viernes, febrero 01, 2013

¿Y ahora qué?

Febrero, "mes del amor" dice la mercadotecnia. "Mes del desamor", digo yo. Después de cuatro años y casi un mes, al parecer nuestra relación con ÉL ha terminado; o al menos está en proceso de terminar o de cambiar profunda e irremediablemente de un modo que no puedo o quiero imaginar.

El Navegante Vagabundo lo ha dicho antes y lo repite ahora: éste es un blog principalmente sexual; un espacio que solía usar hace ya tantos años (no es por hacer sentir viejo a nadie, sino a mí mismo; ¿pero imaginas que empecé con este proyecto hace 8 años ya?) para escribir todo lo que no podía contarle a nadie, no porque fuera vergonzoso sino porque yo creía que la gente en mi entorno aún no estaba preparada para conocer la verdad.

El mundo ha cambiado en estos ocho años ciertamente, aunque (y lo digo no sin cierto dejo de orgullo) me parece que O. y yo no lo hemos hecho. Nosotros seguimos y seguiremos caminando juntos por la vida. Durante cuatro años y casi un mes, ÉL nos acompañó en nuestra aventura cotidiana. Una "relación de tres" (me sigue gustando más el socorrido y trillado ménage à trois) que pasó por muchos, infinitamente más momentos buenos que malos, aunque ciertamente hubo tragos amargos.

Durante todo este tiempo este blog tuvo una pausa porque mi vida sexual fuera de nuestra relación estuvo casi en pausa (please, don't ask, don't tell! ;)) y sin embargo parecía que en los últimos meses nos habíamos convertido en una "relación abierta". No funcionó, y no fue ésa la razón por la que terminó (o está en proceso de terminar o al menos evolucionar drásticamente) sino una sórdida historia sin mucho glamour que lo más probable es que jamás relate en este espacio.

Lo que sí puedo, y debo relatar son posiblemente las limitadas experiencias que tuvimos los tres con un par de chicos. Primero con un amigo "power bottom" a quien nos cogimos despiadadamente y hasta el cansancio y posteriormente, hace apenas poco más de un mes (y que se repitió hace un par de semanas) con... ¡imagínate!. No te contaré... ¡utiliza tu imaginación!. ¿Te rindes?. Bien, pues te diré: ni más ni menos que con S.. Sí, aquel cuya historia fue la base de inspiración para escribir este mismo blog.

¿Coincidencia? ¿Ciclos? ¿"Conspiración del universo"?. Llámale como quieras, pero el que hayamos tenido una experiencia sexual (y ciertamente afectiva) con ÉL y S. al mismo tiempo fue ciertamente un sueño (literal) hecho realidad.

Los detalles cachondos y sexuales los contaré seguramente en alguna entrada posterior; ¡prometo ahora volver a escribir!. O mejor no prometo nada, porque me odio cuando miento (jojojo) y el no poder cumplir mis promesas me estresa.

Ahora me voy; supongo que esta noche O. y yo habremos de "salir" (un término muy ambiguo ahora en estos tiempos, en los que no tienes que realmente salir de manera física para hacer nada) de cacería para aliviar, al menos un poco, el dolor y la tristeza de haber perdido a ÉL.

¡Hasta la próxima! ¡Navegante Vagabundo ha vuelto! ;).

domingo, mayo 29, 2011

Sexy

You (still) smell like sex. I like it. Sexy!

jueves, febrero 12, 2009

Qué ironía

(Entrada número 100. ¿Coincidencia? ¡Totalmente!).

Qué ironía. En "el mes del amor" (o al menos eso es lo que la maldita mercadotecnia le hace creer a la gente idiota), el Navegante Vagabundo está enamorado. Sí, otra vez. No; no tiene nada que ver con ninguna de las ocasiones anteriores. Lo repito: El Navegante Vagabundo está enamorado. Mucho. Profusa y profundamente enamorado de O.; y, por supuesto, también lo está de ÉL.


Dice la gente supersticiosa que si cuentas algo entonces podrías arruinarlo y no se volverá realidad. Yo no soy supersticioso, pero por si las dudas no contaré nada, absolutamente nada de este amor. O tal vez sí, sólo un poquito... tal vez pueda y quiera decir que ÉSTE es "el bueno". I can feel it. Ahora sí.

Lo digo con todas las letras, sin tapujos y como una ironía en este mes, por pura coincidencia (lo juro por mi vida): TE AMO.

Una vez más: T-E A-M-O.

Cuando sea el momento en que leas esto y por ende el resto de las historias aquí narradas, espero que puedas entenderme, comprenderme, perdonarme, tolerarme, amarme... sí, amarme como lo has hecho hasta ahora.

Al Navegante Vagabundo le gusta estar tan enamorado, aunque sea en este "mes del amor". No importa: de todos modos lo estará toda la vida.

jueves, mayo 22, 2008

¿Qué hacer?

¿Qué hacer cuando tu "gran secreto" ha sido descubierto, aún por quien más temías que lo hiciera?. ¿Qué hacer cuando no sólo amigos cercanos, sino ahora desconocidos y hasta participantes directos o indirectos en las historias aquí narradas entran a leer este blog?. ¿Borrarlo, tirarlo a la basura o continuar escribiendo como si nada hubiera pasado?. Vamos, es mi vida y siempre he hecho con ella lo que se me pegue la gana, pero el tema de involucrar a más gente es el que me molesta realmente.

¿Acaso ahora deberá quitarse el Navegante Vagabundo la bolsa de papel puesta sobre su cabeza y sustituirla por una de las tantas fotografías reales de él?. ¿O deberá declarar este blog como muerto (como si no lo estuviera ya, con más de medio año de abandono) y orar porque el tiempo haga su trabajo y eventualmente todos lo olviden?. Pero no... ¡no quiero!. ¡No debo!. Me he negado la oportunidad a mí mismo de narrar historias que han sucedido las cuales ahora aún recuerdo con cierta claridad, pero que estoy seguro que apreciaré mucho más el tenerlas disponibles dentro de, digamos, unos diez años cuando mi memoria sea aún más frágil de lo que es ahora. ¡ME DEBO DAR ESA OPORTUNIDAD!.

Y sin embargo, no sé cómo. No se me ocurre cómo volver a escribir con la misma naturalidad y soltura de antes, cómo continuar siendo completamente honesto con mi escritura como lo he sido hasta ahora, a sabiendas de que tú, J., "tu pareja" (el señor ése) y varias personas más se encontrarán escrutinando dentro de mi alma, dentro de mi corazón y dentro de mi sexo. No lo sé, supongo que no puedo. ¿O sí puedo?. Ya lo intenté una vez después de que me enteré que algunos amigos más o menos cercanos leían esto y al principio fue un tanto incómodo pero después dejó de importarme. ¿Será que pueda dejar de importarme ahora?. ¿Será que pueda volver a plasmar en este espacio mis sentimientos actuales por J., por A. o por esa gente que me rodea?. No lo sé, no creo. Por supuesto, sigo teniendo el apoyo de O., como siempre (quien jamás ha leído este blog a pesar de que supo de su existencia desde el primer día, qué cosas), pero aún así no quisiera tampoco involucrarlo en algo en lo que ni se ha metido.

¿Qué hacer?. No lo sé, pero el tiempo sigue transcurriendo y yo sigo viviendo y sintiendo; teniendo ganas de dejar que el Navegante Vagabundo continúe relatando sus andanzas (no tan) secretas. Aún no decido si se lo permitiré.

¿Qué hacer?. ¿Qué hacer?...

martes, octubre 30, 2007

Mejor poco bueno, que mucho regular (¿o será que simplemente te haces viejo?)

No hay excusas, no hay explicaciones, no hay nada; simplemente aquí estoy otra vez.

Platicaba con mi almohada la otra noche y me puse a analizar que en este año que ha transcurrido he tenido sexo con mucho menos personas de lo que solía hacerlo todos los años anteriores. Cuando me empezaba a alarmar, también noté que el sexo que he tenido con esas personas ha sido de mejor calidad. Vaya; poniéndolo así no suena tan malo pero lo que me sonó mejor de todo fue lo siguiente: (la mayoría de) las personas con quien tuve sexo, ¡realmente me gustaban!. Mucho; algunas en verdad, mucho.

