sábado, noviembre 05, 2005

Adiós a la tristeza

Durante los días anteriores J. y yo estuvimos jugando "al gato y el ratón": él me llamaba por teléfono, yo no contestaba a las llamadas. En una de esas contesté y me preguntó por qué lo hacía, le dije que me disculpara, pero que no me sentía muy bien. Él me dijo que había leído la carta, y que debíamos hablar. Le hice saber que, precisamente, ahí le decía que prefería que no habláramos en algún tiempo, pero él insistió. Además, quería darme un regalo.

Así continuamos, con "el gato y el ratón" hasta que hoy accedí a verlo, y eso porque O. le contestó el teléfono y le dijo que tenía que salir, pero que viniera a casa y que yo estaría aquí. "Total", pensé, "otro trago amargo y luego ya no lo veo por algún tiempo".

No fue un trago amargo. Al principio sí, me dolió verlo, y mucho. Después me dio el regalo, que puse en algún rincón y después de algunos minutos de monosílabos me dijo que lo abriera. Era un peluche con mi animal favorito, bastante "apapachable" y no pude evitar abrazarlo. Me preguntó cómo le iba a poner, le dije que le pondría "***" (el apodo que O. y yo le dimos a J. de cariño). Después me dijo que si era verdad que no lo quería ver más, que se iría y que esperaría hasta que quisiera verlo. Le dije que sí, que sería lo mejor.

Ya casi se iba, pero le pedí un último abrazo, pensé que me haría bien. No me hizo bien... ¡me vino de maravillas! En cuestión de segundos mi percepción del mundo empezó a cambiar y juro que pude sentir cómo físicamente la tristeza se iba alejando de mi cuerpo. Yo sé, alucino mucho y no tengo remedio, pero después del primer abrazo vinieron varios más, platicamos como antes, nos reímos, estuvimos tomados de la mano sin ninguna otra connotación y pasamos un momento muy agradable.

Convení con él que mejor siguiéramos un "Plan B" que era vernos cada que pudiéramos, pero abrazarnos de vez en cuando. No lo sé, creo que no hago mal. Todavía hay deseo, sí, pero sentir su abrazo me hizo mejor que no tenerlo durante más de un mes. Me sentí bien y en este momento no tengo tristeza, espero que ahora sí ya se haya alejado "for good".

Deseo, de todo corazón, que el Navegante Vagabundo ya no vuelva a lloriquear aquí y que regrese a las andadas, a esas andanzas que tanto disfruta de relatar. ¡El mundo está ahí! J. es sólo un niño (muy) bonito, pero ya se fue y vendrán otros, como me lo han dicho. Por otro lado, mi O. siempre ha estado y estará ahí conmigo. ¿Qué más puedo pedir?

Gracias a quienes han soportado mi patética vida durante poco más de un mes, estoy seguro de que las cosas cambiarán de ahora en adelante.

1 comentario:

Navegante Vagabundo dijo...

Así lo he hecho estos días, mi adorada castee, ¡y qué rico es disfrutar de la vida!. He podido sonreír, he podido estar bien.

Ahora veremos qué sucede...