jueves, septiembre 29, 2005

¿El principio del fin?

No quiero sonar pesimista al escribir esto y, aunque parezca lo contrario, sinceramente estoy deseando que al final de cuentas todo salga de la mejor manera con nuestro J., aunque muy dentro de mí me temo lo peor y creo que terminará abandonándonos tarde o temprano. Quisiera que no fuera tan pronto, me duele la idea de perderlo. Cuento que sucedió:

El lunes pasado, tal y como lo describí brevemente, estuve "raro", serio, malhumorado y era porque percibía cierta tensión por parte de J., tal vez, o pensé que sólo me la imaginaba. Odio ser tan perceptivo; odio darme cuenta de las cosas antes de que sucedan y no porque tenga dotes psíquicas sino porque simplemente observo y voy aprendiendo de lo que sucede en mi entorno. Ese lunes, regresando a la casa, hablamos larga y tendidamente J., O. y yo sobre las cosas en la relación que le molestaban a J., y el hecho de que se sentía un poco alienado y que aún no se podía adaptar por completo a nuestra forma de vida. Yo le hice saber que no se trataba de dejar de hacer las cosas que a él le gustaban para que ahora disfrutara de las nuestras, sino que encontráramos un punto en el que los tres pudiéramos convivir sin dejar de ser personas individuales. Si una relación de dos es difícil, una relación de tres tiene muchos más parámetros imaginables. Al menos O. y yo tenemos más cosas en común: nuestra edad (ya casi rascando los 30), nuestros gustos por la comida, música, ejercicio, la ciencia y muchas otras cosas. Por otro lado, J. a sus 21 años tiene otras ideas y disfruta cosas diferentes a las nuestras; desde la música pasando por la comida y hasta lo que estudia. Claro está, eso nunca nos ha causado problemas y creo que podría no causarnos porque nos hemos acoplado bien: a veces escuchamos lo que a él le gusta escuchar y a veces lo que nosotros disfrutamos, lo mismo con todo lo demás y pensé que íbamos "bien". La queja del lunes por la noche me hizo comprender que probablemente no, que a J. le está costando más trabajo del que me imaginé y que las cosas no van tan bien como pensé que iban. Huelga decir que el sexo de reconciliación del lunes por la noche fue genial (entre O. y yo nos cogimos a J.), aunque con J. el sexo siempre lo es.

El acábose fue el martes. O. llevó a J. a la escuela por la mañana, como todos los martes y le dijo que lo recogería a la salida. Antes de ir por él le llamó para avisarle que ya iba y J. le hizo saber que ese día comería con su amigo (ver mi comentario al respecto en el penúltimo párrafo de este escrito) y aunque muy de vez en cuando lo hace, en esta ocasión se me hizo un poco extraño por esa maldita percepción que tengo. Después de la comida J. me llamó para hacerme saber que iba a ir "a platicar" con su ex y que llegaría más tarde a la casa para que nos fuéramos los tres al gym. Necesito dedicar un párrafo entero a describir brevemente el papel que juega "el ex" en todo esto.

