

Adiós, J., creo que ya estoy listo para dejarte ir.

miércoles, febrero 15, 2006

Mi regalo del 14 de febrero...

... lo recibí hoy 15, por la mañana.

Ver dormidos juntos y abrazados a O. y a A. fue tan bello que por poco lloro. Ganas no me faltaron de coger el móvil y tomarles una fotografía para subirla aquí (habría sido la primer foto de este blog cachondo); sin embargo, creo que aún no es conveniente que los comparta con el resto del mundo.

Ni siquiera el sexo de anoche superó a la escena de hoy por la mañana (y eso que terminar en la cara de A. es algo sabrosísimo).

Gracias, O. y A. por haberme dado este grandioso regalo.

miércoles, febrero 08, 2006

Ahora se nos juntaron los tres

Otra vez, como si fuera la segunda parte de la telenovela mexicana mala ahora fueron los tres quienes se juntaron sin querer: A., S. y J. pues el fin de semana que salimos a bailar O. y yo junto con unos amigos ahí estaban en el antro los tres, aunque no estaban juntos obviamente.

A. llegó con nosotros y con nuestros amigos, y la verdad es que el chico se comportó a la altura de la situación, ¿será que está madurando?. Nos permitió estar con nuestros amigos, sin alejarse mucho y estuvo bailando y platicando con conocidos suyos. En algún momento de la noche, S. se acercó a saludarnos efusivamente (estaba algo borracho) y A. simplemente se apartó un poco otra vez pero no noté ninguna expresión de disgusto en su cara.

Un poco más tarde, vimos que J. andaba por ahí también y sí sentí "que se me movía el piso" porque no lo habíamos visto en algunas semanas, pero esa sensación pasó rápidamente y durante la noche todos nos estuvimos echando furtivas miradas soslayadas pero no hubo ningún incidente qué contar.

En algún momento J. estaba muy contento porque "alguien le había enviado una bebida con un mesero" y pensó que habíamos sido nosotros. Menuda sorpresa se llevó cuando se dio cuenta que no fue así. De alguna manera quería nuestra atención pero no se la prestamos y nos dedicamos a bailar y a divertirnos con nuestros amigos.

Por su parte, S. nos dijo que nos quería visitar el próximo fin de semana e ignoro si A. lo escuchó o no, pero éste no hizo ningún comentario al respecto. Le dijimos a S. que era bienvenido a visitarnos cuando quisiera, así que supongo que lo hará.

Al final de la noche, obviamente, nos fuimos con A. a casa y no hubo ningún amargo reclamo, sólo "buena vibra" y una agradable convivencia. Me alegra mucho que al parecer A. está madurando, ya no es un niño caprichoso y berrinchudo y se está portando a la altura de las circunstancias. Creo que esá entendiendo que aunque podamos relacionarnos con más personas, si en ese momento estamos con él y estamos viviendo algo como lo que tenemos no se debe desaprovechar en reclamos y pleitos sin sentido.

Ojalá que las cosas sigan así, por lo pronto, A. está con nosotros a pesar de que es mitad de semana. Ya veremos qué sucede.

lunes, enero 30, 2006

Aguanta, A., ya casi

He escuchado varias veces la frase de que "no se puede forzar al corazón" y cosas similares pero nunca ha cobrado más sentido para mí que en estos últimos días.

Tal y como lo había anticipado, nos hemos alejado paulatinamente de J. aunque por fortuna no me ha dolido tanto. Sí lo extraño de vez en cuando, pero ya no pienso estúpidamente en él todo el día como antes y de hecho ya pasan varias horas sin que lo recuerde. Yo no le he llamado por teléfono y él lo ha hecho un par de veces durante la semana. Claro está, sus llamados han sido más bien reclamos de que "ya no le hablamos" o que "ya no lo queremos ver" pero si algo tengo claro es que él es quien ha puesto tierra de por medio, con sus extraños comportamientos que tiene a veces de "ya no querer hacer nada con nosotros" porque le entra algún remordimiento. Creo que en esta ocasión es para bien y probablemente me lo pueda sacudir de encima de una vez por todas.

Quien realmente "se ha aplicado" en estos días y le está echando todas las ganas del mundo es A., quien nos ha visitado más o menos frecuentemente (y nos ha dicho que mañana estará varios días con nosotros, ¡qué emoción!) y quien realmente parece estar dando todo de sí para que las cosas entre los tres funcionen. Sé que han existido algunas malas experiencias en el pasado pero tal vez ahora ya haya adquirido la suficiente madurez para que algo, lo que sea que vaya a surgir de esto, funcione.