No lo sé: a veces temo que O. y yo vayamos "madurando" (qué horrible palabra, ¿no podemos inventar otra?) de diferente manera, pues mientras que él mantiene su líbido casi al mismo nivel que hace ya varios años, yo ya soy mucho más mesurado en lo que respecta al sexo. Y no, en verdad este hecho no me aterra ni creo que sea algo "malo", simplemente creo que... "es". Lo bueno es que nos hemos podido acoplar y estoy seguro de que lo continuaremos haciendo bien de esta manera, pues en más de mil ocasiones he dicho que O. es el hombre de mi vida y nuestra relación ha evolucionado de maneras que no me imaginé hace casi una década, cuando éramos jóvenes, bellos e ingenuos. Ahora sólo continuamos siendo bellos. Últimamente O. ha incursionado en más aventuras sexuales por su parte, yo en muy pocas o en casi ninguna pero igualmente vamos bien y siempre juntos.

Las ganas de regresar a escribir aquí me regresaron por este chico a quien vimos el fin de semana pasado y quien nos dio momentos de indescriptible placer. Releyendo lo que escribí hace poco más de un año cuando lo conocimos, creo que el "indescriptiblemente precioso" usado para referirme a él no le hace justicia. Es, sin duda alguna, uno de los chicos más guapos y lindos que habitan por estas latitudes, ¡y lo hemos tenido en la cama!. Platicamos mucho; su conversación es divertidísima, vimos una película cómica y... tuvimos sexo. Por supuesto que lo hicimos y lo disfruté como pocas veces se disfruta del sexo con un semidios bajado a la tierra con el sólo propósito de darte placer. Si por mí fuera, éste sería EL ACOSTÓN del año y podría permanecer mucho, mucho tiempo sin volver a tener sexo. La imagen de mi semen impregnando su carita de ángel es algo que no se irá de mi cabeza probablemente nunca jamás.

También está J.; por supuesto que está y que continuará ahí mientras tenga vida. He tratado, claro, de sacármelo de las entrañas; pero cualquier lector de este blog sabe ya a ciencia cierta que eso es y será imposible de por vida. Es una verdad tan absoluta como la ley de la gravedad y permanecerá ahí por los siglos de los siglos. No me importa: ya aprendí a vivir con ello; una mezcla de uno de los más grandes amores que he llegado a sentir (y que, por desgracia, continúo sintiendo) en toda miv ida y uno de los más profundos dolores también. Las canciones me siguen recordándolo y sigo llorando de vez en vez cuando alguna ha sido dedicada exclusivamente a él, a mi eterno J., quien es (no el único, ciertamente) el dueño de tantas cosas mías. ¿Y por qué? ¿Y para qué?. No lo sé pues he "analizado" ya una y otra vez las cosas, con mi cabeza fría y "científica" y sé que no tiene razón de ser. Lo he platicado ya con algún muy buen amigo también y por supuesto que le resulta descabellada mi suerte de obsesión por J., a quien no puedo amar más pero tampoco puedo estar junto a él.

Hemos tenido sexo, por supuesto. Después de que acepté que de nada servía estar ignorando su existencia y me perdí en sus brazos más de una vez desde hace algunos meses ya, que nos hemos vuelto a ver. ¡Pero duele tanto cuando nos vemos!. Duele tanto porque en algún momento él se tiene que ir y cuando estoy entre sus brazos podría permanecer eternamente ahí, viviendo de su calor, abrazándolo, abrazándome... pero lo cierto es que no sucede ni sucederá: él se va y entonces me cae en la espalda la cubetada de agua helada con trocitos de realidad. Ni modo; así son las cosas y así he aprendido a aceptarlas.

También está la "normalidad", por supuesto, cuando no lo veo y me resisto a verlo durante algún tiempo por más que él me insista. Es entonces cuando puedo "jugar a dios"; jugar a que tengo el control y que él es quien me ruega para estar conmigo, para compartir algunos momentos de nuestras vidas. Y yo le rehúyo, me escondo, pongo cualquier pretexto para no vernos y entonces me siento un poquito menos miserable. Qué cosas, ¿verdad?.

Pero, basta de J.; mejor regreso a los recuerdos de los chicos de últimamente... estos chicos que existen y han existido para que el mundo sea un lugar más habitable; quienes con algunas horas de placer te pueden "dar pila" para continuar viviendo durante muchos, muchos meses más. Es extraño, pero le comentaba a O. que últimamente he tenido un tino impresionante para dar clic a los perfiles de los chicos que sólo tienen de 21 a 23 años en el sitio de contactos de moda en el cual me gusta pasar las horas muertas en la oficina. Eso sí: prácticamente nunca hablando con nadie ni poniéndome de acuerdo para nada: con ver me conformo. De vez en cuando, muy de vez en cuando algún chico lindísimo me enviará un guiño o un mensaje privado... entonces, sólo entonces agradezco a la vida por su existencia y... me dejo querer, aunque sea por un ratito.

miércoles, julio 11, 2007

La vida es bella. (¡Y J. más!)

Muero de ganas por contar desde hace... bueno, casi un par de meses dos experiencias harto placenteras que no quiero que se pierdan en la bruma del tiempo. Hoy tan sólo me será posible relatar la primera de ellas aunque espero muy pronto escribir sobre la segunda, que también fue memorable.

El anticipadísimo, esperadísimo y sabrosísimo reencuentro con J.:

Por supuesto que iba a suceder. Yo lo sabía, O. lo sabía, tú lo sabias y el mundo entero lo sabía. La pregunta simple sólo era "¿cuándo?" y la respuesta llegó hace poco más de un mes, sin recordar ni tener la necesidad de precisar la fecha.

Lo inevitable "se veía venir" desde que J. empezó (otra vez) a acercarse mucho a O., llamándole por teléfono de manera frecuente hasta que en una de esas yo le contesté la llamada y... bueno, conversamos tratando de aparentar "que todo estaba bien" y que éramos simplemente dos viejos amigos. Por supuesto que hubo tensión al principio y hasta nerviosismo de su parte pues me colgó el teléfono la primera vez que contesté, volviendo a llamar algunos segundos después argumentando que "la llamada se había cortado". Como sea: el hielo estaba roto y ahí estábamos los dos, hablando otra vez después de habernos dicho una y otra vez que no volvería a suceder. ¡Cómo mentimos!.

Algún tiempo después, cuando ya habíamos hablado más de tres o cuatro ocasiones por teléfono, me preguntó si podía visitarnos. "Visitarnos". Ajá, claro... En el contexto de J. y nosotros, creo que la palabra "visitarlos" bien puede ser sinónimo de "ir a coger con ustedes" pero igualmente nos hicimos tontos. Todos lo queríamos, ¿qué no?. Quedamos en que, para que pareciera más casual el asunto (¡qué necesidad de hacernos pendejos!) iríamos juntos al antro de siempre de los viernes tan sólo "a convivir" (yeah, right) un rato. Antes de irnos estaríamos en casa, en el "precopeo" -que más bien fue coqueteo- y eso sucedió.

Imagínate, nada más, lo que fue para mí cuando le abrí la puerta y lo tuve en mi sala otra vez. Por supuesto que por fuera mostré todo el tiempo una actitud "cool" y hasta desinteresada pero por dentro me quería morir. Quería correr hacia él, abrazarlo, estrujarlo, besarle -no, ¡morderle!- el cuello, gritarle en el oído que lo odiaba porque no lo había visto en mucho tiempo pero que a la vez lo amaba con toda mi alma y que no quería que se fuera de mi lado nunca más. Todo eso me lo tuve que tragar en simples y esporádicas sonrisas casuales y estúpidas mientras conversábamos de cualquier cosa. Con vodka, por supuesto. El vodka no puede faltar jamás, y eso es lo que nos ayudó a relajarnos un poco más. Transcurriendo los minutos, las sonrisas fingidas se fueron para dejar paso a sonrisas genuinas y una que otra carcajada. Después de todo.. .¡hemos vivido algunas cosas juntos! nos merecemos recordar y añorar con placer lo que nos ha sucedido. Lo que no nos permitimos en ese momento ninguno de los tres (creo yo) fue el coqueteo pues eso desencadenaría una reacción inmediata que prácticamente nos empujaría a todos hacia la cama, sin que pudiéramos oponer resistencia. No, señor; en ese momento éramos tres viejos amigos simplemente conversando ante un vaso (que dio lugar a otro y a otro más, hasta perder la cunta) con vodka uva.

