jueves, octubre 06, 2005

¿Acosador? ¡Dios me libre!

Hoy me sentí como participante de un thriller de Hollywood: el típico asesino que acosa a sus víctimas; las espía y cuando está listo da el gran golpe. Por supuesto que no haré nada similar, pero mi comportamiento de hoy deja mucho qué desear. Lo relataré en un momento; primero contaré qué sucedió cronológicamente.

Ayer por la tarde/noche, tal y como lo relaté, por fin pude tener tranquilidad y dormí genuinamente bien. No sentí nada de ansiedad ni sentí tristeza ni esa sensación perenne de los días anteriores de querer llorar a cada momento (y que lo hacía, cuando nadie me veía). Dormí como angelito y así mismo desperté. Si acaso por la mañana tuve un momento de tristeza cuando vi la cadena de plata que J. dejó junto al buró y que aún no se ha llevado, pues no ha venido a recoger sus cosas (al parecer lo hará mañana ya), pero en realidad me encontré bastante bien. También durante la mañana sentí una inusual alegría. No es por algo en específico, pero en general yo soy una persona "alegre" y realmente me siento triste muy pocas veces cuando hay alguna razón de peso. Por la mañana simplemente estaba alegre porque ése es "mi estado natural" y regresé a él después de tantos días de haberlo perdido.

A la hora de la comida llegué a la casa y vi que había varias llamadas de J., por lo que marqué su número y me dijo que había llamado porque quería ver si O. estaba en casa para venir a recoger sus cosas. Le dije que no estaba O. (normalmente debía estar a esa hora) pero que yo ya había llegado y si quería podía recogerlas. Me dijo que ya casi estaba por salir, pero que le diera algunos minutos para platicar de lo que fuera. Accedí, me sentía bien y estuvimos platicando de varios asuntos sin importancia por teléfono. Pudimos bromear un poco y se dio cuenta que ya no me siento del todo mal, me dijo que se alegraba por eso. Después colgamos y en un rato más llegó O., con quien comí y por la tarde regresé a mis actividades.

Seguí sintiéndome "bien" a secas, pero ya un poco más tarde sentí que esa espantosa ansiedad que he sentido en los días previos iba a regresar a mí y me resistí tanto como pude, aunque pensé que sería una batalla perdida, pensé que otra vez se apoderaría de mí ese maldito deseo de llorar sin razón aparente. Afortunadamente me llamó O. y me dijo que pasaría por mí en media hora o algo asío para que fuéramos al gym por lo que sólo debía esperar un rato. Puesto que ya había hablado con J. más temprano y me sentía al borde de estar mal, pero aún no lo estaba, pensé que llamarle para conversar otro rato no me haría mal y me tranquilizaría un poco.

Le llamé y su móvil sonó unas dos o tres veces y de repente aparentemente contestó, pero no escuché su "¿sí, bueno?" habitual sino ruido de tráfico y una voz no familiar que le decía: "deja el teléfono, concéntrate en el clutch (embrague)". Continué escuchando, pues pensé que J. me contestaría en algún momento pero no fue así. Aparentemente, cual película increíble, se equivocó en el botón y en lugar de poner "End" para no tomar la llamada, presionó "Send" para tomarla pero no se dio cuenta, y entonces botó el móvil por ahí y pude escuchar todo lo que sucedía. En pocos momentos pude comprender la situación: estaba con un instructor de manejo, a bordo de un vehículo-escuela tomando las clases de manejo (sí, otra vez el asunto del maldito auto que le regalará su ex) y entonces en una insólita y mórbida acción, no colgué el teléfono sino que continué escuchando por espacio de 25 minutos todo lo que sucedía. Pobre de J., estaba tan nervioso y el instructor parecía aún más: "¡cuidado con el auto!", "rebásalo ahora", "¡frena, frena!" y "¡Así no! ¡tienes que ir soltando el clutch poco a poco y metiendo el acelerador!". Así que, ahora estoy enterado que a J. le cuesta mucho, mucho aprender a manejar stándard por el mentado clutch. Nosotros, O. y yo, ya le habíamos dicho que le enseñábamos a manejar y lo íbamos a hacer, pero ya no se pudo. Se dio el tiempo en que tenía que ver a O. y colgué el teléfono. Creo que J. jamás se dio cuenta que estuve "escuchando su clase" durante más de 20 minutos, aunque si alguien me lo hubiera contado yo lo tomaría como algo creepy, pues creo que no es muy normal eso, ¿verdad?. Es por eso que mencionaba al principio que ahora me sentía como un acosador (¡te estoy vigilando!), pero realmente no fue mi intención.