Lo único que me da un poco de remordimiento es no poder entregarme por completo a A., pues de repente aparecen imágenes fugaces de J. en mi cabeza: cuando lo estoy besando o cuando estamos teniendo el delicioso sexo al que estamos acostumbrados. No es frecuente y no todo el tiempo pienso en J., pero sí me ha llegado a suceder y me estremezco de tan sólo pensar que "esté engañando" a A. con el pensamiento, de no entregarme por completo a la relación y al momento. Tal vez si hablara con A. al respecto lo entendería, pero no quiero meterle "más ruido" a su cabeza, no quiero herir sus sentimientos y compartir con él el hecho de que aún pienso en alguien más, aunque es probable que A. ya se lo imagine, pues en una ocasión que platicábamos recientemente le conté que me habían roto el corazón y que tenía miedo de entregarlo otra vez para que me lo volvieran a romper. Él me dijo que no sucedería.

Sí, mi querido A., por favor aguanta un poco más. Ya casi me lo sacudo de encima y entonces me podré entregar a ustedes: a O. y a ti por igual en cuerpo y alma. Verás qué bien la vamos a pasar. Verás que la segunda parte de nuestra histoire à trois será genial e intensa... ¡sí que lo será!

sábado, enero 21, 2006

Mis cinco hábitos extraños

Tanto Doffo como Leo me incluyeron en este peculiar juego que está rondando en este momento por la blogósfera, en el que se supone que deberás escribir sobre tus hábitos más extraños. Al ser éste un "blog secreto", deberé escribir sobre "los hábitos secretos", entonces.

Debo poner primero las reglas:

Las reglas son la siguientes:

Cada jugador debe publicar un mensaje con el título "mis 5 extraños hábitos".

Todas las personas que sean invitadas a jugar también indicarán claramente el reglamento.

Finalmente, cada participante escogerá a otras 5 personas (añadiendo el link a sus blogs) para que se unan al juego.

Deben dejar un comentario a esas 5 personas diciéndoles: ''Has sido elegido'' invitándolos a tu blog a ver de que se trata.


He aquí mis extraños hábitos:

I. Me encanta mirar. Cuando O. y yo tenemos sexo con alguien más, me excito muchísimo de ver a O. con el (los) amante(s) en turno; eso me prende mucho y a veces lo disfruto más que si yo estuviera ahí. Trato de hacerlo tan a menudo como sea posible, aunque no siempre se puede.

II. Siempre después de terminar siento un deseo irrefrenable de correr a limpiarme el semen que me haya podido salpicar. No me da asco ni me da miedo, simplemente no me gusta su consistencia pegajosa. He hecho sólo pocas excepciones cuando el chico con quien estuve(imos) está muy bien y me pide que no me vaya, pero casi siempre salgo corriendo al baño para limpiarme después del sexo.

III. No beso a desconocidos aunque podamos hacer "de todo" (siempre con las debidas precauciones, claro está). No importa si me lo cojo, me hace sexo oral o cualquier otra actividad sexual; no me gusta besarlos. La excepción, claro está, es cuando el susodicho es un chico que me gusta mucho y entonces mando a volar este hábito y me lo como a besos.

IV. Siempre que veo a un "niño" que yo le calculo que tenga entre 21 y 23 años y esté razonablemente guapo, "bueno" o simplemente "cachondo" le coqueteo. No puedo evitarlo, aunque sea con una mirada o con una sonrisa. Esos niños me vuelven loco.

V. Me gustan los pies, aunque nunca he hecho nada muy heavy con éstos. Cuando tengo(emos) sexo con alguien más, a veces procuro ponerme con la cabeza en los pies del susodicho para poder contemplarlos y si están limpios, olerlos. A veces la gente no se da cuenta, otras se frikean pero una que otra vez se excitan por este hábito mío.

Vaya, pues he terminado. Siguiendo con las reglas, se supone que ahora debo nombrar a 5 personas para que contesten ésto, aunque no estoy tan seguro de que vayan a leerlo nada pierdo con intentarlo. Tomaré la lista de quienes han dejado algún comentario aquí anteriormente:

Castee, aunque ella nunca escribe sobre su vida privada en su "space" y probablemente no conteste.
Manuel y Eduardo Irabien, porque me encanta que estén juntos, aunque ahorita están de vacaciones y no sé cuándo regresarán y me leerán.
Vodka Von Vanille porque me fascina cómo escribe y me gustaría conocerlo mejor.
Kine, porque es una de mis personas favoritas.

lunes, enero 16, 2006

SMS

El sábado por la noche me puse una guarapeta de antología con Vodka.