Llegó la hora en que íbamos a salir al antro y así lo hicimos. Fuimos junto con otro amigo ("el chico nuevo") y, tal vez por el destino o por la casualidad, ésa fue nuestra noche. ¡Estaba lleno de chicos lindos muchos de los cuales eran nuestros amiguitos! (if you know what I mean). Estaba él (¡quien cada día se pone más guapo!), él (al primero que menciono) y ¡él!. Todos bailando con nosotros y J. un tanto desconcertado pues de cierta manera creo que vio amenazado su "control" o como sea que le pudiéramos llamar. Lo cierto es que ésa es una de las pocas ocasiones en que he disfrutado tanto el estar incontables horas en el antro. Por supuesto que todas las noches, por más fabulosas que sean, tienen un final y cuando llegó el momento de irnos, J. nos dijo que él quería quedarse un rato más por lo que nosotros sin prestarle mayor atención simplemente le dijimos que "muy bien, que nos veíamos otro día" y nos disponíamos a irnos cuando uno de los chicos que mencioné previamente nos pidió ride a su casa, y al darse cuenta J. que nos iríamos con el chico de inmediato cambió de opinión y nos pidió irse con nosotros también.

Es un juego, ¿verdad?. ¿O un berrinche?. ¿Un capricho?. No sé, pero eso de "ahora me voy con ustedes porque se iban con el chico lindo" tal parece que es cualquiera de las tres cosas anteriores. O celos. Sí, tal vez tan sólo celos. Como sea, la idea es que fuimos a dejar al chico a su casa y O., J. y yo nos fuimos a la nuestra. No hubo mucho preámbulo a la llegada pues ya sabíamos a qué había ido y cómo terminaría todo. Nerviosismo por mi parte, sí, un poco. O tal vez no eran nervios; simplemente era la certeza de que en breve se vería cumplido el vehemente deseo anticipado y que volvería a vivir y experimentar tantas cosas que anhelaba con todo mi ser, por las cuales me permití sufrir y hasta llorar. Y así fue.

Fuimos directo a nuestra habitación. No nos sacamos la ropa de inmediato. El preámbulo fue corto pero avasallador: J. me tomó de las manos y acercó esos ojos negros y profundos a los míos. Me besó. Me besó como lo ha hecho ya infinidad de ocasiones y aún así cada beso que me da continúa sintiéndose tan anhelado e impactante como el primero. Me besó en la boca y nos fundimos en un abrazo al cual se unio O. y los tres volvimos a ser uno, cual trinidad bíblica. Nos despojamos de la estorbosa ropa mientras continuábamos besándonos, acariciándonos, amándonos. Su piel... he llegado a la conclusión (aunque ignoro si lo he escrito anteriormente o no) que la piel de esos lindos chicos es lo que me cautiva y me ata a ellos. Sí, algo tan simple y de lo cual no estaba consciente pero que estoy casi seguro de que es en lo que me fijo primero aunque no lo sepa. La piel de J. es tan especial, tan suave y a la vez masculina, con ese delicioso aroma que emana de todo él. En ocasiones me gustaría volverme tan pequeño como para poder vivir en su piel, recorrerla de arriba a abajo y perderme en ella. Pero ya desvarío. Siempre lo hago.

A los interminables besos y abrazos de tres bocas y seis manos recorriéndose plenas de deseo siguieron muchas más caricias casi indescriptibles. J. estaba en medio de los dos, evidentemente, como siempre fue su lugar (lo hizo casi de manera inconsciente cuando llegó a la cama: ocupó el lugar del medio. ¿O no será tan inconsciente?) y yo acostado a su izquierda mientras que O. ocupaba su derecha. De vez en vez J. voletaba hacia donde estaba O. mientras se besaban y se tocaban todo, en medio de suspiros entrecortados por el deseo. Cuando J. viraba hacia mi lugar, nosotros hacíamos lo propio. Fue en uno de los momentos en que J. me ofrecía su espalda cuando tomé precisamente lo que hay debajo de ésta. Con suavidad pero pleno de un deseo incontrolable, lo penetré. Él se quejó un poco... sólo un poco pero continuó besando a O. mientras yo me adentraba en lo más profundo de su ser, lentamente, permitiéndome movimientos cadenciosos que me llevaban al mismo tiempo desde el cielo al infierno: el cielo mientras estaba dentro de él y el infierno al momento en que salía por una fracción de segundo tan sólo para volver a entrar con más ímpetu. Después de algún tiempo, J. se volvió hacia mí para permitir a O. disfrutarlo de la misma manera... ¡y sí que lo hizo!. Fue el turno de O. de estar dentro de él, de poseerlo y hacerlo suyo, de hacerlo de los dos porque J. nos pertenece, porque nosotros le pertenecemos y porque estamos ligados de por vida de manera inevitable. Un rato después J. volvió a ofrecerme su cuerpo el cual tomé de inmediato, y después otra vez a O. y así estuvimos alternando hasta que el deseo nos puso a punto de explotar.

No fue todo lo que sucedió en esa noche; por supuesto que también disfruté de interminables minutos de tener su exquisito miembro en mi boca, y en la boca de O., y en ambas bocas (está lo suficientemente grande para llenarnos a los dos... y más). Hicimos toda suerte de posiciones y combinaciones que conocemos ya los tres a la perfección, dada nuestra historia, dadas nuestras vivencias. La cereza del pastel vino, claro está, al final.

En algún momento J. vio que teníamos la cámara fotográfica digital en el buró junto a la cama, y entonces solicitó lo impensable: me pidió que nos fotografiara, a los tres, teniendo sexo en la cama. No lo podía creer pues ha un par de años atrás, cuando llegó a vivir con nosotros y descubrió nuestras fotos en la cama con otros chicos hizo un drama monumental. Supongo que ésa era la manera de decirnos "está bien, ahora estoy cool y relajado" o no lo sé. Lo que sé es que tomé unas fotografías que me han permitido recrear esa noche una y otra vez y las cuales me acompañan en mis más alocadas fantasías. Y con cámara en mano, se preparó el acto final.

O. y yo estábamos de rodillas en la cama, cada quien al lado de J. quien dijo que tenía muchas ganas de que termináramos en su cara, en su boca y que además tomáramos fotos de eso. No lo podía creer... ¡eran como cinco fantasías en una sola!. Por supuesto que lo hicimos sin chistar. No hubo necesidad de estimularnos mucho, dado todo lo que ya habíamos pasado y casi al unísono O. y yo soltamos la estrepitosa aunque silenciosa descarga sobre la cara de J., quien a su vez se permitió disfrutar de la agridulce delicia de comerse parte de lo que de nosotros que recibió. Fue celestial, fue divino, fue un orgasmo tan delicioso el que tuve que difícilmente lo olvidaré. No, no difícilmente: no lo olvidaré, así como he atesorado ya otros tantos que he tenido con J.; todos ellos los recuerdo.

Ese día se quedó a dormir con nosotros y esa es otra cosa que casi no podía creer. Volvimos a compartir la cama para dormir, que es la segunda cosa mejor que puedes hacer en una cama. A ciencia cierta no recuerdo qué sueños tuve esa noche, mientras dormíamos los tres abrazados; J. en medio y nosotros cuales fieles guardianes a su lado. No recuerdo el tipo de sueños que tuve pero sí puedo decir que me desperté con una sonrisa. Sonrisa que me duró muchos, muchos días después y la cual ha vuelto a aparecer en mi rostro al momento de escribir esto.

Epílogo:

J. se fue a las pocas horas después de que amaneció. No hemos vuelto a estar en la cama con él, aunque la rehacer el contacto se ha vuelto más insistente que antes. A menudo quiere que nos veamos los tres y nosotros nos hemos rehusado. ¿Por qué? No lo sé, es un misterio hasta para mí. El día en que logre entenderme tal vez me convierta en la persona más sabia del mundo, pero mientras tanto yo mismo me pregunto a menudo por qué hago o por qué dejo de hacer las cosas. No ha problema, de todas maneras J. está ahí, nosotros estamos ahí y puede volver a suceder en cualquier momento. Oh, sí. La vida es bella.

miércoles, mayo 23, 2007

Costumbre, estupidez, lo que sea... (+ anexo1 + anexo2)

Dicen que el hombre es un "animal de costumbres". En mi caso probablemente es mejor cambiar el sustantivo "animal" y simplemente ponérmelo como adjetivo: ¡Navegante Vagabundo animal!. ¿Pero qué culpa tienen esos seres de que yo sea tan estúpido?.