La persona en cuestión, tiene algo así como 38 años (nunca le pregunté exactamente la edad a J., pero sé que tiene más de 35) y conoció a J. cuando éste tenía 18 años (ahora tiene 21). Duraron "juntos" algo así como 3 años y J. nos ha contado cosas increíbles con respecto al tipo de relación que llevaban. Claro está, a J. le gustan "mayorcitos" (dice que la excepción somos O. y yo, que aún no tenemos 30) pero al parecer el muchachito busca en sus relaciones alguna figura paterna. De todas maneras no me corresponde a mí analizarlo, ni lo haré. La idea es que este señor de treinta y tantos hizo muchas cosas que lastimaron a J., desde llegar a decirel alguna vez que "él sólo servía para coger" hasta prohibirle visitar a su familia, entre muchas otras cosas. Dice J. que él sólo soportaba la situación porque "creía que no había una mejor manera de vivir entre parejas gay" y que después de que nos conoció se le abrió un mundo nuevo ante sus ojos y se dio cuenta que no tenía que soportar eso. Claro está, como es de imaginarse, el tipo ha ayudado a J. con sus estudios (aunque no estuviera de acuerdo con la carrera que J. eligió y se lo hizo saber muchas veces, diciéndole que "no quería saber nada al respecto") y comprándole ropa y todo lo necesario. Era el proveedor, pues. Según J., la convivencia en un inicio fue buena pero se fue degenerando hasta hacerse insoportable como lo fue en el último año y algunos meses. J. nos dijo que ya no quería estar cerca de su ex, ni de chiste, y no quería volver a pasar por todo lo que había pasado con él, pues lo había chantajeado de todas las maneras posibles, incluyendo el estúpido chantaje sentimental de "si te vas, yo me muero...", haciendo que J. se sintiera responsable por lo que le pasaba al señor o no. ¿Cómo puede un chico de 21 años ser responsable por cómo se sienta un maldito cuarentón que no supo cuidarlo cuando lo tuvo?. Esa y muchas preguntas me hago yo, pero J. tiene un corazón tan grande que no puede evitar sentirse responsable de él, de su familia y hasta de sus amigos, aunque no deba serlo.

Pues sí, el martes se vieron porque el ex había regresado de otra ciudad a donde fue a tomar un curso "de autosuperación" para ser "una mejor persona" y deslumbró a J. con espejitos; le juró y perjuró que cambiaría y que ahora ya la relación sería otra cosa. Le compró ropa, le dijo que era ahora una persona maravillosa y que ya había salido del clóset con la gente de su oficina y que ya no se avergüenzaría más de ser homosexual (¡ah! porque para ésto, el famoso ex le prohibía a J. que en la calle caminara cerca de él, "no fuera a pensar la gente que eran putos" y estupideces por el estilo). No sé qué tanto le dijo el ex, además de que prometió comprarle un carro (¡ja!) pero J. le creyó. Llegó a la casa por la noche y habló con nosotros, nos dijo que quería "darle una segunda oportunidad", que se veía que sí había cambiado mucho y que quería intentarlo. Nosotros ya le habíamos prometido que si un día decidía irse, lo dejaríamos hacerlo sin más ni más, no le haríamos dramas ni lo chantajearíamos, aunque nos doliera en lo más profundo del alma. Le dijimos por qué no estábamos de acuerdo, pero que respetábamos su decisión (yo sentí que el corazón se me hacía pedazos y éstos se caían uno a uno, literalmente, pero me aguanté) y él seguía hablando, estaba indeciso pero a la vez decía que ya había tomado la decisión. Después de estar hablando por un largo rato y cuando O. y yo ya nos estábamos sintiendo francamente mal, a J. no se le veían intenciones de irse corriendo a los brazos de su ex (pensé que sería mejor así) y le dije que tal vez nos iría mejor a O. y a mí si nos quedábamos solos por esa noche y después regresaba J. por sus cosas. Creo que eso que le dije me salió muy mal, pues J. salió del cuarto con mala cara y O. me dijo que fuera por él, que no "lo corriera". No fue mi intención "correrlo", realmente quería estar solo con O. y si de todas maneras J. se iba a ir, pues que se fuera, ¿no? Aunque mi corazón estallara de dolor. Fui con J., lo alcancé en la puerta y me dio las llaves de la casa, me dijo que después iba por sus cosas. Le dije que no era necesario, que se quedara con las llaves y dijo que no, que después regresaría cuando estuviéramos. Le dije en voz baja: "O. no quiere que te vayas", y fue cuando me lanzó la mirada más tierna del universo, me jaló hacia el sofá y me abrazó. Ahí estuvimos un largo rato, hasta que O. llegó a la sala y se unió al abrazo. Dijo J. que esa noche se quería quedar a dormir, pero que dormiría en el sofá. Nos fuimos a dormir O. y yo, platicamos un largo rato y después me sumí en un sueño lleno de dolor porque había perdido a J., mi adorado y amado J. y me dolía muchísimo. Lo cierto es que cuando desperté, J. estaba ahí, en la cama acostado con nosotros. Dijo que ese día no iría a la escuela y que nos esperaba para la hora de la comida, eso fue ayer.