En algún momento de la noche, el cual no recuerdo con mucho detalle, escribí este SMS a J.:

Je t'aime beacoup, mon petit, mon amour, mon beau.


Al siguiente día me respondió el mensaje con un:

Q cabrones s eso?


Y simplemente atiné a contestarle:

Debrayes de un borracho. Disculpa. Seguiré durmiendo


¡Bendita ignorancia!

viernes, enero 13, 2006

J. de postre, A. de cena

No hay mucho de nuevo qué contar: sólo se me había pasado comentar (y lo dejo por escrito para que cuando mi mellada memoria no pueda recordarlo simplemente tenga que venir a leerlo aquí) que la semana pasada, justo antes de que J. "se pusiera raro" otra vez, tuvimos lo que no sabía que sería (una más) "cogida de despedida".

Llegó J. a casa cuando O. y yo estábamos comiendo, sin habernos avisado que lo haría. Comió con nosotros y justo cuando me estaba cepillando los dientes para regresar a mis labores habituales, J. "me atacó", me llevó a la habitación, me quitó la ropa y tuvimos un breve pero realmente intenso encuentro sexual. Salió de la nada, no lo esperaba y no sé si J. ya sabía que de alguna manera sería "la despedida"... (hasta nuevo aviso, claro está, porque de que volverá a suceder, de eso no tengo duda). Unos momentos después llegó O. a unirse a la diversión, y la pasamos tan bien los tres... Después J. se fue, casi no hemos hablado por teléfono y no nos hemos vuelto a ver. Supongo que así será por algunas semanas.

Por otro lado, A. nos ha visitado por estos días y la hemos pasado genial. Claro está, hay algo por ahí (yo sé qué es: el recuerdo de J.) que no me deja disfrutar plenamente de nuestros encuentros, pero no sé cómo es posible que A. sea tan cachondo, ¡me gusta tanto! Es diferente a J. físicamente, pues J. es blanco, con la piel tersa como la de un bebé y A. es moreno, alto y fuerte. Ambos me encantan y me vuelven loco. En días pasados A. se quedó a dormir en casa y pasamos una noche loca, yo tuve que trabajar al siguiente día pero la diversión la continuaron por la mañana O. y A., lo que realmente me alegra pues O. no quería tener mucho qué ver con A. y al parecer ya se van acoplando más.

Lo único que me gustaría es poderme sacudir por completo a J. de encima y hacer lo que he repetido ad nauseam que debo hacer: aceptarlo cuando esté y no extrañarlo cuando se va. A ver si algún día lo logro.

lunes, enero 09, 2006

Entre mil dudas (Estoy hecho un lío)

Quisiera poder ser totalmente racional y evitar que mi corazón sintiera lo que siente, pues a menudo que algunas decisiones que he tomado están mal pero aún así no puedo evitar tomarlas.

Sé que está mal que siga con alguna estúpida idea romántica de J., con la esperanza de que un día de estos va a dejar a su pareja y se va a ir a vivir con nosotros y viviremos felices los tres por siempre, como en un cuento de hadas. Debería hacer caso a lo que me dice O. y simplemente "disfrutar el momento", si está J. con nosotros un rato, pasarla bien y si no está, no preocuparme. Eso lo sé a nivel racional, pero... ¿cómo se lo digo a mi corazón?.

Alguna vez alguien me dijo que la vida constaba solamente de ciclos y creo que tiene razón: con J. los ciclos se van cerrando cada vez maś rápido, como si fuera un caracol y me da miedo pensar qué sucederá cuando lleguemos al vórtice de éste. El ciclo va más o menos así: un día, sin siquiera esperarlo, llega, coquetea y se va dejándonos pensando y recordando con placer todo lo que hemos hecho juntos. Después de estar algunos días así llega el momento en el que damos rienda suelta a la pasión y tenemos sexo intensamente por algunos días. Después nos sigue viendo cada vez un poco menos con sexo ocasional, al mismo tiempo en que se va poniendo "raro" y "serio" hasta que llegamos al punto de no vernos por días o por algunas semanas. Después, de la nada vuelve a aparecer y recomienza el ciclo. Disfruto mucho cuando estamos en el punto de "sexo intenso" en dicho ciclo pero después de eso me quedo con mil dudas.