Lo único que puedo pensar es que es la fuerza de la costumbre lo que hace que una y otra vez vuelva a caer e inevitablemente regrese a J.. Ya lo sé: doy hueva, pero como dijo por ahí alguien quien me encanta (apuesto a que más de uno sabe a quién me refiero): "prometí que nunca volvería a caer, pero esta vez no lo quiero evitar". Juro y perjuro que habían pasado ya meses sin tener contacto alguno con J. aunque siempre lo recordara durante algún momento del día, absolutamente todos los días. Ya no me dolía. O al menos ya no tanto. Tal vez no ayudó mucho el hecho de que mi O. empezara a "llevarse bien" otra vez con J. y conversaran a menudo por teléfono durante los meses anteriores. Supongo que yo tenía la (no tan) secreta fantasía de que O. y J. volverían a enredarse y por ende J. regresaría a mi vida, "como antes", "como aquellos tiempos", "como..." bah, sabes a qué me refiero. No sucedió así.

El viernes pasado salimos al antro de siempre al cual ya tenía algún tiempo que no asistíamos, o cuando lo hacíamos al menos no coincidíamos con J. y aunque siempre hay historias qué contar de esas salidas, ninguna me impacta tanto como cuando mi J. tiene algo que ver. Pues bien, estábamos ahí con "el chico nuevo" (quien por cierto me gusta mucho, ¡muchísimo!, pero no preguntes...) y en algún momento de la noche, mientras nos encontrábamos los tres bailando y por si eso fuera poco a nuestro lado también estaban él y él (¿te imaginas las posibilidades? nosotros 5 juntos...) aunque con sus respectivos acompañantes. Así pasábamos una noche que prometía mucho para todos, cuando apreció J....

Salió así, como de la nada. Fue toda una sorpresa para mí, aunque lo disimulé muy bien (creo yo, ja). Pensamos que no íbamos a encontrárnoslo porque un par de horas antes habló por teléfono con O. y le dijo que esa noche no iría, así que pensé que podía estar tranquilo. Creo que al momento de verlo, el nivel de vodka en mi sangre bajó unos 4 grados y casi-casi me sentí sobrio (¡jajaja, obvio no!) pero aún así intenté saludarlo de manera natural y desenfadada. Gosh, mi J. era por supuesto como lo recuerdo todos y cada uno de los días en mis fantasías. Si acaso un poco más guapo, creo que la edad le va sentando bien (¿qué me pasa? me estoy haciendo viejo...) y ahora que tiene... ¿24 años?, algo así, sigue siendo EL rey del lugar, EL semidios, EL dueño de mis pensamientos y actos inimaginables e incomprensibles por cualquier otra persona. Estuvo bailando con "el amigo de siempre" a nuestro lado; por supuesto que la tensión sexual entre él y yo no se hizo esperar y las ocasionales y "accidentales" miradas que intercambiamos se dijeron mutuamente todo lo que jamás dijimos con palabras: "Te extraño tanto que duele. No, no como la frase trillada... ¡duele en verdad, físicamente en el corazón!".

Yo permití que el vodka siguiera fluyendo a mis venas, y es que no puedo negar que a pesar de que me molesta un poco que exacerbe mis sentimientos simplemente ¡me gusta mucho!. Fue en un momento de "voy al baño" (mientras O. se quedó bailando con el chico nuevo) en que me encontré a J. en un pasillo del lugar y me detuve frente a él. Me miró. Lo miré. Me sonrió. Me desarmó por completo. Estoy seguro de que he escrito en más de tres ocasiones cómo me encanta su sonrisa, y cómo sería capaz de hacer cualquier cosa en este universo si me la pide con una sonrisa. Me preguntó cómo estaba y el diálogo fluyó de la siguiente manera:

N.V.: Hola... ¿Cuál es el Plan "B"? El Plan "A" no funcionó.
J.: ¿Y cuál era el Plan "A"?
N.V.: No verte, no hablarte, alejarme de ti para ver si así podía olvidarte, dejar de quererte...
J.: Un clavo saca a otro clavo...
N.V.: Me compré una caja de clavos, los usé todos y no funcionó. (nota: ver anexo 1)

J. no dijo más y sólo acertó a tomarme de la mano y llevarme lejos de la gente. Mi corazón latía a mil por hora, como si eso no fuera algo que ya había sucedido una infinidad de veces anteriormente y como si yo no supiera que iba a suceder otra vez, en ese momento y en ese lugar. Y así fue: me abrazó y me sentí desfallecer entre sus brazos. Tomó mi cara entre sus manos y acercó sus labios a los míos. Entre susurros le dije que no lo hiciera, por favor, pero hizo caso omiso a mi falsa y débil súplica y me besó. Me besó. Me besó tan apasionadamente que me sentí morir en ese momento. De hecho creo que morí. Al menos sufrí la petit mors como le llaman los ex galos. Me besó y el beso que en la vida real duró no más de un minuto en mi loca imaginación se prolongó por toda la noche, todo el día siguiente, todo el mes y por varios años, hasta el infinito. Me llevó al cielo y al infierno al mismo tiempo, me dio la vida y la muerte con su beso. No me resistí, por supuesto, y yo también lo besé con avidez. Después de mi boca siguió con mi cuello, mis orejas, mi cara, mi boca otra vez... probablemente en total no transcurrieron ni cinco minutos pero yo estuve toda una vida ahí con él.

Terminó. Claro, no podía ser de otra manera: debía terminar. Regresé a con O. y con el chico nuevo y J. volvió con su amigo de siempre. La noche terminó "como debía terminar" pero no me importaba. Ya nada me importaba: volví a besar a J., volvió a matarme, volvió a arruinar mi vida, hizo que tantos meses de alejarme no significaran nada ya que el tiempo es verdaderamente relativo. No me importa, caí otra vez y no lo quise evitar. No lo evitaré más. ¿El futuro? Ya está escrito, al menos en el caso de esta historia, por supuesto, pues J. "no será jamás para mí aunque yo sí para él" (otra cita célebre, ¿qué me sucede hoy?). No me importa: así me gusta, así estoy bien, así "soy feliz". ¿Soy estúpido? Sí. ¿Es la costumbre? Tal vez. Igualmente no me importa.

FIN... CONTINUARÁ... o lo que sea.

Anexo 1 (o: "los clavos", como J. lo describió)

¡Qué meses he tenido! Éste ha sido un año, digamos "interesante" en mi vida por decir menos. ¡Hasta deprimido he estado y todo!. Aún así, me parece que a partir de febrero o marzo las cosas han cambiado con respecto a mi estado anímico. Ya no ha habido más tristeza (no más de lo normal) y "la vida loca" ha tomado su curso otra vez.

Lo anterior lo menciono porque, al sentirme "como yo mismo" otra vez, por supuesto que ha regresado por completo mi gusto por el sexo casual, ocasional, seguro y sin compromisos con los chicos que he mencionado ya infinidad de veces y con algunos nuevos. El material que pude haber escrito durante los meses anteriores es vasto y harto interesante, pero me referené de hacerlo por otras razones (ver anexo 2) y ahora quedará perdido en la bruma del tiempo, cuando mi memoria no dé para más. Quién sabe, tal vez un día de estos decida hacer memoria y escribir al menos sobre las situaciones más memorables que he tenido con los chicos más guapos, lindos, ricos y cachondos, pues los ha habido... ¡oh, sí!. Al menos alguna de estas situaciones las he platicado (¿y vivido? je) con mi querido amigo pero igualmente él será una tumba si alguien le pregunta.

Algún día, tal vez algún día me decida a escribir sobre "los clavos". Será interesante recordarlo.

Anexo 2 (o: "las arpías chismosas y metiches")

Una de las razones, si no es que es la principal, por las que no he escrito nada ya últimamente es porque me terminó cansando la gente metiche. Ya sé, tiene más de un año que me enteré que varias personas conocen mi identidad "real" y aunque pensara que esas personas guardarían "el secreto" (o al menos sólo le dirían a alguien de "absoluta confianza", quien a su vez sólo le diría a alguien de su "absoluta confianza" y así ad nauseam) tampoco era imposible que alguien más lo averiguara por sus propios medios. Es más, es tan sencillo que prácticamente firmo con mi nombre y apellido, pero ése no es el punto.

El punto es que estoy cansado, fastidiado de los chismes de la gente. De escuchar de aquí y allá "oye, fulanito me dijo que tú bla bla bla" y "sutanito dice que pernaganito le dijo que tú hiciste/no hiciste aquello porque ble ble"... o sea, para todos ellos ,GET A FUCKING LIFE!. Sí, es mi vida y la vivo como se me pegue la gana (¿cuándo he dejado de hacerlo por alguien más?) y si además me gusta relatarlo aquí es MUY MI PROBLEMA. A quien no le guste que no lo lea y quien tenga problemas con mi vida pues que se aleje de mí y me deje en paz para siempre.

