viernes, abril 28, 2006

(No tan) secretas

Sabía que era inevitable que un día sucediera: dejé algunas pistas evidentes para que fuera así pero de todas maneras me cayó como una cubetada de agua fría el enterarme de que al menos tres personas quienes me conocen en la vida real han dado con este blog y lo han leído. Digo que "al menos" porque en este mundo virtual es muy fácil comentar "el hallazgo" con alguien de confianza, quien a su vez lo comentará con alguien de confianza y así, hasta que sea totalmente público.

Me dio muchas vueltas por la cabeza la idea de poner un mensaje de despedida y dejarlo por la paz y esa idea tuve durante toda la semana. Posteriormente pensé: ¿por qué tiene que ser tan malo? finalmente yo sabía que existía un riesgo (y tal vez hice mucho para que lo encontraran) al publicar cualquier información en Interent y sólo sucedió lo que debía suceder. ¿Y para qué cerrarlo? Creo que difícilmente me podrán suceder cosas más escandalosas y sórdidas de las que ya he relatado aquí, y si ya todo eso lo han leído entonces no puede ser tan malo, eso ya no se puede cambiar.

Y no es que me avergüence de mi vida; todo lo contrario: creo que puedo decir sin ningún empacho que vivo como se me pega la gana y disfruto de lo que hago. No tengo remordimiento por las cosas que he hecho, aunque a otras personas les parezcan "escandalosas". ES PARTE DE MI VIDA, SOY YO. Lo que escribo aquí no es todo lo que me define, pero sí es una muy íntima e importante parte de mí también.

Lo que sí me preocupa es que he escrito cosas de otras personas también, empezando por O. e incluyendo a S., J. y A. pues para estas personas es fácil deducir quiénes son ellos. Ni modo, sólo apelo a su sentido común para no cometer ninguna indiscreción con respecto a estos hombres tan especiales para mí. Afortunadamente a ustedes, ya saben quiénes son, los puedo considerar mis amigos y sé que puedo contar con su complicidad al respecto.

Voy a tratar de hacer el experimento de continuar con el blog como si nada sucediera: de relatar lo próximo que me suceda que no lo pueda contar en ningún otro lugar. Si me es posible hacerlo, continuaré con esta aventura y si no, será un capítulo más en mi historia.

Ya veremos qué nos depara el futuro...

lunes, abril 24, 2006

Love Generation (Epílogo de la Semana Santa)

En mi narración anterior omití contar un detalle que puede ser mínimo, pero que ahora me da tantas vueltas en la cabeza que ya no puedo sino gritarlo a los cuatro vientos:

El "sábado de gloria" por la noche que salimos con los amigos a bailar, como ya lo narré, estaba algo cansado por lo que decidí hacer algo que nunca había hecho antes: me tomé un famoso "Red Bull" antes de entrar al antro para ver si era cierto que surtía algún efecto en mí. Debo confesar que, a pesar de lo intrépidas que puedan parecerles a más de uno nuestras aventurillas sexuales, en el terreno de las drogas nunca hemos incursionado O. ni yo, y realmente no se nos antoja. Puesto que la famosa bebida energética es una especie de droga, aunque sea legal (me parece que ya han prohibido su venta en algunos países) puedo imaginar que fue mi primera incursión ahí, y que sí surtió efecto: no tuve sueño durante toda la noche y sentí mucha energía. Combinado con un poco de vodka fue mejor aún, aunque no me excedí con la bebida.

Pues bien, lo anterior era el preámbulo para contar lo que no se me puede salir de la cabeza: después de haber bailado toda la noche, dándome a desear con más de uno, como ya lo relaté, a eso de las seis de la mañana (cuando la mayoría de la gente ya se había ido o iban a salir, pues estaban a punto de cerrar el lugar) pusieron una vieja canción llamada "Love Generation" de Bob Sinclair y a pesar de que O. es fanático de la misma desde hace algún tiempo, yo nunca la había escuchado con atención, o nunca la había disfrutado bailando entre "borracho y energizado" y así lo hicimos: todo mi mundo se centró y giró alrededor de O. viéndome y bailando conmigo, a la mitad de la pista (que era prácticamente para nosotros), con los brazos extendidos y soñando despiertos al pegajoso ritmo del "bom, ba, bo, boom", en éxtasis, como si solamente existiéramos nosotros dos en el universo. Juro que fue una experiencia cercana al Nirvana que salió de manera espontánea pero que me dejó profundamente marcado.

Encontré el vídeo en este enlace por si alguien quiere verlo. Sé que no tiene nada de especial pero gracias a lo que sucedió para mí ahora cobra un gran significado y no me lo puedo sacar de la cabeza. Así me gusta. Así soy feliz.

