domingo, agosto 14, 2005

Estoy en el paraíso. (Heaven, I am in heaven, o: A la cama con J.)

No sé por qué no lo pude ver (o no lo quise aceptar) si era obvio que lo inevitable vendría: O., J. y yo terminaríamos en la cama, y así sucedió. Me siento flotando, estoy entre las nubes... ¡estoy enamorado!

Después de cuando nos vimos el jueves, el viernes no aguanté y le volví a llamar (ya sabía que lo haría, era imposible no hacerlo) y me contesté. Noté una mezcla de emoción y excitación en su voz y entonces supe que volvería a suceder. Me preguntó si saldríamos de antro esa noche, le dije que no teníamos ganas y me dijo que si no íbamos con él no saldría pues sus amigos habían salido y no tenía con quién ir. Le propuse, mejor, hacer una "noche de películas" y aceptó. Me resigné (tal vez, tal vez) a pasar otra noche contemplándolo mientras él viera la televisión y con esa idea terminé mis actividades del día y ansiosamente esperé a que llegara la hora de verlo.

Aunque lo haya visto casi todos los días en esta semana, cada que lo veo me sucede lo mismo: no puedo evitar quitarle los ojos de encima, mi respiración aumenta el ritmo y siento que me voy a desmayar. Me gusta mucho, muchísimo y no lo puedo evitar. El viernes por la noche estaba especialmente guapo, como si ya tuviera planeado que sucediera lo que sucedió.

Llegamos a la casa, vimos una película. Me hizo prometerle que no lo vería tanto "porque le incomodaba un poco" y con mucho trabajo cumplí con mi promesa. Terminó la película, platicamos un rato y pusimos otra película (era "noche de películas", debíamos hacerlo) pero en esta ocasión noté ciertas miradas de él hacia O. y hacia mí que me dijeron que algo más sucedería. ¡Y sucedió!

Terminando la segunda película estuvimos platicando. Nos pusimos en el mood de tomar alcohol, pero yo decidí mejor no hacerlo. Aún así, les serví unos tequilas a O. y a J. y, aunque no tomaron mucho, los ánimos iban mejorando. En algún momento me dijo J. que le hiciera un striptease (¡cabrón! sabe que no me puedo negar a cualquier petición suya) y aunque me hice del rogar, terminé cediendo. O. encontró por ahí un disco viejo de "Right Said Fred" y al ritmo de "I'm Too Sexy" les bailé alternadamente a J. y a O. En un momento mientras estaba bailando, me quité la playera y me subí sobre J., a quien no le molestó en absoluto; por el contrario, me acarició mis pectorales y mis brazos que, dicho sea de paso, están en muy buen estado gracias al gym y entonces terminó la canción y tuve que parar abruptamente el show. Le pedimos a J. que ahora él hiciera el espectáculo y pidió otro tequila "para animarse". Después de tomarlo apresuradamente, se dispuso a hacer lo propio y bailó. ¡Qué baile! Auténticamente en ese momento podría haber muerto y habría estado en el paraíso. Si de por sí es guapo y sexy, verlo bailar de forma aún más sexy es inmejorable. Se quitó la playera y por primera vez pude contemplar su pecho y su abdomen que me vuelven loco, pero no se detuvo ahí. Mientras repegaba su cuerpo cachondamente contra mí y contra O., se desabotonó sus jeans y pude sentir su evidente erección contra mi cuerpo. Insisto: estaba en el paraíso. La canción terminó pero eso no le importó y continúo con el espectáculo. O. estaba sentado y J. se puso sobre él y me jaló atrás de él, para que yo bailara pegado a sus sabrosísimas nalgas mientras él bailaba sobre O. Esa imagen es algo que difícilmente me sacaré de la cabeza en muchos años: los tres ahí, bailando, sintiéndonos strippers pero más que nada cachondeando y dejando que nuestros cuerpos rebosaran de placer.