Pero ya me vale. No me importa lo que piensen, no me importa lo que digan, no me importa lo que crean o no crean de mí. Se trata de MI VIDA y la vivo como se me pegue la gana y lo seguiré haciendo, le pese a quien le pese. Así que ya saben ustedes, bola de arpías chismosas y metiches: tengan sexo más frecuentemente, por favor, o no lo tengan, hagan de su vida lo que les plazca y déjenme vivir la mía, ¿vale?. A mí no me van a intimidar. Será la última vez que escriba respecto a esto, pues francamente me da hueva el tema.

martes, febrero 20, 2007

Mi fantasía hecha realidad

Es un cliché que la gente diga que "las fantasías se pueden hacer realidad" y a menudo son tan sólo palabras huecas, un eufemismo que usan para decir "échale ganas y sigue pensando en que va a suceder, aunque tú y yo sabemos que lo más probable es que no suceda"; pero cuando un supuesto imposible sucede, estás que no te la puedes creer.

A W. lo conocí "por Internet" hace ya cosa de unos 4 o 5 años, cuando él tenía como 19 años y por supuesto que me encantó desde un principio. Alto, con carita de ángel (ya sé, es lo que no puedo resistir jamás), atractivo, insolente, inteligente y llanamente "lindo". Nos hicimos "amiguitos" por Internet y después descubrimos que teníamos otros amigos en la vida real en común. Tal vez por esa razón fue que casi de inicio descarté que alguna vez fuera a suceder algo con él, simplemente me lo negué yo mismo sin alguna razón aparente.

Con el transcurso de los años me lo iba encontrando de vez en cuando aquí, allá y acullá. Nuestra relación en la vida real se limitó a conversaciones breves aunque yo siempre me quedaba caliente después de hablar con él. ¿Y cómo no? ¡Si está lindísimo y buenísimo!. Pero, por supuesto, él tan sólo era una fantasía y hasta ahí se quedaría, como muchas otras...

... hasta el fin de semana pasado. Como vino a visitarnos un amigo, O. y yo decidimos acompañarlo al "antro de siempre" y ahí llegamos. Aún recordaba (no sin cierta calentura) al chico de apenas hace una semana y me preguntaba si aparecería por ahí para repetir el sexo que tuvimos, que fue muy bueno. El chico no apareció mas W. llegó de repente, me saludó y se quedó junto a nosotros. En alguna oportunidad que tuve, le conté a nuestro amigo cuánto me gustaba W., aunque era tan sólo "un amiguito" con quien nunca sucedería nada. El tiempo transcurrió y W. seguía a nuestro lado, por lo que O. pudo anticipar que probablemente terminaría en la cama. O. me dice que no sabe si yo soy inocente, "me hago" o soy llanamente bruto (bueno, no son sus palabras; son las mías, creo que él utilizó "ingenuo", pero eso me da a entender) pues cuando alguien quien me gusta mucho me coquetea abiertamente yo no lo noto, ¿o tal vez me pongo nervioso (aunque no lo demuestre) y por eso pienso que es otra cosa?. El caso es que ahí seguía W., tomándose su cerveza mientras yo apuraba vaso tras vaso de mi adorado vodka.

En algún momento de la noche O. se fastidió de estar ahí y fue "a dar una vuelta". Yo no puedo negar que ya me encontraba fascinado con la idea de que pudiera haber algo con W., aunque fuera tan sólo un beso fugaz el que le robara (sí, yo, el Navegante Vagabundo quien "no besa" a los desconocidos pero si son tan lindos como él... ¿cómo podría cometer la osadía de no hacerlo?). Un poco más tarde W. me confesó que "estaba caliente" y que se encontraba un poco alcoholizado, lo cual no era buena combinación. Mientras hablábamos yo le tocaba constantemente la espalda, a veces el pecho, los brazos, el abdomen en abierta actitud de coquetería, aunque guardando a la vez cierta distancia. En algún momento W. me dijo que no lo tocara, pues "él no respondía a sus actos cuando estaba caliente y borracho" por lo que fue un incentivo para que yo no sólo continuara haciéndolo sino que empezara a darse un "juego-cachondeo" en donde yo lo tocaba y él se hacía el que no quería.

Así estuvimos un buen rato, hasta que dijo que ya no iba a poder más y de un momento a otro cambió de actitud, haciéndose ahora al que no le importaba que lo estuviera tocando, que él no iba a responder. Yo aproveché ese momento para acercar su sabroso y joven cuerpo junto al mío, mientras me agasajaba, pero W. no cedía a un beso que intentaba robarle. Ignoro cuánto tiempo estuvimos de esa manera, pero en algún momento O. (quien hasta entonces se había mantenido al margen de la situación) me dijo que estaba cansado y que se quería ir ya, lo cual me pareció triste aunque comprensible pues yo me había estado divirtiendo gran parte de la noche con W. y O. tan sólo había andado "por ahí". Le dije a W. que iba a buscar al amigo con quien habíamos ido, y entonces W. me llevó a un rincón apartado y oscuro en donde sin más empezó a jugar con mi boca, como haciendo el que me iba a dar un beso pero sin hacerlo realmente. Para entonces yo ya lo había manoseado varias veces y había notado su miembro duro, bajo el pantalón pero aproveché para en ese momento meter la mano bajo su calzón y podérselo tocar. ¡Qué delicia de miembro!. La alocada fantasía estaba cobrando realidad y yo ya podía darme por bien servido por el resto de la noche.

Le dije a W. que ya nos teníamos que ir, que sentía mucho que las cosas se quedaran así pero que probablemente otro día podíamos vernos; ahí fue en donde me sentí en la dimensión desconocida, pues W. me preguntó que si se podía venir a casa con O. y conmigo por lo que por supuesto que no lo pensé dos veces y le dije que sí, aunque no lo había consultado previamente con O. pero yo sabía que a O. le gustaba tanto ese chico como a mí, pues varias veces habíamos hablado sobre él.

El camino a casa se me hizo largo por la anticipada calentura y mi imaginación volaba a medida que conducía por las ya no tan desérticas calles de la ciudad, pues estaba a punto de amanecer. Llegamos a casa y W. y yo comenzamos a juguetear un poco. Busqué a O. y los tres nos dirigimos a la recámara en donde le dimos rienda suelta a la pasión durante al menos un par de horas. Juro que la lengua de W. puede hacer temblar al más impávido de los ángeles existentes, pues ese niño realmente hace maravillas con ella. En más de un par de ocasiones W. dijo entre suspiros entrecortados "qué rico" mientras hacíamos toda suerte de cosas que se pueden hacer entre tres hombres cachondos en la cama. Aparententemente le fascinó el que nos besáramos los tres al mismo tiempo, pues hicimos eso en muchas ocasiones y nunca parecía cansarse.

Por desgracia W. tenía un compromiso muy temprano, por lo que después de la (tradicional ya) épica "venida del Navegante Vagabundo sobre W." y una vez que O. y W. terminaron también lo fuimos a dejar a su casa, no sin que antes nos confesara que había sido su primer trío.

Ignoro si volverá a ocurrir. No hablamos al respecto y tal vez no lo hagamos, no lo sé. No lo he visto por Internet desde entonces y dado que somos amigos probablemente no hablemos del tema, aunque tal vez sí. A nivel de pareja, a O. y a mí nos encantaría que la situación se repitiera con W. una y otra vez aunque nos daremos por bien servidos también si fue algo de una sola ocasión. Después de todo, fue una fantasía que tardó algunos años en cocinarse y que, sin esperarlo realmente, se hizo realidad en una sola noche.

lunes, enero 29, 2007

Navegando, navegando...

No he muerto. Tampoco he sido exiliado. Mucho menos he decidido abandonar este blog. Simplemente me refrené de relatar el tropel de situaciones que sucedieron en los meses pasados (noviembre, diciembre, enero que ya termina) y me dediqué a solamente vivirlas. Por una u otra razón no necesité "desahogar" lo que me sucedía en este blog. Aún no tengo la necesidad de hacerlo y el escribir otra vez es por mero ocio, creo yo.

