domingo, octubre 09, 2005

Alcohólico patético

Sí, por supuesto, ya iba a "cerrar" el capítulo de J., hasta el mentado "homenaje" hice, ¿y qué sucedió el día después? Un desastre; ni más ni menos eso.

Como ya nos había dicho J. en la semana, ayer sábado nos llamó para "invitarnos a comer", pues quería que pudiéramos platicar "más a gusto" y en un "ambiente neutral" (fuera de casa) para que los tres nos pudiéramos sentir bien. La verdad es que O. y yo nos sentíamos bien, así que no tuvimos inconveniente en aceptar la invitación; de todas maneras teníamos que comer algo, ¿no?.

Decidimos ir al restaurante de bufet de un amigo, ya que la comida es sabrosa y el precio del menú incluye todas las bebidas (alcohólicas o no) que se quieran tomar entre las dos y las seis de la tarde. Llegó J. a la casa, lo saludamos bien, todo tranquilo y emprendimos el camino hacia el restaurante. Por el camino nos contó J. todo emocionado que ya le habían entregado su auto nuevo, a mí no me hizo mucha gracia pero tampoco hice ningún comentario, sólo un "¡qué padre!" típico de nosotros los mexicanos. Yo iba manejando e íbamos conversando de cosas intrascendentales. Llegamos al restaurante y en conversamos un rato más, hasta que O. fue al baño (al "servicio", dicen en La Madre Patria) a lavarse las manos y entonces fue que J. me preguntó que qué me pasaba, porque me veía diferente, que "no era el mismo" y que me notaba "muy mamón" por la actitud que tenía y las respuestas que daba. Le dije que ésa era mi actitud para con la gente en general (¿será por eso que me odia la gente? bueno, no lo hago a propósito) y que si me notaba diferente era porque la situación ya era diferente, y no teníamos el mismo tipo de relación, aunque fuéramos amigos y hubiera cariño. Un segundo después de haberle dicho eso mi expresión se suavizó (pude sentir los pliegues de mi piel cambiando) y le dije que la verdad es que llevaba 48 horas sintiéndome bien y que necesitaba un poco de actitud desenfadada para sentirme mejor, lo que pareció comprender más o menos bien.

La comida transcurrió sin mucha novedad, y como nuestro amigo decidió unirse a la conversación en la mesa, no pudimos hablar de nada privado y sólo conversamos de nimiedades. Junto con el postre decidí pedir un "desarmador" (vodka naranja) porque se me antojó y O. pidió ron, aunque J. no quiso nada alcohólico. La conversación siguió por mucho rato, las horas empezaron a pasar y en algún momento nuestro amigo se fue de la mesa. Para ese entonces yo ya me había tomado unos 4 o 5 vodkas, pero aún me sentía bien, y J. ya había tomado unas dos cervezas (después de todo no le fue difícil resistirse a éstas) aunque tampoco estaba mal; la conversación seguía manteniéndose en un tono "casual", aunque de repente y con el calor de las copas dije una o dos cosas que hicieron sentir mal a J., pero tampoco me disculpé. El mesero quiso hacerse el gracioso y me preguntó qué tal estaban mis bebidas, yo me quise hacer más gracioso aún y le dije que le faltaba alcohol y entonces empezó a traérmelas dobles. Ignoro la cantidad de alcohol que tomé, pero sí fue considerable y cuando nos dimos cuenta ya daban las siete de la tarde; habíamos estado más de 4 horas ahí y sin parar de tomar.