Después de unos momentos olvidamos el baile pero no se detuvo el calor que sentíamos y le dimos rienda suelta a nuestras pasiones. Nos besamos J. y yo, nos fundimos en un beso que duró una eternidad mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, excitadas. Hicimos lo mismo con O., lo besamos entre los dos y disfruté uno de esos "besos de tres personas" que tanto me gustan. Ponernos los tres en triángulo, dejar que la lengua entre en una y otra boca, indistintamente es algo muy sabroso, mientras las manos pueden agarrar por igual una verga, unas nalgas o los pechos. Tocarles la barba a ambos hombres mientras se besan es algo incomparable también. Estuvimos cachondeando un buen rato, hasta que decidimos trasladar el cachondeo a la habitación. Yo me sentía soñado, temía que en cualquier momento despertara de mi sueño más loco. Había pensado tanto en J., había soñado tanto con ese momento y me había hecho tanto a la idea de que no sucedería con él que era auténticamente irreal. Ya en la cama hubo de todo; probamos posiciones conocidas y hasta nuevas, en donde siempre procuraba quedar cerca de J. y disfrutar de su cuerpo tanto como él estaba disfrutando de los nuestros. Los besos eran de lo mejor, y eso que no beso a cualquiera, como ya lo había comentado. Su verga es gruesa y uncut, ¡mi fantasía! aunque lo que realmente me vuelve loco son sus nalgas, esas nalguitas tan perfectamente formadas en las que me podría perder durante toda la vida. Le mamé la verga, me la mamó, me hizo un beso negro exquisito (yo estaba perfectamente limpio y recién bañadito, por supuesto) y pasamos auténticamente, toda la noche cogiendo. En algún momento J. quedó bañado de semen pero no le importó, y tiernamente me pidió que le ayudara a limpiarse.

Alrededor de las siete de la mañana del sábado, ya muy cansados y desvelados, propuse -a manera de fantasía- que nos quedáramos dormidos los tres, abrazados y aunque estaba seguro de que J. no aceptaría porque tiene que llegar a dormir a su casa, dijo que sí. Ésa fue otra experiencia celestial. No me malinterpreten, coger es de lo mejor, pero dormir con el objeto de tu afecto, estar abrazados y permitir que los cuerpos se hagan uno solo con ese calor peculiar, mezcla entre pasión, amor y ternura es algo que simplemente no se puede cambiar por nada.

Dormimos un par de horas, hasta que J. me despertó y al calor de nuestros cuerpos y por la cachondez de la mañana no pudimos evitarlo y otra vez le dimos los tres rienda suelta a nuestra pasión. Podríamos haber durado cogiendo toda la vida, hasta que mi cuerpo explotara y me dijera que ya no podía más. ¿Qué más daba? ¡Estaba con J.! ¡Mi sueño se hizo realidad!

Más tarde, después del medio día, lo llevamos a su casa pero mis pensamientos nunca se apartaron de su lado. Me chocó un poco el hecho de que O. hubiera ya quedado con un amigo de recogerlo en la estación de autobuses porque nos iba a visitar por el fin de semana. Claro, O. no tiene la culpa pues ese compromiso ya lo teníamos desde hace algunos días y no sabíamos, ni teníamos idea, de que algo sucedería con J., pero aún así deseé que no hubiera tenido que hacerlo.

Han sido dos días agradables con el amigo de O., es muy buena onda y la pasamos bien aunque mi mente no se puede apartar de J. Le llamé ayer por la noche y hoy otra vez, ¡ya quiero verlo! Probablemente mañana lo haga pues ya no resisto estar otro día sin su compañía.

A pesar de que no sabía si íbamos a coger con el amigo de O., anoche me sentía tan nostálgico por J. que me fui a dormir y dejé a los caballeros que se entretuvieran como quisieran. Creo que cogieron por la noche, había condones usados y eso lo dice todo. Por la mañana me despertaron otra vez con sus gemidos inequívocamente sexuales y al estar junto a mí en la cama, me uní a la diversión aunque no lo disfruté tanto porque no me podía quitar de la cabeza a J. Claro está, no pretendo decir con esto que no cogeré con alguien más ni que quisiera una relación monógama con J. (sería estúpido, ahí está O. con quien estaré toda la vida y jamás lo dejaría por nada en el mundo); no es necesario hacerlo pero hoy especialmente no tenía ganas de hacer algo con nadie más que no fuera con J.

Recuerdo aún con claridad una confesión que J. me hizo en algún momento de la noche: me dijo que besaba riquísimo, que la noche en que nos conocimos y que nos besamos durante tanto tiempo pensó que eran los besos más ricos que le habían dado jamás. Puesto que esta misma semana A. me dijo lo mismo, ahora me creo el mejor besador del universo.

No estoy seguro de qué vaya a suceder ahora. Supongo que sólo debo dejar que las cosas sigan su flujo. Quisiera que J. se uniera a nosotros no sólo de manera ocasional, sino quisiera que fuera "nuestro novio", pero es muy pronto para pedirle algo así. Supongo que deberé tener paciencia y simplemente esperar, a ver qué sucede. Las posibilidades son infinitas. ¡Te quiero, J.! ¡Te extraño mucho!

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