Ayer O. no pudo comer con nosotros, pero J. aprovechó para hacerme una propuesta: dijo que después de darle muchas vueltas a la cabeza, que quiere "estar con nosotros por un tiempo más, digamos, un mes" para ver si "se adapta" a vivir con nosotros, y que si no se siente del todo bien que entonces sí regresa con el ex. Yo tengo sentimientos encontrados al respecto: por un lado estoy feliz de estar más tiempo con J. pero por otro lado no quiero sentirme como "en prueba" ya que he pensado siempre que las "etapas de prueba" son una estupidez y una persona o quiere o no quiere, pero de todas maneras lo acepté. Quien se tomó las cosas con un poco de más recelo fue O., que no está tan convencido de querer hacerlo pero que lo ha aceptado de todas maneras. Ayer por la tarde/noche estuvimos los tres como si nada hubiera pasado. Rentamos películas, tuvimos sexo delicioso y dormimos abrazos; así despertamos hoy en la mañana.

Se supone que seguimos viviendo el ensueño, pero temo que todo sea una pantalla. No sé qué vaya a suceder y francamente tengo miedo a que cada día me enamore más de J. para que al final tenga que soportar su partida. No sé qué hacer y O. tampoco se siente muy bien al respecto. Es evidente que la persona más importante para mí en el mundo es O., pero también es evidente que ambos queremos tener algo con J., algo como lo que hemos tenido en estos maravillosos días que hemos estado juntos.

lunes, septiembre 26, 2005

Uno "de esos" días

Hoy no me siento muy bien. Debe ser "uno de esos días" y estoy de mal humor. A la hora de la comida le contesté mal a J. y éste se sintió. Claro que después le pedí disculpas pero no me gusta la sensación que queda después de que eres hostil (con o sin razón). Es peor en esta ocasión porque lo fui sin razón. También fui hostil con O. y me siento doblemente mal.

Ahora sólo quisiera ir corriendo a abrazarlos, a pedirles disculpas por mi mal humor de hoy, que ni yo mismo lo entiendo, y que comprendan que, indudablemente, hoy "es uno de esos días".

jueves, septiembre 22, 2005

Ya no soy virgen

Sé que el título puede provocar las carcajadas de más de uno quien me haya leído antes, pero también podrán recordar que he mencionado que J. nunca me había penetrado porque tiene el miembro muy grande y grueso y realmente sólo he podido ser pasivo con O. y con algunos otros contados, pero nada más; disfruto mucho más de ser activo. Claro está, cuando llego a ser pasivo y me relajo lo suficiente para disfrutar la penetración, ¡el sexo es fabuloso! Es como si me guardara todas las ganas de que me penetraran y el día en que sucediera fuera lo mejor de lo mejor. Así sucedió con J. el fin de semana.

Estuvimos J., O. y yo en una fiesta y un poco más tarde a O. le apeteció ir a bailar junto con otros amigos. Puesto que J. y yo habíamos tomado de más, decidimos mejor quedarnos en casa y aunque extrañaríamos a O., realmente no queríamos salir y preferíamos dormir. Eso no fue precisamente lo que hicimos, ya que después de estar en la cama, abrazados y de besarnos de buenas noches, J. se empezaba a quedar dormido (por efectos del alcohol más que de otra cosa) y yo, al estar acostado al lado de él, sintiendo su piel caliente y su boca tan cerca de la mía, no pude evitar empezar a tocarlo y él naturalmente reaccionó. Nos estuvimos besando por un buen rato, me encantan sus labios y como él me ha dicho que "beso muy rico" y que "nadie lo había besado tan rico como yo" pues me encanta hacerlo.

