martes, octubre 11, 2005

Estos niños de 21 a 23 que nos vuelven locos (la historia de S.)

No es un secreto el que O. y yo tenemos atracción especial con los "niños" (bien, bien, no son "niños", pero al ser menores que nosotros, así les decimos) de 21 a 23 años, aunque si me preguntaran a mí, diría que prefiero a la gente alrededor de 30 años pero siempre termino cediendo ante esos muchachitos hermosos.

Nunca he relatado a fondo, sólo he mencionado de paso, nuestra historia con A. ni con S., pero este último ha vuelto a aparecer en escena por lo que escribiré una pequeña reseña de lo que sucedió, a casi un año de que se dieran los hechos.

A S. lo conocimos en el antro en el día de halloween del año pasado, durante la fiesta de disfraces. Resulta que O. se disfrazó de un personaje muy llamativo (fue la sensación del antro, ganó el segundo lugar en el concurso de disfraces) y S. lo anduvo persiguiendo durante toda la noche, aunque nosotros estábamos tan ocupados con nuestra botella de vodka que nos habíamos ganado en el concurso, que no le hicimos mucho caso. Claro está, en condiciones "normales" (si no hubiera sido una fiesta de disfraces, si no hubiéramos estado con algunos amigos) le habríamos hecho caso inmediatamente pues S. está de muy buen ver y realmente es de los más guapitos del antro. Tenía 22 años (ahora ya debe tener 23), es blanco (aunque insista en que me gustan más los morenos), con cara de angelito, de "niño bueno que no rompe un plato" pero que a la vez sabes que es capaz de todo, con su nariz bien formadita y unos ojazos. Pones todo junto y termina siendo un galancito, aunque el diminutivo es por la edad mas no por la estatura (es más alto que yo). Pues ese niño, ese angelito persiguió a O. durante la noche hasta que éste cedió y le hizo caso. Cuando ya era muy tarde estaban bailando en la pista, borrachos ambos pues S. había tomado de nuestro vodka y besándose en un rincón para que nadie los viera, excepto yo. En algún momento, borracho y casi perdido como estaba S., me dijo que O. era suyo y yo sólo reí y pensé dentro de mí "sí, claro, sólo por esta noche güey". Lo cierto es que fue suyo por mucho tiempo más.

Esa noche, naturalmente, terminamos en la cama con S. y a esa experiencia siguieron otros días de vernos, de salir juntos y de terminar cogiendo los tres. A todo esto, y según mi opinión personal, S. no cogía tan rico (no como J. o como A., por ejemplo), pero tenía otras cosas que lo compensaban: su galanura, su ternura, su aparentemente inagotable energía y lo bien que nos sentíamos estando con él. A las pocas semanas de conocernos O. y yo tuvimos que hacer un viaje y S. aceptó acompañarnos. Como la pasamos tan bien, cuando regresamos del viaje S. se mudó a vivir con nosotros (sí, siempre cometemos ese error) y fuimos un feliz trío durante algún tiempo, aunque a decir verdad S. estuvo mucho más apegado a O. que a mí (a diferencia de J. que fue justamente lo contrario) aunque yo también quería, estimaba y apreciaba a S. Huelga decir que me gustaba mucho también. La situación con S. era mucho más relajada que con J., pues S. no era (tan) celoso. De vez en cuando que salímos S. llegaba a ligar con alguien más para una sola noche y eso no nos molestaba; nosotros hacíamos lo mismo y no había ningún problema. Incluso alguna vez llegamos a hacer un cuarteto en la cama con uno de sus ligues. Claro está, había un pequeño detalle en la relación (siempre lo hay, ¿no?) y éste era que cuando nos fuimos al viaje con S., éste perdió su empleo y cuando regresamos no hizo nada por buscar uno nuevo. Como O. y yo no tenemos muchos problemas económicos no hubo problema porque viviera con nosotros y ahí comiera, salíamos juntos y demás, nosotros pagando las cuentas, pero tampoco había ningún problema al respecto.