Por supuesto que volvió a suceder. Estoy casi seguro que lo último que escribí con respecto a J. es que él ahora me buscaba y yo lo rechazaba. La situación continuó de esa manera, pero el niño buscó su propia estrategia: acercarse a O. y hacerlo ahora "el objeto de su afecto". Me sorprendí cuando O. aceptó volver a hablar con él. Fue un día cualquiera en el antro en que nos vimos de lejos y J. me sonrió con esa sonrisa que puede desarmar al más duro de los ejércitos. Yo pensé que O. se molestaría pero no fue así y entre la música, el alcohol y ese ambiente "cachondo" que sólo se puede respirar en un antro gay empezaron a hablar como si nada. Después de ese día hablaron por teléfono y, así, poco a poco se acercaron otra vez. Me dio mucho gusto el saber que mi O. y mi platónico J. podían volver a tener "una relación", aunque fuera de amistad, pero por otro lado yo sabía que J. volvería a destrozar mi corazón si se lo permitía y por eso me alejé y lo alejé. Le dije que no quería verlo, pero que él podía continuar teniendo una relación con O. si así lo deseaba. Se acercaba mediados de diciembre y J. quería repetir el episodio del año pasado que aún me hace estremecer con sólo recordarlo. Insistió para que fuéramos otra vez con él a ese lugar y tuviéramos "unas vacaciones inolvidables". No cedí. Lo intentó por todos los medios y me mantuve firme. ¿Quién lo iba a decir? El Navegante Vagabundo fue capaz de resistir a la sonrisa más espectacular que existe en el universo y lugares circunvecinos. Seguramente me estoy haciendo viejo y amargado.

Desde el último día que J. estuvo en la ciudad, cuando vio que no había manera humana o no de convencerme (hasta llegué a decirle a O. que si quería fuera con él, pero O. prefirió no hacerlo) simplemente se fue. Y ya, ése fue si no el "punto final" de esta historia al menos sí un "punto y aparte" porque no volvió a llamarnos. No volvió a llamarme y no le volví a llamar. Habría pensado que desapareció de la faz de la tierra si no fuera porque hace un par de semanas lo encontramos O. y yo en un sitio público. Hice la cosa más estúpida que se puede hacer en esos casos: disimular que no lo vi. Supongo que él hizo lo propio porque tampoco se acercó a saludarnos. Me pregunto, si, finalmente, la frialdad terminará con lo que ha sido uno de mis amores más desgarradores que he tenido. No lo sé, y como dije, fue un punto en nuestra historia mas probablemente no un punto final.

Por otro lado, O. y yo tuvimos un "segundo aire" y durante diciembre hicimos lo que habíamos dejado de hacer desde hace tanto tiempo: salir cada fin de semana, emborracharnos, disfrutar del antro (de lo que se puede disfrutar) y traernos uno o más chicos a la casa. Fueron varias semanas muy locas, sí, pero cómo lo disfrutamos. Hasta volvimos a estar con él, ese chico fuera de toda descripción y comprensión. Si tan sólo alguien lo viera en persona o aunque fuera en fotografía lo comprendería. Es simplemente hermoso. Pero sí, siguieron siendo "momentos" solamente aunque muy bien disfrutados.

Hubo otra cosa digna de relatar y fue el conocer a K., un chico quien físicamente también me vuelve loco pero principalmente tiene una manera de ser que hace que no puedas evitar estar siempre sonriendo a su lado. Fue tan sólo un fin de semana, pero lo atesoraré durante mucho tiempo. Ignoro qué vaya a suceder con él, supongo que seremos "amigos" durante mucho tiempo y ya. No vale la pena que le rompamos el corazón; creo que si nos lo proponemos (y él también lo deseara) podríamos enamoranos los tres, pero inevitablemente terminaríamos por romperle el corazón (y él de paso hacer lo propio), ¿qué no?. Así que, supongo que la distancia también es lo mejor en este caso.

Hablando de romper el corazón, A. volvió a aparecer después de meses de ausencia y durante una noche intentamos revivir la ardiente pasión con la que teníamos nuestros encuentros, pero no sucedió. Recuerdo que él en una ocasión me dijo que besaba riquísimo y quisimos recrear esas sensaciones otra vez y no sucedió. El tiempo, el maldito tiempo. ¿O tal vez el tropel de sentimientos que tuvimos? ¿La distancia? ¿Los nuevos amores que él tuvo? ¿Los nuevos chicos que nosotros conocimos? (él lo adujo a éso). No sé qué fue, lo cierto es que al siguiente día simplemente se fue y no lo hemos vuelto a ver, aunque sé que a él lo veremos muy pronto otra vez. Igual nos sigue queriendo, igual lo seguimos queriendo.

Vaya que han sucedido cosas últimamente... ya es tiempo de que Navegante Vagabundo se desempolve y tome las riendas de su blog otra vez. For good.

lunes, noviembre 06, 2006

Sexo entre amigos

Para ti, para ustedes dos. (Disculpen los demás lectores que escriba en segunda persona, a veces del singular y a veces del plural, pero ellos me entenderán).

El tema de sexo entre amigos siempre ha sido motivo de tabú. De una u otra manera, la mayoría de personas se imagina que si algunos (buenos) amigos terminan en la cama, la amistad se tornará extraña o en el peor de los casos podría simplemente terminar. Eso no debe ser necesariamente cierto, aunque es verdad que a menudo sucede así.

Yo ya había dejado entrever que me gustaste un buen aunque tal vez no te imaginabas que hablaba de ti (¿o sí?) y obviamente sé poner las cosas en su lugar (sí, a pesar de mi naturaleza cachonda) por lo que todo debía estar en donde pertenecía y nuestra cada vez más creciente amistad se fortaleció hasta el punto de que simplemente dejé de fantasear con algo más... hasta hace algunos días.

Sucedió de manera muy natural: nos vimos después de algunas semanas de no hacerlo, pasamos una tarde genial; comida sabrosa, muchas risas y la promesa de continuar divirtiéndonos al lugar que fuéramos. Nos arrepentimos del primer destino elegido y terminamos en ese apartado y acogedor rincón en el cual seguramente han sucedido tantas historias para contar pero que estaba a punto de ser testigo mudo de una nueva aventura entre cuatro.

Un poco de alcohol obtenido de manera cuasi desesperada en ese lejano lugar ayudó a empezar a poner el ambiente. Vídeos viejos y absurdos, muchas risas, anécdotas y recuerdos hicieron que las horas pasaran y que los cuatro amigos continuáramos tan cómodos como estábamos. Entre más tarde se hacía, más calor nos daba (a pesar de que la temperatura ambiental fuera descendiendo poco a poco) hasta llegar al punto de que alguien comentara lo bueno que sería que nos metiéramos a la alberca.

Ahí fuimos los cuatro. Primero de manera casi tímida a sacarnos la ropa. Claro está: ninguno llevaba traje de baño así que la opción era nadar en calzoncillos o desnudos. Nadie tomaba la iniciativa. Lo hiciste tú, A.M. (sí, ya tienes nombre oficial en este blog, imagínate) y yo te seguí. Quien estaba un poco reticente y tímido para hacerlo fue mi O. pero terminó cediendo y al final te uniste tú, I.L. y así los cuatro estuvimos retozando alegremente en la alberca. Algunos "deportes acuáticos" (no, no de ESOS que algunos imaginarán), más risas y una conversación amena. Miradas furtivas ahí y allá que dieron pie a iniciar la fantasía de lo que sucedería después.

El frío fue el pretexto ideal. Estábamos muy cerca los cuatro hasta que I.L. tomó la iniciativa y pegó su cuerpo junto al mío. Yo abrazaba a O. y él abrazaba a A.M. y así continuamos conversando. Ya no había más frío aunque estuviéramos dentro de la piscina en esa noche de hermosa luna llena. En algún momento salimos de la piscina, desnudos y ya sin ningún tipo de pudor y nos entregamos a los placeres etílicos. Un vino que no se dejaba destapar (pero que O. logró hacerlo, ¡eres mi héroe!), búsqueda desesperada de más alcohol y la propuesta de un pueril "juego de la botella" en el que todos adivinamos en el acto en qué terminaría.

Por las posiciones en que quedamos, siempre la botella giraba y terminaba apuntándome hacia A.M. (o viceversa) y a I.L. con O., sin excepción. Lo primero en "verdad y castigo" fue una verdad. ESTA verdad, aunque la pregunta no se hizo y la respuesta de mi parte fue "sí, ya lo sabes" y todos supimos de qué hablábamos. Así se rompió esa incómoda tensión que existía entre A.M. y yo porque nunca habíamos hablado sobre esto. La segunda ocasión fue "castigo" y claro, el castigo fue un tremendo beso que nos dimos sin pudor alguno.