Después de un rato de besos y caricias, incluyendo mordidas de cuello y de pecho, hice otra cosa que le fascina a J. que haga: mamarle su inmensa verga. Siempre entrecierra los ojos cuando lo hago, voltea a ver hacia la nada y emite unos pequeños gemidos a medida que me introduzco la cabeza de su verga a la boca, hasta donde alcance a llegar. Con la cara de angelito que tiene y verle esa expresión de éxtasis siempre me prendo; es imposible no hacerlo con él. Me encanta mamarle la verga, aunque no me quepa toda en la boca por más que lo intente, ni aún llegando a la garganta. También me encanta bajar hasta la base, y chuparle los huevos. Mordisqueárselos con cuidado y larmele la ingle, el perineo y todo lo que pueda mientras con mis manos le acaricio el resto del cuerpo y le muevo suavemente su rica vergota. Hice precisamente eso, pero mi lengua quiso ir un poco más allá, y J. me lo permitió: llegó hasta la entrada de su suculento, chiquito, apretadito y limpio ano y no dudé en lamerle la parte exterior, de manera suave y pausada mientras él seguía emitiendo sus gemiditos y después dejé que mi lengua se aventurara un poco más adentro, mientras él empezaba a retorcerse de placer.

Tal vez por lo borrachos que estábamos, tal vez por estar tan excitados o tal vez porque simplemente se le antojó, subió las piernas hacia mis hombros, él estando acostado de espaldas y yo me apuré a ponerme frente a él, con mi verga erecta y durísima sobre la suya y saboreándome desde ya lo que sucedería: me dejó penetrarlo y con lo relajado que lo había dejado mi mamada en su ano (¡qué beso negro tan rico le di!) no fue tan difícil hacerlo, aunque sí se quejó un poco. Se lo hice suave, entrando poco a poco para no causarle dolor y sin moverme mucho en un principio, hasta que su esfínter se acostumbrara a mi miembro dentro y entonces pude empezar a moverme rítmicamente, primero despacio y después un poco más rápido. No duramos mucho tiempo así, se cambió de posición "de a perrito" pero seguí ahí dentro, sintiéndome en el cielo con el angelito más bello que existe sobre la faz de la tierra, con las nalgas más deseables que he visto jamás (¡ya le había echado ojo desde hace tantos meses en el antro! pero jamás pensé que lo tendría en mi cama) y con un culito tan apretado que casi no lo podía creer.

Un rato después se quejó de que sentía un poco de dolor e inmediatamente me salí: se trata de que ambos disfrutemos y aunque a veces el dolor es parte del placer, en este caso no estábamos "jugando" a eso, por lo que opté por dejarlo un momento. Volvimos a besarnos, volvimos a sumirnos en un torrente de abrazos, revolcadas, besos apasionados e imparables y palabras de cariño y amor que sólo encendían más nuestra pasión.

Me dijo lo inevitable; lo que sabía ya de antemano que me pediría pues contínuamente lo había hecho y yo sólo le había dado largas hasta esa ocasión, que me era imposible negarme: que quería penetrarme. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal pero supe que lo deseaba: supe que a toda costa quería tenerlo dentro de mí, sentirlo, disfrutarlo, pues lo había querido hacer desde el primer momento pero simplemente las condiciones no se habían dado, y ahora estábamos ahí, los dos deseándolo y le dije que estaba bien, que lo hiciera.