Por otro lado, al parecer A. ha llegado para quedarse pues lo hemos visto otra vez. Lo negativo del asunto es que me siento mal teniendo sexo con A. porque pienso que estoy haciendo algo "incorrecto". Y no, mi moral es mucho más relajada de lo que pudiera pensar la gente y no es el hecho de tener sexo con alguien más lo que me molesta sino precisamente hacerlo con A. por quien aún tengo débiles sentimientos y quien, estoy seguro, aún quisiera estar con O. y conmigo otra vez. No me gustaría jugar con los sentimientos del chico. ¡Diantres! Es tan bueno en la cama él también. Es muy diferente a J. pero con ambos es intenso. De todas maneras, no disfruté tanto del sexo con A. por andar pensando en J.

Estoy hecho un lío con mis pensamientos e ideas, tengo que poner todo en orden si no quiero enloquecer.

miércoles, enero 04, 2006

Patético él, patético yo

Ese tipo, la pareja de J., no deja de sorprenderme: resulta que se enteró de que J. "se escapó" unos días con nosotros, obviamente sin conocer los "detalles sucios" que he contado aquí (aunque puedo pensar que se los imagina) y su reacción, después de reclamarle y pelar, fue... ¡comprarle una computadora nueva!

Yo no sé hasta cuándo va a entender este tipo que a las personas no se les puede comprar (aunque a J. lo ha comprado todo, qué coraje me da) pues primero con el carro que le regaló para que nos dejara a O. y a mí y se regresara a vivir con él, luego con el cambio a la casa nueva y ahora, ¿una computadora? ¿De qué se trata el asunto?

Definitivamente el tipo es patético, pero yo soy más por enojarme por estas cosas, ¡siento tanta impotencia y coraje!

lunes, enero 02, 2006

Días de ensueño

Recientemente O. y yo pasamos unos días con J., alejados de nuestro hábitat natural y de la cotidianeidad. No pensé que fuera a suceder algo como lo que sucedió, pues aunque habíamos vuelto a tener aventuras sexuales con J., la relación se había "enfriado" en las últimas semanas a niveles casi nulos, habiéndonos limitado a vernos una o dos veces por semana y sin hacer realmente nada. Pensamos O. y yo que J. ya se había arreglado con su pareja y de cierta manera nos sentimos aliviados porque nos hicimos a la idea de que lo olvidaríamos poco a poco y quedaría tan sólo una amistad y bellos recuerdos del pasado. También hay que tomar en cuenta que la reaparición de A. nos movía un poco el esquema y nos invitaba a seguir adelante, tal vez con él o tal vez no.

Como siempre, J. tiene la capacidad de moverme todos mis esquemas, agarrarme "con la guardia baja" y hacerme ceder a su más mínimo capricho. En mi favor tengo que alegar que cualquier otra persona que estuviera en mi situación se sentiría de la misma manera, pues una sola mirada de J. te puede desbaratar. ¿Cómo decirle que no a ese chico tan lindo?. Pues bien, con ese conocimiento, cedí y me dejé disfrutar de lo que sucedió en esos días.

Advertencia: El siguiente relato contiene elementos sexuales descriptivos por lo que si a alguien le ofende la naturaleza de dichas descripciones tal vez no quiera continuar leyendo. Aunque, pensándolo bien, si eso le ofendiera a alguien no estaría leyendo este blog, ¿verdad?.

El reencuentro con J. en público fue emocionante y largamente anticipado. Cuando supe que lo iba a ver otra vez mi cuerpo se descompuso: me enfermé de resfriado, me enfermé del estómago y simplemente no podía estar bien. Me dijo O. que probablemente todo era a causa de los nervios y realmente así fue porque después de ver a J. otra vez me sentí aliviado. El encuentro, con una mirada penetrante y un apretado abrazo me hizo ver la realidad: estaba ahí, otra vez, con J. y con O. y los días prometían.

La tensión sexual fue evidente a lo largo del día y para la primera noche sabía que volvería a suceder y que sería intenso... ¡sí que lo fue! cuando finalmente estuvimos alejados de las demás personas, a solas por fin los tres, J. iba manejando (no, no ese auto nuevo que tanto odio por el que nos abandonó) y yo iba de copiloto, O. se encontraba en el asiento trasero. No resistí más, no resistí a las caricias que J. me iba haciendo en la entrepierna y le desabotoné sus jeans para dejar salir su enormidad que realmente debería ser ilegal con ese tamaño y grosor pero que tanto me encanta. La recorrí con mis trémulos dedos y jugueteé un momento hasta que hice lo que realmente ansiaba: agacharme entre su entrepierna y el volante y dejar que todo (lo que se podía, al menos) entrara en mi boca. En poco tiempo J. empezó a gemir de placer y eso me excitó mucho, aunque él debió continuar conduciendo. Estuvimos en el cachondeo a alta velocidad por un rato, O. también participó desde la parte trasera, pero las hormonas de J. pudieron más y se desvió del camino principal hacia una solitaria brecha en donde yo creo que él sabía que no pasaría nadie (hopefully) y ahí nos detuvimos a continuar con las caricias, los besos cachondos y profundos y los abrazos interminables. Estuvimos un buen rato, pero J. se puso un tanto nervioso porque alguien nos encontrara así que decidimos emprender el regreso sin haber terminado y con el deseo exacerbado.