A ese beso sucedieron varios más, entre A.M. y yo y entre I.L. y O. hasta que "cambiamos de pared" y por tanto de pareja. Me confieso: me puse nervioso unos segundos antes del primer inevitable beso... ¡y es que es mi amigo! ¿y si la amistad se hubiera arruinado? ¿y si todo no hubiera resultado bien y el beso hubiera sido fatal?. No fue nada de eso; fue cachondísimo y me agradó mil. La botella giró pocas veces más porque ya no fue necesario hacerlo; los cuatro en el sofá dejamos de lado los preámbulos y nos dedicamos a dar rienda suelta a las pasiones.

Lo que en ese momento me susurraste al oído me prendió por completo (¡gracias, qué obsequio!) y el calor no me bajó por muchas horas más; ni cuando estuvimos en la sala y mucho menos (sino por el contrario: aumentó) cuando los cuatro fuimos a la habitación. Vaya que A.M. te había hecho justicia cuando utilizó esos adjetivos prohibidos por ti para describir tu (viene aquí la guarrez) delicioso (¡y grueso!) miembro. Él tampoco canta nada mal las rancheras y qué delicia fue que los cuatro departiéramos así.

No sé cuánto tiempo pasó, pero fueron horas realizando toda suerte de posiciones en donde los besos y el sexo oral predominaron. Me habría encantado que hubiera sido toda la noche pero en algún momento exploté (me temo que de manera casi literal) y después caí rendido mientras ustedes tres continuaban disfrutando. En algún momento desperté sobresaltado para presenciar tremendo acto en donde penetrabas a A.M. y eso me volvió a prender como no tienes idea, pues soy casi por completo vouyerista (lo he confesado antes ya) y tener mi propio "show en vivo" me encanta. Otra vez dormité y cuando desperté fue para ver el "gran final" del acto en donde tanto tú como O. se vinieron sobre A.M., quien hizo lo propio un poco después pero para entonces yo ya estaba entregado a otro hombre: Morfeo.

Tuve sueños extraños pero ciertamente apacibles. Supe que por O. y por mí no habría problema por lo que sucedió, al contrario, nuestra amistad se habría fortalecido y hoy me enteré por ti que por ustedes tampoco lo habría, así que ahora puedo estar tranquilo. A la mañana siguiente, cuando se marcharon y O. y yo regresamos a casa, nos acordamos de lo que sucedió y volvimos a prendernos, terminando invariablemente en lo que todos pueden imaginar.

El sexo entre amigos no es bueno... ¡es genial!. Y con ustedes fue increíble; atesoraré ese recuerdo conmigo siempre.

lunes, octubre 23, 2006

El regreso del Navegante Vagabundo

Así, sin más, simplemente estoy de regreso.

La "depresión" terminó poco antes de que siquiera anunciara que la padecía, aunque los momentos posteriores a ésta, los de "recuperación" fueron casi tan difíciles como los que transcurrieron mientras me sentía tan mal, por eso me mantuve alejado.

No pretendo hacer un recuento de lo que sucedió (que por demás puede resultar largo, tedioso y sin sentido) pero sí me gustaría destacar algunos puntos; entre ellos, que llegué a sentirme tan mal que en algunos momentos llegó a pasarme por la cabeza el abandonar a O., ese hombre tan maravilloso que tengo al lado, tan sólo para sentir que podía sufrir más de lo que estaba sufriendo. Afortunadamente él se mantuvo firme a mi lado durante todo el tiempo y fue en gran parte su inagotable amor lo que me permitió salir de ese "agujero mental" en el que me encontraba.

Tal y como cualquier lector se pueda imaginar, por supuesto que J. estuvo involucrado en este proceso también. Para bien o para mal, ya no lo sé. Sucedió un día de esos en los que el cielo era negro para mí: llamó por teléfono, apareciendo "de la nada" y me preguntó cómo estaba. Le dije que no muy bien, tan sólo "regular" y me dijo que "tenía ganas de verme". No lo consideré conveniente en ese momento y le hice saber que después hablábamos para vernos. Fue una serie de llamadas las que sucedieron a ésa pero finalmente llegó el día de nuestro encuentro. Solicité que fuera en un lugar público para evitar cualquier tentación (me conozco) y así fue.

Volverlo a ver después de algún tiempo me produjo toda suerte de reacciones físicas y psicológicas. Las físicas está por demás describirlas aquí, pues lo he hecho a menudo con anterioridad (¡DIOS! ¡es tan bello!) pero a nivel psicológico me sucedió algo que jamás imaginé que llegaría a pasar: me di cuenta instantáneamente que a pesar de ser una maravilla de la creación, no valía la pena echar a perder muchas de las cosas que tengo en la vida tan sólo por él. Sé que en un mundo ideal no deberían ser así las cosas, pero vamos, no vivo en mi mundo de sueños (al menos no siempre) y sé que es un hecho el que O. y él no sienten lo mismo entre ellos que lo que yo siento por cada uno de ellos (y que ellos sienten por mí) así que mi fantasía de "los tres vivieron felices por siempre" simplemente no sucederá jamás.

A partir de ese día (en el que sí, hubo en algún momento un anhelado, largo y apasionado beso) J. comenzó a escribirme mensajes SMS más o menos frecuentemente, insistiendo en vernos "pronto". Como yo le había hecho saber a O. de mi encuentro con J. y no lo había tomado tan bien como antes, preferí guardar un poco la distancia y es ahí cuando empezó a experimentarse el cambio. J. insistía cada vez más, casi vehementemente que nos viéramos y yo empecé a ser cada vez más elusivo. Llegó un punto en que sus mensajes ya eran bastante explícitos, haciéndome saber que quería "estar conmigo" (en más de un sentido). Después de eso, me dijo que me quería. Posteriormente, me hizo saber que me amaba y terminó diciéndome que "no podía vivir sin mí", que "se dio cuenta de lo tonto que fue al habernos rechazado el año pasado" y bla bla bla. Sin embargo, entre más mensajes de ese tipo recibía (creo que el colmo fue una serie de mensajes durante cierta madrugada, cuando el niño estaba más borracho que una cuba) más me daba cuenta de que no era eso lo que yo quería, aunque llevaba más de un año pensando que así era.

No. No quiero un "amor a medias" de una persona que ya nos rechazó a O. y a mí anteriormente por quedarse a vivir con un maldito viejo horrible quien le compró un coche nuevo y una casa nueva. No quiero estar, compartir mi vida, con alguien quien se vende al mejor postor. No lo sé, tal vez muchas personas dirán que todos en nuestra vida llegamos a vendernos al mejor postor. Eso puede ser cierto en muchos aspectos (el laboral es indudable) pero a nivel personal, definir "el mejor postor" en términos de quién te puede dar más dinero y no de a quién te puedas entregar por completo, puede marcar una gran diferencia. Yo prefiero que "el mejor postor" pueda ser alguien a quien ame y me ame incondicionalmente. Con O. es así y ahora más que nunca estoy seguro de ello. Con el pobre de J., dudo que algún día pueda serlo.

Retomando lo que sucedió, después de que J. recibió una serie de abiertos rechazos de mi parte y tras un poco más de dos semanas de insistencia, se dio por vencido finalmente. Me dijo que "estaba bien, que lo entendía y que qué bueno que lo rechazara", que "iba a vivir pensando siempre en que fue un tonto por no haberse quedado a nuestro lado" y que "fuera siempre feliz con O.".

Dudo que lo anterior marque un punto final a la complicada historia de mi (¡nuestra!) relación con J., pero sí marcó una época importante, tal y como lo fueron nuestros mejores tiempos o el amargo abandono.

No estoy diciendo que fue lo que sucedió con J. lo que hizo que saliera de mi estado depresivo. Como lo mencioné al inicio, eso sucedió antes de que se diera todo esto con J., mientras yo tenía en la cabeza mil y un tonterías, pero sí sé que de alguna manera mi "Mr. Hyde" interno pudo sentirse complacido al "haber hecho sufrir" a quien me ha hecho "cachetear la banqueta" durante tanto tiempo. Qué cosas, Navegante Vagabundo se ha dado cuenta de que también tiene "un lado obscuro" (al menos uno más de los que ya conoce).