Se requirió una gran cantidad de lubricante y un cúmulo de paciencia por parte de J., a quien no le importó. Él parecía concentrado en lo que quería: mi culito y eso fue lo que obtuvo. Él se acostó en la cama, boca arriba, con la verga totalmente erecta y dispuesto a llegar al final. Yo "me senté" sobre él, muy suave y lentamente, y dejé que su cabecita jugara con la entrada de mi ano, que poco a poco mi cuerpo se fuera haciendo a la idea de que recibiría a su gran miembro dentro de mí, y que además estaría lo suficientemente relajado para disfrutarlo. Y sí, sucedió así: cuando me di cuenta, al cabo de pocos minutos, ya estaba adentro de mí; ya me estaba poseyendo y en ese momento yo era totalmente suyo; estaba a su merced y él era el hombre que me poseía.

Una vez que estuve lo suficientemente relajado y que ya me estaba penetrando, pudimos iniciar el juego de cambiar las posiciones y él quiso probarlas prácticamente todas. Claro está, exagero al decir "prácticamente todas" pero sí estuvimos en muchas y variadas posiciones: desde el tradicional "de a perrito", yo sobre él, él sobre mí ("el misionero"), "de ladito", él parado y yo en el borde de la cama, los dos de pié sobre la cama, yo recargado en la pared y él atrás de mí (esa le gustó muchísimo y yo también la disfruté) y otras más que estuvimos probando esa noche. Cuando yo ya on podía más (el chico es realmente incansable) le dije que nos pusiéramos como en la posición de al principio, pues quería venirme en su pecho. Se volvió a acostar, boca arriba, y yo sentado sobre su verga... al empezarse a mover yo esperaba masturbarme para terminar sobre él, pero quise prolongarlo un poco más. Pues bien, no fue necesario que lo hiciera: al estarlo sientiendo, mi cuerpo sin más ni más empezó a reaccionar y se soltaron los elementos químicos, esos impulsos eléctricos que sientes en el cuerpo cuando sabes que te acercas, que "ya casi" y me dejé llevar por la sensación hasta que mi cuerpo simple y llanamente explotó en un torrente de placer: tuve un orgasmo, me vine sobre él sin siquiera tocarme el pene. Yo lo sé, puede no ser una novedad para muchos pero para mí lo fue: es un placer indescriptible, una sensación espectacular el sentir tanto placer porque te estén penetrando que explotes así, sin más ni más.

Después de eyacular y tener mi orgasmo ya no pude soportar el tener su vergota dentro de mí (perdón, J.) y entonces se salió y se masturbó para terminar él, mientras yo lo besaba y acariciaba por todo el cuerpo, pero realmente estaba sumido en un ensueño; me sentía en las nubes porque finalmente ese deseo que se coció a fuego lento (primero en meses, antes de conocerlo, pero que me gustaba muchísimo cuando lo veía de lejos; y posteriormente, cuando nos conocimos y tuvimos sexo prácticamente todos los días, pero sin que él me hubiera penetrado) se hizo realidad y pude ser suyo, suyo nada más.

Seguíamos cansados aunque la borrachera, sinceramente, se me bajó. Hubiera querido que O. estuviera con nosotros pero por desgracia no fue así. De todas maneras, a esta experiencia no se le restan méritos y aunque sé que pasarán semanas, o tal vez meses, para que vuelva a suceder (a pesar de que tengamos sexo casi todos los días), confío en que cuando sea el día lo volveré a disfrutar tanto o más que esta, "mi primera vez", cuando J. "me quitó la virginidad" (al menos con él).

miércoles, septiembre 14, 2005

Fetichismos I: (la ropa)

Volviendo un poco a la cachondería, pero aún relacionado con J., estaba recordando hoy una de nuestras primeras y más intensas experiencias sexuales que tuvimos hace algunas semanas, antes de que se mudara a vivir con nosotros.

