jueves, septiembre 29, 2005

¿El principio del fin?

No quiero sonar pesimista al escribir esto y, aunque parezca lo contrario, sinceramente estoy deseando que al final de cuentas todo salga de la mejor manera con nuestro J., aunque muy dentro de mí me temo lo peor y creo que terminará abandonándonos tarde o temprano. Quisiera que no fuera tan pronto, me duele la idea de perderlo. Cuento que sucedió:

El lunes pasado, tal y como lo describí brevemente, estuve "raro", serio, malhumorado y era porque percibía cierta tensión por parte de J., tal vez, o pensé que sólo me la imaginaba. Odio ser tan perceptivo; odio darme cuenta de las cosas antes de que sucedan y no porque tenga dotes psíquicas sino porque simplemente observo y voy aprendiendo de lo que sucede en mi entorno. Ese lunes, regresando a la casa, hablamos larga y tendidamente J., O. y yo sobre las cosas en la relación que le molestaban a J., y el hecho de que se sentía un poco alienado y que aún no se podía adaptar por completo a nuestra forma de vida. Yo le hice saber que no se trataba de dejar de hacer las cosas que a él le gustaban para que ahora disfrutara de las nuestras, sino que encontráramos un punto en el que los tres pudiéramos convivir sin dejar de ser personas individuales. Si una relación de dos es difícil, una relación de tres tiene muchos más parámetros imaginables. Al menos O. y yo tenemos más cosas en común: nuestra edad (ya casi rascando los 30), nuestros gustos por la comida, música, ejercicio, la ciencia y muchas otras cosas. Por otro lado, J. a sus 21 años tiene otras ideas y disfruta cosas diferentes a las nuestras; desde la música pasando por la comida y hasta lo que estudia. Claro está, eso nunca nos ha causado problemas y creo que podría no causarnos porque nos hemos acoplado bien: a veces escuchamos lo que a él le gusta escuchar y a veces lo que nosotros disfrutamos, lo mismo con todo lo demás y pensé que íbamos "bien". La queja del lunes por la noche me hizo comprender que probablemente no, que a J. le está costando más trabajo del que me imaginé y que las cosas no van tan bien como pensé que iban. Huelga decir que el sexo de reconciliación del lunes por la noche fue genial (entre O. y yo nos cogimos a J.), aunque con J. el sexo siempre lo es.

El acábose fue el martes. O. llevó a J. a la escuela por la mañana, como todos los martes y le dijo que lo recogería a la salida. Antes de ir por él le llamó para avisarle que ya iba y J. le hizo saber que ese día comería con su amigo (ver mi comentario al respecto en el penúltimo párrafo de este escrito) y aunque muy de vez en cuando lo hace, en esta ocasión se me hizo un poco extraño por esa maldita percepción que tengo. Después de la comida J. me llamó para hacerme saber que iba a ir "a platicar" con su ex y que llegaría más tarde a la casa para que nos fuéramos los tres al gym. Necesito dedicar un párrafo entero a describir brevemente el papel que juega "el ex" en todo esto.

La persona en cuestión, tiene algo así como 38 años (nunca le pregunté exactamente la edad a J., pero sé que tiene más de 35) y conoció a J. cuando éste tenía 18 años (ahora tiene 21). Duraron "juntos" algo así como 3 años y J. nos ha contado cosas increíbles con respecto al tipo de relación que llevaban. Claro está, a J. le gustan "mayorcitos" (dice que la excepción somos O. y yo, que aún no tenemos 30) pero al parecer el muchachito busca en sus relaciones alguna figura paterna. De todas maneras no me corresponde a mí analizarlo, ni lo haré. La idea es que este señor de treinta y tantos hizo muchas cosas que lastimaron a J., desde llegar a decirel alguna vez que "él sólo servía para coger" hasta prohibirle visitar a su familia, entre muchas otras cosas. Dice J. que él sólo soportaba la situación porque "creía que no había una mejor manera de vivir entre parejas gay" y que después de que nos conoció se le abrió un mundo nuevo ante sus ojos y se dio cuenta que no tenía que soportar eso. Claro está, como es de imaginarse, el tipo ha ayudado a J. con sus estudios (aunque no estuviera de acuerdo con la carrera que J. eligió y se lo hizo saber muchas veces, diciéndole que "no quería saber nada al respecto") y comprándole ropa y todo lo necesario. Era el proveedor, pues. Según J., la convivencia en un inicio fue buena pero se fue degenerando hasta hacerse insoportable como lo fue en el último año y algunos meses. J. nos dijo que ya no quería estar cerca de su ex, ni de chiste, y no quería volver a pasar por todo lo que había pasado con él, pues lo había chantajeado de todas las maneras posibles, incluyendo el estúpido chantaje sentimental de "si te vas, yo me muero...", haciendo que J. se sintiera responsable por lo que le pasaba al señor o no. ¿Cómo puede un chico de 21 años ser responsable por cómo se sienta un maldito cuarentón que no supo cuidarlo cuando lo tuvo?. Esa y muchas preguntas me hago yo, pero J. tiene un corazón tan grande que no puede evitar sentirse responsable de él, de su familia y hasta de sus amigos, aunque no deba serlo.

