jueves, agosto 11, 2005

Dedos entrecruzados, manos sudadas y nerviosas.

Ya hasta parezco niño de prepa. Aquí estoy: enamorado y emocionado porque parece que la cosa va mejor cada vez, pero al mismo tiempo me siento confundido y "sé" que estoy haciendo algo que no debería. No quiero lastimarlo.

Pues sí, ayer salimos después de lo de la llamada y lo primero que quería era percibir su mirada pues no nos habíamos visto desde la fiesta del sábado. Fue una mirada dulce y tierna la que me dio, como sólo él podría. Es, auténticamente, un hermoso angelito de 21 años. ¡Me gusta tanto J.!

Estuvimos él, O. y yo en un lugar público, y en un par de ocasiones de manera nerviosa J. y yo nos tocamos con la punta de los dedos, y en otra ocasión nos tomamos de la mano, mientras nos veíamos a los ojos. ¡Sí me quiere! Al menos eso percibo, al menos eso quisiera yo. De otra manera, ¿por qué lo haría? Me desarma por completo cuando me sonríe de una manera cachonda y seductora, pero tierna a la vez. ¡Qué ganas tengo de llevármelo a la cama! De cogérmelo por horas y horas, de venirme una y otra vez en esas nalguitas tan sabrosas que tiene y de dormirme abrazándolo, para despertar así y volver a coger al otro día. Me pone tan mal ese niño...

Claro que, al mismo tiempo, sé que estoy haciendo mal. Aunque me quisiera, aunque estuviera enamorado de mí, no va a resultar en algo bueno. Él es un buen niño quien está acostumbrado a otra clase de cosas, no merece que lo haga sufrir y creo que me estoy haciendo experto en hacer sufrir a la gente. Al menos A. me dice que sufrió, y no dudo que S. haya sufrido también. Con J., mi J. podría ser diferente pero no lo sé. Son más interrogantes que certezas las que tengo por ahora con respecto a él.

Apenas lo vi ayer, y ya le quiero llamar otra vez.

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