Estábamos los tres en la sala, viendo la televisión, y para variar se calentaron los ánimos (es inevitable que estemos los tres juntos por algún tiempo y no terminemos cogiendo). El cachondeo estuvo intenso, como siempre, e incluyó besos, caricias, abrazos, pequeñas mordidas y frotarnos las vergas pero en una de esas y cuando ya los tres estábamos en calzones, J. hizo algo inusual: me quitó mis trusas y se las puso sobre su boxer. Imaginarlo, de entrada, puede parecer ridículo, pero al vivirlo es realmente otra cosa. Se veía extraño, sí, con las trusas sobre el boxer pero a la vez se veía muy cachondo... se frotaba su paquetote (que no se podía ocultar a pesar de tener doble ropa interior) y nos veía cachondamente, alternando la mirada entre uno y otro. De repente se me ocurrió hacer otra cosa: tomé la playera que me había quitado y se la puse y eso fue otro boost en la excitación. Verlo a él, a mi J., vestido con mi playera y mis trusas fue algo indescriptiblemente cachondo, me prendí a mil y con el grado de exitación que ya tenía, me costó trabajo no venirme en ese momento.

Después de un rato más de cachondeo, J. se quitó mi trusa y sus boxers y me los puso, y así estuvimos intercambiando ropa los tres mientras frotábamos nuestros cuerpos y nuestras lenguas se encontraban frenéticamente. Al final de la noche terminamos sin ropa y en la cama, sí, pero la experiencia de intercambiarnos ropa fue un fetichismo (si es que se puede considerar así) que nunca había experimentado antes.

Ahora, cotidianmente, a J. le gusta ponerse mi ropa para salir y eso me encanta, pues él siente que "lo voy abrazando durante todo el día" y yo me siento, de alguna manera, presente con él.

Posteriormente escribiré sobre algunos otros "fetichismos" que si bien no son tan extravagantes, sí sobran.

domingo, septiembre 11, 2005

Le enviaron flores...

J. siempre me dice, un tanto en broma, un tanto en serio, que no le regalo flores y que "se buscará un novio que le regale flores porque sus dos novios actuales (O. y yo) no le regalan". He tenido la intención de pasar por flores (los tulipanes son sus favoritos) camino a casa pero siempre se ha quedado en intención.

Hoy le llegaron flores. Es un arreglo espectacular, seguramente muy caro, aunque no trae tulipanes. Por desgracia no es de nosotros. Es de su "pareja" (o ex-pareja, mejor dicho, pues lo dejó para vivir con nosotros). Cómo dio con nuestra dirección y nombre de O. (llamaron de la florería preguntando por su nombre) es un misterio pero no nos preocupa tanto.

Afortunadamente J. reaccionó pidiéndome que botara el carísimo arreglo, pues no le interesaba nada de su ex-pareja, sólo nos quiere a nosotros y "está bien así como está ahorita". Me siento feliz por su reacción, aunque un tanto triste por no haberle regalado flores yo primero.

jueves, septiembre 08, 2005

Nuestro primer problema: celos por el pasado (Resuelto; bonus: el mejor sexo)

Antier por la noche tuvimos la primera "discusión" con J., aunque al final de la noche todo quedó aclarado. Por un momento pensé que nuestra "frágil burbuja rosa", como he optado por llamarle por alguna razón que aún no entiendo, se iba a romper pero afortunadamente no fue así y creo que al final de cuentas salió fortalecida la relación.

Resulta que O. y yo estábamos fuera de casa y cuando llegamos J. tenía una cara de pocos amigos. Eso es altamente inusual dado que, al menos con nosotros, siempre está contento y sonriendo. Es verdad también que a veces tiene algunos episodios de tristeza, pero poco a poco va saliendo adelante con eso. Después de hacerle algunas preguntas nos confesó la verdad: dijo que había visto "unas fotos muy desagradables" e inmediatamente, sin que me dijera más, supe a qué se refería: O. y yo tenemos guardadas en la computadora muchas fotos de nosotros, pero también tenemos por ahí algunas fotos de nosotros "en acción" con otros amigos, personas del pasado, incluyendo a S. y a A. (no, no publicaré dichas fotos). No son muchas personas, si acaso unas 5 diferentes pero al parecer eso le causó una gran impresión a J., y es que nunca (tan "nunca" como puede ser pocas semanas que llevamos de conocernos) habíamos hablado abiertamente sobre nuestro pasado. Pensé que por las circunstancias en las que nos habíamos conocido era obvio y evidente que O. y yo ya habíamos estado en la cama con muchas personas anterior a él (después de tantos y tantos años de relación...) pero aún así pareció afectarle: estaba molesto y sacado de onda.