Llegaron las fiestas decembrinas y como la familia de S. es de otra ciudad, éste decidió ir a visitarlos y regresaría en un par de semanas. Nos dio tristeza ver que se fuera, pero no hubo mayor problema. Al cabo de un par de semanas regresó, pero algo había cambiado ya. Al momento no lo supimos pero con el paso de los días lo fuimos imaginando: en la otra ciudad S. conoció a alguien más de quien seguramente "se enamoró" y ahora pasaba muchas horas (y muchas madrugadas enteras) en Internet conversando con él. Después de eso todo fue cuesta abajo: S. nos dijo que tenía que regresar a su ciudad "a arreglar unos papeles de la escuela", nos pidió dinero y se fue. Dijo que regresaría al cabo de una semana y no sucedió. Al cabo de dos semanas dijo que necesitaba más dinero pues "ciertas cosas se habían complicado" y para entonces nosotros ya sabíamos lo que sucedía; aún así, le enviamos dinero y esperamos. Nada, pasaron más semanas y nada más. Después intentó pedir más dinero con otros pretextos, ante lo cual ya no accedimos y le dijimos que si quería realmente regresar que iríamos por él manejando y dijo que lo haría, pero nos volvió a mentir. La mayoría de sus cosas estaba en nuestra casa (como ahora lo están las de J., qué ironía), por lo que supusimos que algún día regresaría por ellas, y así fue. Al cabo de unos tres meses regresó con otras maletas, dispuesto a "quedarse con nosotros" (seguramente le habían salido las cosas mal con el otro chico) pero nosotros no accedimos a que las cosas fueran iguales. Le dijimos que si se podía quedar, si quería (no lo echaríamos a la calle, ¿verdad?) pero que ya no dormiría con nosotros y que sería sólo nuestro amigo. Estuvo sólo unos tres días, pero la convivencia ya no fue buena y terminó regresándose a su ciudad, con todo y sus cosas.

Ese episodio nos dolió mucho, sobre todo a O. quien se había encariñado realmente con el chico y que sufrió mucho (me imaginio que un sufrimiento comparable al que yo he sentido con J.) pero al cabo del tiempo se repuso y la vida continuó. Recientemente encontramos a S. conectado a Internet y al principio no congeniamos mucho pero poco a poco fuimos olvidando el trago amargo y ahora conversamos más o menos bien por medio del mensajero. Habíamos quedado en que nos veríamos un día de estos que viniera a nuestra ciudad a visitarnos, pero nunca habíamos concretado nada, hasta la semana pasada que nos dijo que quería venir para halloween, en el aniversario de habernos conocido. Tanto O. como yo coincidimos en que ya estamos preparados, pues ya no hay sentimientos para con él (positivos o negativos, para ese caso) y a ver cómo nos va. No lo sé, tal vez sólo haya una buena borrachera, tal vez incluso llegue a haber sexo pero eso no me preocupa, pues estoy bien. Espero que O. también lo esté, realmente.

Así, pues, esos muchachitos de 21 a 23 (S. tenía 22 y ahora 23, A. tiene 22 y J. tiene 21) serán realmente nuestra perdición, estoy seguro de ello.

Por cierto, y para quien siga la historia de J., ayer lo vimos otra vez por la tarde porque teníamos planeado algo ya y no hubo mayores problemas, mi corazoncito estuvo bien y no sufrió. El jueves lo volveremos a ver porque tenemos un evento que nos mantendrá juntos varias horas, espero estar bien durante ese día también. Poco a poco, poco a poco...

2 comentarios:

the random glance dijo...

muchos saludos nave...! aún ando en los 20...el próximo año corro a conocerte...jajaja!!

abrazos hon!

Navegante Vagabundo dijo...

castee, dicen que recordar es volver a vivir y eso es precisamente lo que estoy haciendo. Además, como S. tal vez haga aparición en esta historia, prefiero ir preparando terreno en el relato.

chaud, mi lector número uno... en algún momento había ya leído sobre tu edad y no creas que no me dio algo vueltas en la cabeza. Me imagino que eres guapo y si es así, ¡mejor mantente alejado de nosotros durante los próximos tres años! (si es que no quieres correr el riesgo de que te veamos, nos gustes y entonces ya no te escapas). Jejeje no te creas, abrazos para ti, mi amiguito.