(Epílogo del epílogo: J. nos llamó, que ya regresó a la ciudad y que nos quiere ver. Como decimos los mexicanos: ¡otra vez la burra al trigo!).

lunes, abril 17, 2006

Santa semana

A pesar de que tradicionalmente se dice que Semana Santa son días "de recogimiento", la realidad es que para muchos (me incluyo) terminan siendo más días de re-cogimiento (chiste local mexicano). Este año fue un poco diferente, y aunque sucedieron muchas cosas, nada sexual sucedió.

Yo creo que me quedé con la idea de la llamada de J. y el hecho de que llamó un par de veces más para insistir en que fuéramos a visitarlo contribuyó a que hiciera la tontería que hice el viernes por la noche/sábado por la madrugada. Sí, ya lo sé, merezco los regaños que vendrán.

Salimos a bailar O. y yo al lugar a donde se va tradicionalmente los viernes. Estábamos acompañados de algunos queridos amigos y estábamos muy contentos. Yo decidí tomar sin medida ese día y así lo hice. Por alguna extraña razón me sentía extremadamente bien, me arreglé un poco más de lo que suelo hacerlo (no que vaya por la vida desarreglado) y estaba realmente radiante. Pudo ser la moral, pudo ser cualquier otra cosa pero esa noche a pesar de que el antro estaba a reventar (muchos chicos que vinieron desde otras ciudades, de vacaciones) fui todo un éxito pues los chicos que me gustaron eran quienes me estuvieron viendo durante la noche y yo, a diferencia de otras ocasiones en las que me muestro "amigable" (por decirlo de alguna sutil manera), en esta ocasión jugué al poser y no hice mucho caso de nadie. Si acaso alguna sonrisa aquí y allá, pero ningún coqueteo descarado.

¿Y cuál fue la estupidez que hice alrededor de las cuatro de la mañana? Coger mi móvil y, tal y como hace algunos meses, enviar un par de mensajes escritos a J., los cuales decían:

I miss you so much that you can't understand, not even imagine...

Y el otro:

But that's all right. We aren't meant to be together. Not in this life, anyway.

¿Por qué hago eso? ¿Por qué cuando he tomado más de lo debido reacciono de esa manera? Claro está: no le puedo echar la culpa al alcohol. Si hago eso es porque insconscientemente aún no puedo dejar ir a J. del todo. ¡Pero ya han pasado tantos meses! no debería ser así.

Al día siguiente ya había olvidado del todo los mensajes enviados y continuó el ánimo festivo con los amigos. Por la noche volvimos a salir a bailar, en esta ocasión al lugar a donde se va los sábados, y otra vez me sentía (y me veía, ciertamente) radiante. El sentimiento de la noche anterior fue superior aún y el lugar estaba (contrariamente a lo normal) a reventar de chicos guapos. Los dos que más me gustaron de todo el lugar se pusieron a bailar cerca de donde estaba con O. y con nuestros amigos.

Uno de los chicos medía como 1.85 m., se veía delgado aunque no "flaco", con cara de niño bueno (¿de qué otra manera me podría gustar?) aunque al mismo tiempo con una mirada pícara, de quien ya ha vivido algo. Le calculé unos 21 años, aunque probablemente tenía 19, ¿o tal vez 23?. No lo sé; lo que sí sé es que se movía como los mismos ángeles mientras bailaba y me costó mucho trabajo no dejarme llevar al cielo por el ritmo de sus caderas y ceder a sus coqueteos para bailar con él. Yo creo que fue lo que O. me susurró al oído que me hizo reaccionar: "Problemas. Este niño sólo nos va a traer problemas. Cómo nos gusta meternos en líos.". ¿Y cómo no? Si eso es lo único que aparentemente sabemos hacer con ellos: caer ante los encantos de una sonrisa irresistible, y al final de cuentas, invariablemente, sufrir.

El otro chico, de quien podría quedar realmente prendado, se veía un poco más grande aunque después me enteré que tenía 21 años (¡como me lo recetó el doctor!). Él era algo bajito, como de 1.70 m., muy blanco y con una barbita de candado que lo hacían ver súper sexy. Todo un angelito. Muy atractivo, yo creo que la mayoría de la gente del lugar lo estuvo viendo al menos un rato. Yo lo empecé a ver disimuladamente y a partir de que él se me quedó viendo de manera abierta y directa yo hice lo mismo, aunque ninguno de los dos nos acercamos a saludar al otro.

Así pasó algo de tiempo y yo me sentía en el paraíso: del lado derecho el primer chico descrito y del lado izquierdo el segundo. Si a eso sumamos que estaba bailando con O. y con nuestros amigos, fue un gran momento que duró varias horas. Pero como dije al inicio de esta narración: nada sucedió porque así quise que fueran las cosas. No me acerqué a saludar a nadie y nadie se acercó a saludarme. Todo fue un juego de miradas, de esas que te dicen más que mil palabras pero de ahí no pasó.