Después de un rato de amargos reproches llegó a la conclusión de que, en efecto, no tenía nada qué reclamarnos, pues eso sucedió en el pasado, además de que nunca nos hemos hecho una "promesa de fidelidad" o algo así por el estilo. Su reacción me dio a entender que él quiere una especie de relación exclusiva con nosotros y a mí realmente no me parece mal. Digo, soy un cachondo y O. lo es aún más, pero en este momento me siento tan enamorado que no tengo ojos para nadie más que ellos dos, así que realmente no me llama la atención andar cogiendo con fulano o sutano, aunque estén muy buenos. Al final aceptó que no tenía nada qué reprochar pero me pidió que borrara esas fotos. No lo he hecho, pero lo cierto es que esas fotos desaparecerán, al menos de posibles miradas indiscretas en un futuro.

Esa noche no hubo sexo (creo), pero anoche... ¡anoche! a pesar de estar tan cansados, de ser más de la una de la mañana (nos dormimos pasadas las dos) y de que nos teníamos que levantar temprano tuvimos una de las sesiones más intensas que hemos tenido, ¡y sí que han estado intensas casi todas!. Por segunda vez penetré a J., me encantan sus nalguitas y me encanta su carita de ángel de 21 años con pucheritos que hace mientras lo estoy penetrando, al tiempo en que se refugia en el pecho velludo de O. y lo besa frenéticamente en los labios. No sé qué tiene su culito apretadito pero me vuelve loco realmente. Después de estar un rato penetrándolo, se volteó y se puso en medio de los dos (estábamos acostados de perfil), me puso de espaldas hacia él y me intentó penetrar, mientras que O. lo penetraba a él. Aún no ha logrado penetrarme (me he salvado de esa verga tan gruesa y apetecible que tiene, pero aún no he podido hacerlo) pero siempre lo intenta y me excita mucho la idea; estoy seguro de que lo haremos cualquier día de estos. Ese día había cogido 3 veces con O. y a pesar de todo, hace rato me dijo que estaba muy caliente de acordarse de la noche anterior. Tan sólo el escuchar su confesión hizo que mi verga se endureciera y hasta este momento no se me puede bajar. Ya ansío estar en la cama con él otra vez. Sigo en el ensueño.

lunes, septiembre 05, 2005

Una semana

No tengo mucho qué contar, excepto que estoy emocionado porque el día de hoy cumplimos una semana de vivir juntos J., O. y yo. Sé que puede parecer una ridiculez, pero... ¡es nuestra primera semana juntos! Nos la hemos pasado increíblemente bien los tres, aunque durante el día tenemos nuestras actividades cada quién por separado, procuramos vernos a la hora de la comida y por las tardes/noches disfrutamos de nuestra compañía. Vivir con J. es mejor de lo que había imaginado, es un excelente compañero y realmente nos sentimos en las nubes O. y yo a su lado. Ni hablar del sexo, que aún parecemos adolescentes y todo el tiempo queremos estar haciendo cosas. Aún así, en la semana ya pasamos una noche (sí, es sólo una pero algo es algo) sin tener sexo y sólo dormimos abrazados. También fue una experiencia espectacular.

El fin de semana estuvimos haciendo cosas de la casa: arreglando el jardín y varias cosas más. Fue tan bello ver a mis dos hombres sudando y trabajando que se me antojó una típica fantasía con "los jardineros".

Sigo enamorado, pienso que el mundo gira alrededor de nosotros tres y soy feliz. Perdón por la falta de cachondería y lo breve del comentario pero si no lo cuento, exploto.