Un poco más tarde pensamos en que por ese día ya no sucedería nada más, pero J. se las arregló para a escondidas llegar hasta donde estábamos nosotros y ahora sí bajo la complicidad de un aislado y mal iluminado cuartucho dimos rienda suelta a la pasión desenfrenada. No sé cuánto tiempo pasó, no puedo saber tampoco cuánto hicimos pero que me perdí en los ojos negros de J. durante mucho rato. Por un momento no sentí las caricias, el calor de su piel, sus besos, sus apretujones sino sólo la certeza de que estaba ahí, con él, "haciendo el amor" por más cliché que eso pueda sonar y alejado del resto del mundo. Ésa era mi realidad en ese momento, y la disfruté como nunca. Lo penetré, lo hice mío otra vez y me volví loco entre sus nalgas, esas nalguitas ricas con las que sueño a menudo.

Cuando todo terminó debimos dormir separados pero soñé con J. esa noche, soñé con los recuerdos de toda la historia que hemos tenido juntos y estuve fantaseando con la parte de la historia que nunca sucedió pero que anhelo (sí, lo debo aceptar, aunque después me duela) con toda mi alma: que los tres estuviéramos juntos por siempre, en una feliz relación que nunca sucederá. Al siguiente día otra vez, a aparentar "normalidad" con la gente mientras por dentro seguíamos ardiendo los tres; estoy seguro de que O., quien es más cachondo que yo, estaba ansioso porque pudiéramos estar a solas con J. otra vez y durante el día se dio la oportunidad de estar brevemente un momento a solas, en un lugar público en donde J. quiso que le tomáramos unas fotografías ¡totalmente desnudo!. Oh, sí, tengo esas imágenes, de hecho las estoy contemplando en este momento y seguirán junto a mí para mis mayores placeres onanísticos; tengo a J., en versión miniatura y au natural cada que me plazca.

Por la noche pensamos que, ahora sí, no podríamos hacer nada sexual con J., pues estuvimos rodeados de personas pero al final nos las arreglamos para volver a estar solos. Habíamos tomado un poco y J. quería penetrarme pero simplemente no pude. Ya lo he escrito en otras ocasiones: debo estar muy borracho y muy relajado, estúpido de mí, y el tamaño del miembro de J. no me facilita nada las cosas. Quien sí disfrutó de ser penetrado fue O. y para mí ése fue un fascinante espectáculo visual. Un poco más tarde J. le preguntó a O. si quería venirse en su boca, y O. accedió gustoso. Yo no me quedé atrás e hice lo mismo: me vine en la boca de J. y sé que voy a sonar trillado pero... ¡qué orgasmo tan intenso tuve! Verlo a él, el niño más precioso del universo, con mi miembro dentro de su boquita es algo que simplemente no se puede describir ni comparar con nada más.

Al día siguiente J. debía regresar con su pareja y nosotros a nuestra realidad y empecé a hacerme a la idea de que eso sucedería, pero J. hizo algo inesperado: a pesar de que había dicho a su pareja que regresaría para esa noche no lo hizo y pasó una noche más con nosotros... ¡qué noche! fue la tercera juntos pero eso no hizo mella en la intensidad del sexo. Yo no sé qué tiene ese niño, ya son muchos meses desde que sucedió la primera vez y sin embargo me gusta cada vez más. Científicamente debería ser al revés y bajar la intensidad del sentimiento pero simplemente no puedo, es algo que siento muy dentro y que no puedo controlar.

Cuando amaneció, entonces sí, debió regresar y separarse de nosotros pero no me importó: me dejó con una sonrisa bien plantada en el rostro y tengo la certeza de que se volverá a repetir, pues nuestra historia no puede ser ni será interrumpida así, abruptamente, seguiremos en nuestras andanzas con él mientras haya oportunidad.

Sé que en estos días se cumplieron tantas fantasías que parecen propias de una historia de ficción pero que sin embargo estoy tan orgulloso de haberlas vivido que sigo recordándolas como en un ensueño. Este nuevo año sí que pinta bien.