Pues sí, el martes se vieron porque el ex había regresado de otra ciudad a donde fue a tomar un curso "de autosuperación" para ser "una mejor persona" y deslumbró a J. con espejitos; le juró y perjuró que cambiaría y que ahora ya la relación sería otra cosa. Le compró ropa, le dijo que era ahora una persona maravillosa y que ya había salido del clóset con la gente de su oficina y que ya no se avergüenzaría más de ser homosexual (¡ah! porque para ésto, el famoso ex le prohibía a J. que en la calle caminara cerca de él, "no fuera a pensar la gente que eran putos" y estupideces por el estilo). No sé qué tanto le dijo el ex, además de que prometió comprarle un carro (¡ja!) pero J. le creyó. Llegó a la casa por la noche y habló con nosotros, nos dijo que quería "darle una segunda oportunidad", que se veía que sí había cambiado mucho y que quería intentarlo. Nosotros ya le habíamos prometido que si un día decidía irse, lo dejaríamos hacerlo sin más ni más, no le haríamos dramas ni lo chantajearíamos, aunque nos doliera en lo más profundo del alma. Le dijimos por qué no estábamos de acuerdo, pero que respetábamos su decisión (yo sentí que el corazón se me hacía pedazos y éstos se caían uno a uno, literalmente, pero me aguanté) y él seguía hablando, estaba indeciso pero a la vez decía que ya había tomado la decisión. Después de estar hablando por un largo rato y cuando O. y yo ya nos estábamos sintiendo francamente mal, a J. no se le veían intenciones de irse corriendo a los brazos de su ex (pensé que sería mejor así) y le dije que tal vez nos iría mejor a O. y a mí si nos quedábamos solos por esa noche y después regresaba J. por sus cosas. Creo que eso que le dije me salió muy mal, pues J. salió del cuarto con mala cara y O. me dijo que fuera por él, que no "lo corriera". No fue mi intención "correrlo", realmente quería estar solo con O. y si de todas maneras J. se iba a ir, pues que se fuera, ¿no? Aunque mi corazón estallara de dolor. Fui con J., lo alcancé en la puerta y me dio las llaves de la casa, me dijo que después iba por sus cosas. Le dije que no era necesario, que se quedara con las llaves y dijo que no, que después regresaría cuando estuviéramos. Le dije en voz baja: "O. no quiere que te vayas", y fue cuando me lanzó la mirada más tierna del universo, me jaló hacia el sofá y me abrazó. Ahí estuvimos un largo rato, hasta que O. llegó a la sala y se unió al abrazo. Dijo J. que esa noche se quería quedar a dormir, pero que dormiría en el sofá. Nos fuimos a dormir O. y yo, platicamos un largo rato y después me sumí en un sueño lleno de dolor porque había perdido a J., mi adorado y amado J. y me dolía muchísimo. Lo cierto es que cuando desperté, J. estaba ahí, en la cama acostado con nosotros. Dijo que ese día no iría a la escuela y que nos esperaba para la hora de la comida, eso fue ayer.

Ayer O. no pudo comer con nosotros, pero J. aprovechó para hacerme una propuesta: dijo que después de darle muchas vueltas a la cabeza, que quiere "estar con nosotros por un tiempo más, digamos, un mes" para ver si "se adapta" a vivir con nosotros, y que si no se siente del todo bien que entonces sí regresa con el ex. Yo tengo sentimientos encontrados al respecto: por un lado estoy feliz de estar más tiempo con J. pero por otro lado no quiero sentirme como "en prueba" ya que he pensado siempre que las "etapas de prueba" son una estupidez y una persona o quiere o no quiere, pero de todas maneras lo acepté. Quien se tomó las cosas con un poco de más recelo fue O., que no está tan convencido de querer hacerlo pero que lo ha aceptado de todas maneras. Ayer por la tarde/noche estuvimos los tres como si nada hubiera pasado. Rentamos películas, tuvimos sexo delicioso y dormimos abrazos; así despertamos hoy en la mañana.

Se supone que seguimos viviendo el ensueño, pero temo que todo sea una pantalla. No sé qué vaya a suceder y francamente tengo miedo a que cada día me enamore más de J. para que al final tenga que soportar su partida. No sé qué hacer y O. tampoco se siente muy bien al respecto. Es evidente que la persona más importante para mí en el mundo es O., pero también es evidente que ambos queremos tener algo con J., algo como lo que hemos tenido en estos maravillosos días que hemos estado juntos.

1 comentario:

Navegante Vagabundo dijo...

castee: Es una gran sorpresa para mí que una chica lea mi blog, dada la naturaleza del mismo, pero ese hecho me honra. Muchas gracias por visitarme y por ser, de alguna manera, partícipe de mi vida. También opino que debimos haber hablado con J., pero creo que ahora ya es un poco tarde. De todas maneras deberemos hablar en algún momento, y para mí entre más pronto mejor; no me gusta la sensación de incertidumbre.


Unferth: Quisiera poder ayudar a J., sí, pero en estos momentos no estoy muy bien anímicamente como para hacerlo. Supongo que si en unos días/semanas se me pasa entonces ya podré verlo como amigo otra vez y platicar con él de esas cosas, que también estoy de acuerdo que es indispensable que primero encuentre su individualidad antes de estar con otra(s) persona(s). Gracias por el consejo, te mando un abrazo.