Un poco más tarde, uno de nuestros amigos (quien vive en otra ciudad, casualmente en la misma de donde es el segundo chico) empezó a platicar con éste y después de eso estuvieron juntos durante el resto de la noche. Un poco más tarde nos lo presentó y el chico no pudo evitar sonrojarse cuando me estrechó la mano y lo vi a los ojos, con una amplia y amable sonrisa francamente cachonda. Ya estaba con mi amigo y no soy de las personas que les arruinan la noche a otros. Probablemente no pasaría de "un acostón de una noche" pero de todas maneras, mi amigo es soltero y estaba algo ilusionado con el chico. Al final de la noche éste se puso tan borracho que terminó vomitando en el baño. Nada sexy el panorama. Cuando fue momento de irnos, cada quién se fue a su casa y el anhelado "acostón" no se dio.

Ahora me revolotea por la cabeza pedirle el número de teléfono de este chico a mi amigo, ¿pero para qué? Le llamaré, le diré que sí me gustó, como evidentemente se dio cuenta, y que sé que yo también le gusté (como también fue obvio) pero, ¿y después qué?. Saldremos O. y yo con él, sucederá lo que deba suceder ¿y al final de cuentas nos romperá el corazón, como todos?. No sé, sé que estoy tomando las cosas de manera muy negativa pero no puedo evitar pensar que es una constante con estos chicos y que deberíamos de alejarnos de ellos.

Ayer domingo por la tarde llamó J. y me dijo que nos ha extrañado, que ya casi regresa. Después de un rato de charla me preguntó por los mensajes que le envié, de los cuales me había olvidado por completo y le dije (tratando de aparentar calma) que lo olvidara, que estaba borracho y que no significaban nada. El chico no sabe francés y tampoco inglés, por lo que no entendió (otra vez) lo que decían. Qué fortuna. Me pidió que se los tradujera, le dije que no lo haría, que los borrara y ya. Me dijo que le preguntaría a alguien más y le recordé que no significaba nada y que si me volvía a preguntar fingiría demencia.

Estas cosas sólo me suceden a mí. Al menos este año la "Semana Santa" sí fue santa. Nada de sexo y pocos líos.

domingo, abril 09, 2006

¿Brokeback J.? No, gracias.

Con lo que acaba de ocurrir, O. piensa que J. quiere tener su versión mexicana y bizarra de "Brokeback Mountain" con nosotros, pero me parece que no caeremos en el jueguito.

Resulta que, ahora aprovechando las vacaciones de semana santa, J. regresó al lugar en donde pasamos unos días realmente de ensueño hace algunos meses, alejados de la ciudad y camuflados por la bondad del campo. Ni tarda ni perezosa, llevaba apenas un par de días allá cuando nos llamó antier por teléfono "para que fuéramos con él". Fue O. quien contestó la primera llamada y por poco lo convence de que tomáramos el carro y manejáramos hasta allá, pero O. fue fuerte y se resistió a la vocecita (de niño tierno, pero a la vez tan varonil) de J. con su verdaderamente atractiva invitación. Al otro día, J. volvió a llamar y en esta ocasión yo contesté pero le dije lo mismo que O. le dijo: que no iríamos.

No es que nos moleste pasar unos extraordinarios días en la compañía de J., teniendo sexo en los lugares más insospechados y viviendo nuestra propia fantasía. El problema es que no lo vamos a hacer cada que J. quiera, en sus propias condiciones y después pasar tanto tiempo en la misma ciudad, fingiendo que no sucede nada; él con su (ridícula) pareja y simulando que tan sólo somos buenos amigos. Amén de que aún me mueve algunas cosas el chico y prefiero por ahora dejarlo así. No lo sé, tal vez en algún futuro (¿meses? ¿años?) pueda aceptar una relación de ese tipo: que lo veamos cuando se le antoje y simplemente disfrutarlo pero por ahora no puedo y no lo haremos.

Ni modo, J., tendrás que conseguir a tu(s) propio(s) vaquerito(s) para que vivas tu "Brokeback". Nosotros no, gracias.

martes, abril 04, 2006

Bendita primavera

(¿O debo decir "maldita"?).

Con este calor, la frase "como burro en primavera" nunca ha cobrado más sentido que ahora.

Estoy todo caliente y así llevo varios días. Tengo ganas de cogerme a un hermoso chico veinteañero, hasta que grite "¡ya no más, papi!".

Qué soez, lo siento, pero siempre lo he sido, ¿qué no?.

Espero que aparezca alguno por aquí...