Por lo demás, pronto vendrán los acostumbrados relatos de las retomadas andanzas (no tan) secretas.

jueves, septiembre 07, 2006

Ma vie (sans) rose

Se supone que éste sería un "blog cachondo" (le disguste a quien le disguste el término) y sin embargo, creo que mi vida ha adolecido últimamente de dicha "cachondez". No es que me haya mantenido célibe (¡dios (sic) me libre!) sino que, me temo, he caído estrepitosamente casi al fondo, en una especie de depresión.

Pocas cosas me interesan y menos aún me satisfacen. Me encuentro en un estado cuasi permamente de tristeza e indiferencia. No "soy yo" y por lo mismo creo que tengo poco, o casi nada, qué aportar.

Sin embargo, en el fondo (muy en el fondo) albergo la esperanza de algún día volver a ser el alegre y juguetón Navegante Vagabundo. Tal vez... sólo tal vez.

¡Hasta entonces!

lunes, julio 31, 2006

Desastroso

Por supuesto que esto no podía más que terminar en desastre.

Nos volvimos a ver. Estuvimos tanto tiempo juntos... nos acariciamos, nos abrazamos, nos besamos... "hicimos el amor" por más cliché que eso suene (hubo muy poco de sexo en eso, ja) y... la bomba estalló.

O. se puso como loco de celos, creo que no había sucedido antes (al menos desde hace casi un año que conocimos a J.). Discutimos. Peleamos. Nos reconciliamos.

Ahora J. se fue (otra vez) para siempre. Dice que lo mejor es que ya no nos volvamos a ver.

Qué dramas, dios, qué dramas... ¿será siempre así?.

(Posdata: Hoy, hace un año, fue la primera vez que escribí aquí, por lo que éste es mi primer aniversario. ¿Cómo es que pasa tan rápidamente el tiempo?. Cada día me hago más viejo...)

martes, julio 25, 2006

Mi niño bonito

Caí otra vez, como sé que caeré ad nauseam mientras no ponga tierra de por medio.

J., es que eres irresistible para mí. No haberte visto en tanto tiempo (en realidad creo que fueron tan sólo pocos meses) no hizo más que exacerbar el deseo de hacerte mío otra vez.

Estuvimos juntos. Reímos. Nos tomamos de la mano. Nos abrazamos. Nos besamos. Cachondeamos.

¡Cuanto te extrañé, mi niño bonito!. Y ahora has regresado (otra vez) para joderme la vida (otra vez).

jueves, julio 13, 2006

¿Será posible?

El "chico" (ni tan chico, ¡la tenía bastante grande y gruesa!) de anteayer dijo que, a sus 32 años, nunca había hecho un trío. Al principio me pidió que sólo mirara mientras O. y él hacían sus "cositas" (y a mí que casi no me gusta mirar, ¿verdad?), pero después de un par de vodkas ya estaba todo desinhibido y terminamos los tres en la cama, claro está.

¿En dónde había vivido la mitad de su vida? ¿Será posible que alguien, a los 32 años, jamás haya participado en un ménage à trois?. Qué tiempos tan extraños estos en los que vivimos...

(Disculpen ustedes la sobriedad y ausencia de posts cachondos últimamente. Debe ser un reflejo de algo que traigo en la cabeza).

jueves, junio 29, 2006

Enamoramiento y amor

Ayer que O. y yo estuvimos esperando a que llegara cierta hora, en una plaza pública y viendo chicos lindos pasar aquí y allá, llegamos a una conclusión después de que estuve viendo a un chico (de unos 19 años, lindísimo, delgado pero con unos brazos envidiables) que se detuvo junto a nosotros por más de 5 minutos, esperando a "su novia", aunque sin poder dejar de vernos de manera non sancta: el decir que alguien "está enamorado" no es más que un eufemismo que realmente significa que alguien está muy cachondo por otra persona. Tan cachondo que termina obsesionado por esa persona (ergo, se la pasa pensando en ella todo el tiempo, siente "mariposas" en el estómago y todos esos síntomas que seguro hemos sentido en más de una ocasión) y a final de cuentas piensa que la ama, aunque lo que realmente desea es llevarla a la cama.

El amor es una cosa muy diferente: ése no "nace" de un día para otro y es un sentimiento que se va construyendo con el conocimiento de la persona, la cotidianeidad, el tiempo y las experiencias vividas. Es un sentimiento que, si bien no es cachondo, al menos sí es fuerte, real y duradero.

Yo amo a O., pero ayer "me enamoré" de ese chico durante al menos 5 minutos. Qué cosas...

viernes, junio 23, 2006

Ni "muy muy" ni "tan tan"

Acabo de descubrir el hilo negro.

No, en realidad es algo que ya sabía desde hace mucho pero que probablemente no había querido aceptar: ahora entiendo a la perfección que para no sufrir de "males del corazón" y no caer irremediablemente enamorado de los chicos lindísimos que se atraviesan por el camino debemos encontrar a alguien quien ni sea "muy muy" guapísimo ni "tan tan" feo y sin embargo que sea todo cachondo y rico en la cama.

Creo que M. es así, aunque claro que con el tiempo y cuando lo tratemos más lo sabré con certeza. Al menos las dos veces que hemos estado con él ya han sido muy buenas y sin embargo, al momento del "adiós" de la mañana siguiente no siento ninguna opresión en el corazón ni me la paso pensando en él. ¿Será porque él no es tan lindo como S., A. o J.?.

Quién sabe, el tiempo lo dirá, pero creo que un nuevo capítulo de la historia está a punto de ser escrito. Ya os lo haré saber.

lunes, junio 12, 2006

No sé si ponerme al día

Hay tantas cosas qué contar:

  • El "noviecito" de O. quien pintaba muy bien a pesar de sus supuestos 19 años y que terminó teniendo 17 pero que al final de cuentas se puso un tanto freak.
  • El que fuera inevitable que volviera a tener contacto con J., aunque "no quería volver a hablar con él jamás en la vida". Recuerdo el famoso "Never say never again" de James Bond.
  • El chico del fin de semana quien, sin ser tan lindo ni tan joven, sí fue extraordinario en la cama. ¿Verdad que los de 24 años también te pueden dar sorpresas?. En cuanto lo vimos O. y yo supimos que terminaríamos "durmiendo" con él y así fue.

Sí, hay tantas cosas qué contar pero tan poco tiempo para hacerlo... (Tal vez algún día).

lunes, mayo 29, 2006

Tan sólo momentos

19 años. Indescriptiblemente precioso. 5 "venidas" a lo largo de toda la noche sin dormir, incluyendo la de la mañana antes de que lo lleváramos de regreso a la realidad.

¿Lo volvería a hacer? ¡Oh, sí! ¿Valió la pena? ¡Con creces! ¿Nos romperá el corazón?. No, él no lo hará. No habrá historia, tan sólo momentos.

viernes, mayo 19, 2006

"No quiero volver a verte"

El alcohol. De por sí tengo un lado dramático pero a menudo el alcohol lo exacerba. Hace un par de semanas coincidí con J. en una fiesta. Pocas horas antes, durante el día, me lo había encontrado casualmente y me había pedido que lo acompañara a varios lugares a hacer algunas cosas pendientes. Accedí a su petición, pensando en que todo iba a estar bien pero no lo estuvo. Pasar un tiempo con él, platicar, reír o tan sólo percibir su suave pero excitante aroma me trajo muchos recuerdos y desató (otra vez) algo en mí que no me gustó nada. Pensé que pasaría, pero al reencontrarnos en la fiesta por la noche y al volver a tener ese tropel de sensaciones me sentí alentado por el alcohol para decirle lo que me rondó por la cabeza desde muy temprano ese día: "Ya no quiero volver a verte". Fue breve nuestra conversación, preferí dejar la elocuencia para otra ocasión y decírselo directamente y sin más ni más. El chico quería decir algo pero no se lo permití. Me di la vuelta y me fui y él hizo lo propio. Desde ese día no he vuelto a saber de él.

No puedo negar que a la vez me siento liberado porque ya no ha despertado esos extraños sentimientos en mí, pero también me siento cada día más culpable por haber hecho eso. Se supone que yo soy "el grande", al menos tengo varios años más que él. También siempre he supuesto que soy "el maduro" pues en numerosas ocasiones J. ha comprobado actuar como un niño de corta edad a pesar de no serlo y sin embargo, eso de "no quiero volver a verte" fue algo tan infantil, tal vez sin sentido, tal vez no...