Curiosamente después de haber "escuchado la clase" y cuando O. me recogió, ya estaba muy tranquilo y el atisbo de ansiedad que había sentido ya había desaparecido por completo. Me sentí muy bien también porque O. me regaló un ramo de rosas, y mira que no sucede frecuentemente. Es evidente que O. sabe lo triste que estoy y por eso se ha portado lindísimo conmigo. ¡Cómo amo a ese hombre!. Para ir al gym me puse una playera de J., pues ya he comentado antes cómo nos gustaba intercambiar ropa y así me sentí un poco mejor también. La playera ya se la había puesto una vez J. y aún conserva algo de su aroma, aún la traigo puesta y lejos de hacerme sentir mal me da una extraña tranquilidad.

Por ahora no me queda más que seguir "echándole ganas" como me han dicho mis amigos (y el propio J.) para no sentirme mal. No sé cómo trataré el asunto con J., supongo que le haré algunas bromas respecto a todo lo que escuché, y cuando ya esté al borde de la histeria por saber cómo es que yo sé tanta información de esa clase en particular, le confesaré qué sucedió.

Las cosas ya van más "normales", ¿no? El Navegante Vagabundo se empieza a sentir lenta y paulatinamente mejor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola desde Guadalajara!

A todos los lectores que coincidimos aquí: si van a tomar lecciones de manejo, cocina, danzas folklóricas o lo que sea el teléfono se apaga o se pone en silencio. Ok, pasando la lección de modales déjame decirte que probablemente yo hubiera hecho lo mismo, tal vez no por 20 minutos porque soy un poco tacaño con el teléfono, pero sí un rato, sólo para divertirme. Se llama morbo y todos hemos sucumbido ante sus tentaciones. En vez de ser un voyeurista te convertiste en un oyeurista y te aventaste 20 minutos de lección de manejo. Suena divertido!

Amigo, vas de salida... aunque no puede faltar mi toque pesimista así que sólo quiero decirte que puede que un día de estos tengas un bajón, recaída o como le quieras llamar. Las personas también intoxican y para dejarlas hay que pasar por un proceso que trae consigo sus respectivos resbalones. Pero ¿sabes qué es lo importante? que ahí está O que es un gran apoyo para tí, no por nada lo llamas el hombre de tu vida.

Sigue con buen ánimo, te recomiendo un pequeño ritual de despedida, a lo mejor te parece un poco surrealista pero es puro manejo de energía: compra flores blancas y ponlas en cada habitación de tu casa, prende una vela (blanca también) y déjala que se consuma y si puedes vístete de colores claros, blanco, crema, beige, colores pastel... suena un poco jalado de los pelos pero la metafísica existe y es muy interesante cuando la usas a tu favor. Es un simple ritual de despedida.

Abrazos tapatíos!

Navegante Vagabundo dijo...

Amigo tapatío, ya estuve pensando más al respecto y tienes razón: tal vez la mayoría de personas hubieran hecho lo mismo que hice y entonces no estoy tan enfermo, simplemente actué "normal", o al menos eso quiero pensar.

Estoy también cada vez más consciente de que ya voy de salida, creo que la próxima semana recuperaré mi vida tal y como era antes de que J. estuviera, espero estar en lo cierto.

Respecto al ritual que mencionas, te agradezco realmente la molestia pero creo que no me sentiría cómodo haciendo algo así porque yo no creo en eso, aunque por supuesto que respeto por completo a quien lo hace. La intención es lo que cuenta y la tuya fue muy buena, ¡muchas gracias!.

castee, angel mío, hoy no quisimos salir porque temíamos encontrarnos a J. (además de que no nos gusta mucho salir de todas maneras) pero si podemos lo haremos la próxima semana, ya totalmente recuperados. ¡O. y N.V. regresarán al ataque! Oh, sí, oh sí... Muchos besos para ti.