Ahí fue que cometí la primera estupidez: al salir del restaurante insistí en conducir y aunque sé que lo iba a hacer con cuidado, ni O. ni J. se mostraron muy cómodos al respecto pero no les quedó otra que respetar mi decisión. El camino a casa (J. tenía que venir para acá a recoger sus cosas también) estuvo tranquilo, no cometí ninguna locura y no sucedió nada grave. En algún semáforo de un crucero, un niño se acercó al carro para vender rosas y entonces el maldito recuerdo de las flores inundó mi alcoholizado cerebro y le pedí (en una mezcla de inglés y francés para que J. no entendiera, qué estupidez la mía) a O. que comprara un ramo de rosas, lo cual hizo no de muy buena gana. Me dio el ramo y se lo pasé a J., e inmediatamente estallé en llanto. No dije nada, no hubo reclamos pero mi llanto fue muy sentido. Continué manejando, a menor velocidad pero seguía llorando amargamente. Para ese entonces O. ya estaba molesto y me pidió que detuviera el carro, mas no accedí a hacerlo y llegamos a casa.

Nos sentamos en la sala, O. en un sofá, J. en otro y yo en otro más. Le dije a J. que fuera a sentarse junto a mí, que "no lo iba a violar" y J. me dijo, evidentemente en tono de broma, que eso no le preocupaba, que hasta le iba a gustar, y fue a sentarse a mi lado, puso mi cabeza entre sus piernas y su abdomen y me acarició el cabello. Así estuve, perdido de borracho y con el olor de su cuerpo tan cerca de mí; en una de esas le levanté la playera y empecé a lamer su abdomen, lo cual pareció molestarle un poco y dijo que iba a buscar sus cosas. Cuando se fue, miré fijamente a O. y éste me dijo que no le dijera nada pues estaba muy molesto conmigo por haber insistido en manejar. Entonces volví a soltar el llanto (ese estúpido e incontrolable llanto que me da cuando he tomado demasiado) y cuando J. bajó con algunas de sus cosas, le pregunté en tono amargo que si se había llevado las cadenas de plata que estaban en el buró de mi lado; dijo que no, que después se las llevaría y entonces enojado lo tomé de una mano y le pedí que me acompañara, que se las iba a entregar. Llegamos a la habitación y le puse las cadenas en la mano, le dije que por favor se las llevara y que me dejara ahí, llorando. Él no quiso irse y otra vez me acarició, me pidió que me durmiera pero no lo hice; continué con mi patético y amargo llanto. No creo haberle dicho nada, no creo haberle reclamado nada pero en ese estado no puedo estar seguro. En algún momento decidí salir de la habitación, acostarme en el suelo y J. me pedía que me fuera a la cama, que no me iba a hacer bien estar ahí. Se acostó junto a mí ante mi reticencia de levantarme y entonces sí hubo reclamos, otra vez. Le dije, entre otras cosas que sinceramente no recuerdo, que era un tonto por haber hecho lo que hizo, que alguna vez me había confesado que era el mejor besador del mundo y que ahora ni siquiera me quería besar, ante lo cual respondió dándome un profundo beso en la boca e inmediatamente me dijo que era verdad, que nadie jamás lo había besado como yo y que no creía que en su vida fuera a besar a alguien de la manera en que nos besamos. Aún así, se tenía que ir y O. estaba cada vez más molesto, llamándome, diciéndome que me metiera a bañar. Entre imágenes nubladas recuerdo que O. le dijo a J. que sería mejor si nos dejara solos, y J. le dijo a O. que quería estar un rato más conmigo, pero O. ya estaba algo molesto y finalmente J. me dijo que se iría. Yo dije que me iría también, pero O. me detuvo, y el pobre de J. salió prácticamente huyendo de la casa, con algunas de sus cosas, principalmente ropa, que había tomado. Tan rápido que salió que olvidó su teléfono móvil en la casa, tal y como la cenicienta olvidó su zapatilla en una historia que no tiene nada que ver con ésta.

