viernes, octubre 14, 2005

Donde hubo fuego, aún arden brasas (Gracias, Fangoria)

Finalmente sí fuimos al concierto de Fangoria y ya estamos de regreso en nuestra ciudad. Tal y como algunas críticas que ya he leído aquí y allá, el concierto me pareció magnífico y realmente lo disfruté. La música de Fangoria me ha gustado mucho y me seguirá gustando.

Me sentí "bien" de volver a ver a J., aunque ya no siento mariposas en el estómago cuando lo veo o una ansiedad incontrolable cuando no lo hago. Simplemente disfruto de su compañía y claro que aún me agrada verlo, pues es tan bello él... Aún así, me controlé muy bien y no dejé asomar ningún sentimiento positivo o negativo con él, al menos la mayor parte del tiempo. Estuvimos relajados, platicando bien, bromeando y pasándola bien, sin ningún reclamo y sin ningún acoso por parte de nadie.

Durante el concierto, obviamente tuvimos que estar muy pegados pues había mucha gente amontonada pero ahí tampoco sucedió nada extrordinario, si acaso el roce de nuestras manos de vez en cuando o algún abrazo ocasional cuando nos emocionábamos mucho, o brincos aquí y brincos allá pero nada más. Mi propio momento clímax del concierto fue cuando cantaron la canción "Hoy aquí, mañana vete", que escribí al inicio de este relato, pues evidentemente está dedicada a J. y no sé si lo notó o no, pero la canté desgarrándome la garganta y un par de lágrimas brotaron de mis ojos, aunque creo que ni O. ni J. se dieron cuenta de ello, afortunadamente. Sí, lo quiero y sí, lo odio aunque sea un poco por lo que hizo, pero quisiera no hacerlo.

Aparte de ese momento, no hay mucho más que contar sobre el concierto pero sí ciertamente sobre el camino de regreso, pues ahí sucedió algo inesperado aunque no pretendo darle ninguna importancia pues comprendo cada día con más claridad la situación y sé por qué las cosas no pueden ser como antes. En algún momento del camino, la mano de J. y la mía se tocaron "accidentalmente", pero él no retiró la suya y yo tampoco retiré la mía. Como tenía algunos dedos sobre mi mano, la deslicé más hacia donde él estaba y puse sus dedos entre los míos; tampoco hizo nada por quitarse sino que al contrario, me apretó un poco la mano y así nos fuimos un buen rato, cual adolescentes tomados tímidamente de la mano, aprovechando la obscuridad de la noche como si ésta fuera a salvarnos de que nuestras propias almas nos dijeran que estábamos haciendo mal, que sólo nos lastimaríamos si dejábamos que la pasión se impusiera ante la razón, pero no nos importó. Recordé el inicio de nuestra relación, cuando aún no sucedía nada y nos tomábamos de la mano nerviosamente, fue un flashback hacia esa feliz e incierta época, como si estuviéramos involucionando. Poco después se hizo "el dormido" y yo aproveché para observarlo en la obscuridad, es tan guapo, tan atractivo, proyecta tanta inocencia y a la vez sé que es tan dañino para mí. Lo volví a observar al ritmo de Fangoria y ciertamente la situación me deja todo pensativo.

No sucedió mucho más esa noche... en algún momento recargó su cabeza en mi hombro y así "se durmió" durante un rato, aunque dudo que haya podido dormir. En otro momento acercó tanto su cara a la mía que pude percibir el calor de su piel, así como él de la mía y sí que estaba caliente.

Como dije anteriormente, ésto no me ha dejado mal. No he estado pensando todo el día en él ni voy a tener crisis ni mucho menos. He pensado mucho y sé que al chico no le conviene estar con nosotros, por lo que no debe hacerlo. Con quien está le ofrece la "seguridad" de mantenerlo, pagarle la escuela, comparle coche nuevo y hasta la nueva casa a la que se mudarán la próxima semana. Sí, probablemente no sea alguien quien le guste mucho o a quien ame, pero supongo que eso lo debe sacrificar para tener una "pareja" y que la sociedad "no lo vea como bicho raro". Con nosotros podría tener casi todo eso también, pero nunca "se sentiría cómodo con el tipo de relación que llevamos" y entonces no hay vuelta de hoja. Por otro lado, O. tampoco se sentiría cómodo con J., así que las piezas del rompecabezas ya se van acomodando; las cosas deben ser de esa manera y así las aceptaré.

Puede ser que la vida no sea como yo quisiera que fuera, pero debo aprender a aceptarla tal y como es, y hacer lo poco o mucho que pueda para cambiar lo que no me guste.

Sí, J., dicen que donde hubo fuego cenizas quedan, pero creo que en donde hubo fuego tan intenso y hace tan poco tiempo aún no se han terminado de apagar las brasas. Habrá que echarles una cubetada de agua.

1 comentario:

Navegante Vagabundo dijo...

Hola, mi adorada castee, sí que fue genial el concierto; aún ahora tengo buenos recuerdos.

Sí, a pesar de que J. me llama todos los días por teléfono, ya no siento lo mismo que sentía antes y ahora puedo estar mucho más tranquilo, creo que finalmente sí podremos ser amigos.

Sólo el tiempo lo dirá.