El resto de la noche fue planamente mala; O. y yo discutimos mucho, la borrachera ya se me estaba pasando pero no me sentía bien. En algún momento le dije a O. que si la pasaba mal conmigo era mejor que me fuera (todavía estaba bajo los efectos del alcohol) y O. me dijo que no, que no quería que me fuera y menos en ese estado. Hablamos mucho de la relación pero creo que nos dijimos cosas que nos lastimaron mutuamente, O. se quejó de que cuando llego a tomar en exceso (porque no, no es la primera vez que lo hago) me pongo todo mal y tiene razón. Después de mucha discusión le dije que tenía hambre y salimos a comer unos tacos. Esa noche hablamos un poco más y hoy por la mañana aún discutimos pero las ideas ya las íbamos dejando un poco más claras. En un momento del día O. tuvo que salir y esas horas que estuvo fuera me sirvieron para reflexionar lo que realmente representa en mi vida, y el hecho de que es indiscutiblemente lo más importante para mí y que lo he querido alejar con mis estupideces. No, no lo haré. Cuando regresó O. ya ambos nos sentíamos otra vez bien, hablamos poco pero salimos a comer y a distraernos, y nuestra convivencia ya fue la cotidiana; nos abrazamos mucho también y ya somos "nosotros" otra vez. Le prometí que no volvería a tomar como lo hice ayer y pienso cumplirlo firmemente.

Hace rato llamó J. para preguntar si había olvidado su móvil aquí. Le dije que sí. Me preguntó que cómo me iba con la "cruda" (resaca), le dije que ya sabía que a mí "no me daba cruda", pero que "la cruda moral" era peor. Me dijo que no me preocupara, quedamos de hablar mañana y creo que ambos estaremos bien.

Espero que éste haya sido sólo un pequeño episodio aislado y que no se repita. Sí, me siento avergonzado por lo que sucedió. Perdóname J., perdóname O., no lo vuelvo a hacer.

2 comentarios:

El Padre Roji dijo...

Mi querido Navegante... Pues no te puedo decir más que ésto es el curso normal que lleva toda despedida, nunca falta el episodio etílico así que no te sientas tan mal. Estoy de acuerdo con Castee, lo mejor es no verlo por un tiempo, se que suena tremendamente difícil pero si se trata de cicatrizar lo mejor es no exponer la herida, ya no te hagas más daño a tí mismo y no descuides lo que tienes por lo que ya nunca vas a tener. J se va a ir desvaneciendo si lo dejas que lo haga, después de un tiempo de no saber nada de él vas a llegar al punto en el que simplemente desearás que esté bien y ya, sin resentimientos, sin dolor, sin nada.

Date la oportunidad de sanar todo lo que pasó, es más difícil estar entre el "te veo y no te veo" que fajarse los pantalones y decir "hasta aquí llegó" Échale ganas que nosotros te echamos porras.

Abrazos!!

Navegante Vagabundo dijo...

castee, amiga mía: A mí también me preocupa que mi relación con O. pueda sufrir algún revés, pero afortunadamente hemos superado eso ya en algunas ocasiones pasadas y lo volveremos a hacer, créeme que ahora ya estamos muy bien los dos. Es sabia tu frase sobre los "J." que habrá en la vida, y que mi O. sólo será uno.

Vamos, no seas tan dura con J. (no sé por qué insisto en defenderlo), no creo que esté jugando un juego, al menos no a nivel consciente. Pobre niño, me llama todos los días y yo creo que él también se debe sentir mal por todo esto y no sabe qué hacer para mejorar las cosas. Afortunadamente me ha escuchado muy tranquilo siempre que hablamos y creo que eso poco a poco irá permitiéndole no preocuparse tanto.

Y no, no lo volveré a hacer: no volveré a conducir (tan) bebido.

Besos para ti.

Unferth: pues tú comprendes perfectamente que no se puede dar "borrón y cuenta nueva", cuesta trabajo pero ahí vamos, ahí vamos. Gracias por tus opiniones

el padre roji: Los "episodios etílicos", como bien los has llamado, a veces son divertidos pero a veces devastadores como el caso del que sucedió con J. Creo que es muy difícil, si no es que imposible, dejar de verlo, pues tenemos actividades que nos hemos hecho para estar juntos y al menos lo planeado esta semana hace que sea así. Tal vez duela un poco más pero al final de cuentas estaremos bien, vas a ver. Gracias a ti también por tus buenos deseos y por las porras.